En verano las picaduras son muy frecuentes, especialmente durante el atardecer y la noche. En este apartado se ofrecen recomendaciones y consejos para prevenir su aparición y, en caso de sufrirlas, cómo tratarlas.
Los mosquitos, presentes de forma natural en nuestro entorno, tienen la capacidad de realizar largos desplazamientos, tener varias generaciones anuales y adaptarse a diferentes huéspedes (aves, caballos, humanos…). Si bien, en ausencia de los preferentes; es decir, ante la inexistencia de la especie de la que se alimentan, se adaptan a otras que circulen por la zona, lo que unido a que las hembras son hematófagas (se alimentan de sangre), los convierte en responsables de transmisión de algunas enfermedades (fiebre del Nilo, Usutu, Malaria, Dengue, Fiebre Amarilla o Chikungunya).
Investigadores del Cambio Climático y de su impacto sobre enfermedades transmitidas por mosquitos apuntan que los cambios en el comportamiento y adaptabilidad de éstos, junto a su globalización (su distribución a escala planetaria), posibilitan que estas patologías originarias del continente africano y asiático estén apareciendo en países Europeos y del Norte America.
En Andalucía existe una gran variedad de especies de mosquitos que viven en nuestros humedales, tanto naturales como artificiales, distribuidos por toda la geografía andaluza, compartiendo hábitats con aves que pueden tener virus autóctonos o importados de los países que visitan durante la migración. Ambos aspectos, unido a la aparición en las últimas décadas de distintas enfermedades trasmitidas por estos mosquitos en países de Europa (Grecia, Italia, Francia o España, entre otros) hace que sea probable la circulación de algunos de estos patógenos por nuestra geografía.
Actualmente se tiene constancia de la presencia de algunos virus en mosquitos y aves de distintas zonas de nuestra comunidad. Por ello, de forma preventiva, desde la Consejería de Salud se recomienda adoptar las siguientes medidas:
En casa
La mayoría de los mosquitos que nos pican en nuestros hogares se han criado muy cerca de nuestras casas y probablemente nosotros mismos hemos proporcionado el criadero y refugio adecuados para ello. Las fases juveniles de los mosquitos picadores se encuentran en agua estancada y no necesitan mucho espacio. Los focos domésticos van desde cubos, latas, depósitos y fosas sépticas mal tapadas, hasta fuentes y, sobre todo, piscinas fuera de la temporada de baño.
En el campo
Es más frecuente la presencia de mosquitos adultos, sobre todo si estamos cerca de zonas con agua estancada (no necesariamente sucia) o con abundante vegetación y una humedad relativamente alta que les permite estar activos durante todo el día, aunque son las horas de la salida y puesta de sol las que registran normalmente una mayor actividad.
En las residencias de verano
Las residencias de verano, por su proximidad al entorno natural (especialmente en las condiciones citadas en el apartado anterior), un mayor uso de los espacios exteriores y un menor aislamiento de los interiores, propicia una mayor frecuencia de mosquitos en el interior de las habitaciones.
Hay que tener en cuenta que hay mosquitos que pasan todo el día y se alimentan en el interior de las habitaciones y otros que sólo acceden durante la noche atraídos por la luz.
Los jardines con abundante vegetación y bien regado, reúnen excelentes condiciones para albergar a los mosquitos adultos durante el día, por ejemplo en setos, arbustos y macetas que les protegen del calor diurno.
Medidas de prevención
Materiales
¿Qué son las garrapatas?
Las garrapatas son artrópodos, parásitos de un gran número de animales silvestres. También parasitan a los animales domésticos y de forma accidental pueden picar a los humanos. Todas las garrapatas se alimentan de sangre. Las garrapatas tienen varias fases en su ciclo vital, y pueden ser tan pequeñas como una cabeza de alfiler (las larvas) o tan grandes como una alubia (las hembras repletas de sangre).
¿Dónde puede haber garrapatas?
Las garrapatas se encuentran en el suelo, normalmente ocultas entre la hierba o los arbustos. Cada especie tiene diferentes preferencias de hábitat: unas son comunes en zonas boscosas, otras prefieren parajes abiertos, con dehesa o incluso matorrales secos y algunas se han adaptado a vivir en el interior de las madrigueras de sus hospedadores o en construcciones humanas, como en las perreras.
Aunque la mayor parte de las especies de garrapatas están activas en los meses cálidos, desde la primavera hasta el otoño, algunas lo están también durante el invierno. Las temperaturas muy bajas provocan su falta de actividad, y las heladas intensas reducen mucho su población.
Materiales
En verano las picaduras son muy frecuentes, especialmente durante el atardecer y la noche. En personas muy sensibles es recomendable el uso de repelentes naturales en forma de barra o loción, así como enchufes con insecticidas en las habitaciones y mosquiteras en puertas y ventanas.
En esta época no son raras las picaduras de abejas, avispas, mosquitos, arañas Es recomendable el uso de ropa de colores poco llamativos, evitar paseos por zonas húmedas, no usar perfumes de olor intenso para disminuir el riesgo de picaduras, usar pantalones largos y camisetas de manga larga en espacios sospechosos de frecuentar insectos, revise la ropa de cama antes de acostarse ( especialmente cunas y camas de niños ).
Se recomienda:
La oruga procesionaria es un insecto que habita en los pinos y moreras. Es muy reconocible por las bolsas que contienen y protegen a las orugas, que son muy fáciles de ver en los pinares. De color naranja oscuro, lo que caracteriza a estas orugas es que se mueven en fila, unas detrás de otras, para parecer que son ramas y protegerse así del ataque de los pájaros.
Las orugas no pican de forma directa, sólo son tóxicas cuando se entra en contacto con ellas, por eso es muy importante identificarlas. Su cuerpo está recubierto de pelos que, al entrar en contacto con la piel, inoculan una especie de veneno. Estos pelos urticantes de pequeño tamaño se desprenden fácilmente de la oruga y pueden ser transportados por el viento. Es por eso que, en ocasiones la reacción alérgica puede surgir simplemente al pasar por un pinar infectado donde pueden caer pelillos encima del cuerpo sin darnos cuenta.
Las principales reacciones alérgicas al contacto con la oruga del pino se producen en forma de granitos, inflamación local en la zona afectada, ronchas y rojeces que producen picor y escozor. Esta reacción alérgica aparece inmediatamente al contacto con la piel y suele desaparecer, en condiciones normales en uno o dos días. En estos casos se recomienda aplicar hielo o agua fría sobre la piel, y algún antihistamínico o antiinflamatorio.
En casos más graves, cuando se producen lesiones en la piel (habones) o se tiene malestar e hinchazón en la zona del cuello o la cara se recomienda acudir al médico.
La presencia de medusas es difícil de detectar dado que la mayoría son de aspecto transparente.
Debemos estar atentos a la información suministrada por las autoridades y socorristas sobre la presencia de medusas en las playas. Algunas costas disponen de una bandera específica, además de las tradicionales roja, amarilla y verde, referentes a la peligrosidad de la zona de baño.
Al contacto, la medusa desprende unas células urticantes que tienen veneno en su interior, y que con solo el roce producen efectos leves, normalmente, aunque muy molestos. Sentiremos dolor y ardor inmediatos, seguido de inflamación, enrojecimiento y sangrado en el lugar de la picadura.