Las personas mayores son más sensibles al exceso de calor en el ambiente porque:
Además, las enfermedades crónicas como las dolencias cardíacas, pulmonares o del hígado pueden agravar los efectos del calor, y hay que tener especial cuidado cuando se toman medicamentos para tratarlas, como diuréticos, antihipertensivos o antidepresivos.
Asimismo, las personas con problemas de memoria o con problemas de orientación pueden tener dificultades a la hora de poner remedio a necesidades tan básicas como la sed, o la sensación de calor excesivo.
Otras situaciones que aumentan el riesgo al calor son la soledad, aislamiento social, residir en una vivienda difícil de refrigerar, e incluso la ausencia de sistemas de refrigeración en la vivienda.