Todos las conocemos – fotos de destrucción por terremotos. En cuestión de segundos pueden transformar nuestros domicilios en imágenes de desolación. Y ahí tenemos la clave – “pueden”, es decir, no tienen que.
Terremotos como los recién ocurridos en Chiapas y Puebla – México – con alrededor de 470 muertos en total nos hacen acordar a la realidad destructiva de la actividad sísmica. Para reducir estos daños a un mínimo posible, la salud pública se ve comprometida a intervenir. ¿Pero en dónde tiene que actuar específicamente y cuales son las medidas que puede poner en marcha?
Las regiones más afectadas por estos fenómenos son las que se encuentran situadas en las zonas de contacto entre placas tectónicas, los cuales están en constante movimiento y que pueden producir como resultado un terremoto y/o erupciones volcánicas. ¿Entonces, cuáles regiones se ven afectados por la “danza” de las placas? El sur de Europa, Oriente Medio, Asia Oriental, Pacífico Central y Sudamérica suelen formar parte del escenario.
El terremoto más destructivo registrado al día de la fecha ocurrió en China en 1556 dejando, además de grandes pérdidas materiales, 830.000 personas sin vida. ¡Sí, 830.000! Es básicamente la cantidad de gente que reside en la provincia de Granada. Lo devastadoras que son las consecuencias depende en gran medida de la situación social de un país y de qué tan bien están preparados los gobiernos para posibles catástrofes. ¿Y qué países vale la pena mencionar aquí? Los japoneses no solo son pioneros en la robótica sino también en el campo de la gestión de desastres junto con Chile. Ambos países se encuentran en el anillo de fuego del Pacífico, un cinturón volcánico donde continuamente chocan varias placas continentales y placas de océano. Solo en los últimos cinco años, se han producido tres grandes terremotos en el país sudamericano con una fuerza de ocho. Sabemos que según la escala de Richter, eso es considerable. Se estima que los terremotos en Chile causan daños por un coste de mil millones de dólares cada año. “Tanta plata!” dirían los argentinos.
Terremotos no matan gente. Las construcciones, si.
A partir del terremoto y tsunami ocurrido en Valdivia en 1960, el más poderoso registrado hasta el día de hoy con una fuerza de 9.5, Chile empezó a reconocer la gravedad de la situación. ¿Y como hizo eso? Creó el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico y comenzó a desarrollar nuevas medidas antisísmicas como en el ámbito de la construcción. Asimismo, Japón pasó un mal trago con el devastador terremoto de Kobe en 1995 sufriendo grandes pérdidas, tanto en cantidad de vidas como en lo material, y como consecuencia de ello llevó a reforzar aún más sus regulaciones.
¿Qué mejoras lograron en la construcción para que las casas no colapsen como una torre de naipes?
El aislamiento sísmico puede usarse para reducir el daño potencial en un 80 por ciento. ¿Bastante, no? La disipación sísmica, al contrario, se concentra en la dispersión de la energía del terremoto, reduciendo más o menos un 40% los daños. Pues, aprendemos del video, que los dos tipos de construcciones son el fundamento para un hogar seguro y resistente.
En comparación, Chile tiene la tendencia de utilizar estructuras más masivas y rígidas que no producen movimiento del edificio, mientras que en Japón muchas de la construcciones sísmicas están inspiradas por los edificios históricos que se denominan pagoda. Como se puede ver, los pisos se balancean en diferentes direcciones, dando como resultado mayor estabilidad en el núcleo del edificio.
Aparte de las construcciones, Japón cuenta con uno de los sistemas de alerta más sofisticados del mundo: hay una transmisión inmediata de los eventos ocurrentes en los medios de comunicación, todos los edificios disponen de kits de emergencia y toda la población realiza continuamente entrenamientos y simulacros. ¡Son literalmente genios estos japoneses!
Lo que no te mata, solo te hace más fuerte
Debido a estas medidas de seguridad exitosas, Japón y Chile pudieron reducir drásticamente muchas pérdidas materiales y humanas. Aunque los pioneros experimentaron severos contratiempos en 2010 y 2011, terremotos de la misma magnitud o incluso más débiles afectan de manera más dramática a países menos desarrollados. A modo de comparación, el terremoto ocurrido en Haití en el año de 2010 se cobró la vida de aproximadamente 200.000 personas, mientras que en Chile la cifra de fallecidos llegó a 500 personas. ¡Es el 0,25% – para nada comparable!
Aunque Japón tuvo en 2011 el doble de muertes que Nepal en el terremoto del 2015, según expertos, un terremoto de las características del ocurrido en Japón, hubiese generado en Nepal consecuencias muchísimo más graves.
Si bien estos países, Chile y Japón, ya se encontraban muy bien preparados para estas contingencias, lo que los sorprendió en 2010 y 2011, respectivamente, fueron los tsunamis posteriores a los terremotos. Causaron la mayoría de las muertes y destrucciones. No podemos controlar el mar como Moisés. Pero si podemos mejorar el sistema de alarma para poder reaccionar más eficientemente como Japón y Chile. A su vez, la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI) en Chile fortaleció la educación de la población y Japón mejoró sus protecciones frente el mar.
El futuro depende de lo que hagamos hoy
Por último, los expertos advierten que en los próximos años los desastres naturales van a ir aumentando. Existen diferentes causantes como por ejemplo, el Fracking, producto de la acción del hombre y que genera pequeños terremotos (fuerza entre 4 y 5) o el calentamiento global. ¿Cómo diablos puede existir una relación entre el calentamiento global y los terremotos? Diversos estudios afirman que el derretimiento de las grandes formaciones de hielo reducen el peso que generan sobre las placas tectónicas permitiendo que estas puedan moverse y generar terremotos. No solo producen terremotos, sino también otros tipos de desastres naturales que requieren las mismas técnicas de protección y prevención, como muestran, por ejemplo, los huracanes que afectaron a América Central y Del Norte.
Considerando que los terremotos continúan siendo un mayor riesgo para muchos países, la salud pública debería desarrollar cada vez más medidas de detección, protección y planes de acción contra estas contingencias a modo de reducir eventuales pérdidas materiales y vidas humanas.
¿Que estamos esperando gente? ¡Es hora de cambiar!
«Terremotos no matan gente. Las construcciones, si.» Me encantó! En esa frase queda plasmada la propuesta y la crítica hecha en el artículo. Se nota que hay mucho estudio específico detrás del artículo y aún así se logra utilizar un lenguaje que permite que el lector entienda especificidades propias de la arquitectura de cada país.
Considero que logra explicar la situación a nivel global y se entiende por qué la salud pública está ligada a la temática propuesta. Además la utilización de distintos recursos permite que quede clara la idea que se quiere presentar.
Muy interesante!
Enhorabuena, me ha encantado el artículo. No conocía casi nada respecto a este tema y me parece un punto importante en salud pública. Además, he leído con interés los artículos asociados acerca de los efectos del fracking y del calentamiento global en relación con terremotos y tsunamis. Fantásticos los ejemplos de Japón y Chile.
Después de leer tu artículo, a través de la página de la Universidad de Granada, he conocido el instituto universitario de investigación andaluz de geofísica y prevención de desastres sísmicos. Aporto el link por si pudiera interesar http://iagpds.ugr.es/
Como sabrás, España se encuentra en el borde sudoeste de la placa Euroasiática en su colisión con la placa Africana, de ahí que la mayoría de la actividad sísmica se concentre en el sur de España dentro del país. Por lo tanto, aun no siendo una zona muy peligrosa de terremotos, me parece importante conocer acerca de este tema.
Sin duda, coincido contigo, el futuro depende de lo que hagamos hoy.