En el año 1967, un equipo de investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, liderado por el epidemiólogo inglés Michael Marmot, emprendió una serie de estudios de cohorte de la salud de funcionarios británicos. Estos estudios, denominados los Estudios de Whitehall por el nombre del complejo administrativo donde trabajaban los funcionarios, se convertirían en un punto de referencia para actores de la salud pública. Los resultados que obtuvieron transformarían la percepción que tenemos de las desigualdades de salud y sus determinantes sociales.
El propósito inicial de estos estudios fue averiguar el impacto de un entorno de trabajo altamente jerarquizado en la mortalidad y morbilidad de empleados públicos. El Estudio de Whitehall I examinó la salud de 17.530 funcionarios varones durante más de siete años, y descubrió una fuerte correlación inversa entre el grado de empleo y la mortalidad, especialmente por enfermedades coronarias. De esta forma, los funcionarios menos cualificados, como los mensajeros, presentaban una mortalidad por enfermedades coronarias 3,6 veces más alta que los directores que trabajaban en los cargos más altos. Estas diferencias en mortalidad seguían persistiendo aunque se ajustara los resultados por los factores de riesgo de estas enfermedades, como la obesidad y el sedentarismo.
Unos años después, el Estudio de Whitehall II trató de profundizar los resultados del primer estudio, además de investigar las diferencias entre mujeres y hombres funcionarios. Se observó un gradiente parecido en la morbilidad de los participantes, no solo en enfermedades cardiovasculares sino también en comportamientos de riesgo de la salud: a menor grado en la jerarquía laboral, mayor morbilidad y conductas de riesgo.
Los funcionarios de Whitehall suponían una población base ideal para estas investigaciones, ya que pertenecen a una clase social relativamente homogénea – no son los más ricos ni los más desfavorecidos de la sociedad – y ocupan puestos de trabajo de la misma categoría, ya que ninguno está expuesto a riesgos laborales físicos ni a precariedad económica. Lo único que distinguía los participantes de los estudios era su estatus en el escalafón laboral.
A primera vista, los hallazgos de estos estudios pueden parecer contradictorios. Se podría suponer que los más altos cargos de trabajo conllevan más estrés laboral y una fuerte demanda psicológica, que produciría más fallecimientos por infarto. Al contrario, estos estudios desmontaron este mito y revelaron que ocupar un puesto más bajo en una jerarquía produce efectos nocivos en la salud y en la esperanza de vida. Asimismo, estos resultados no solo se han observado en la administración pública británica, sino que también se manifiestan en otros países desarrollados.
Así, estos estudios son significativos porque demuestran que las desigualdades en salud afectan a toda la sociedad, y no solamente a los más desfavorecidos. Este gradiente social de salud atraviesa toda la población en su conjunto y, por lo tanto, nos concierne a cada uno de nosotros, no solo a los que se encuentran en sus extremos.
También nos ayudan a entender los efectos de factores psicosociales en la salud, ya que establecen el vínculo entre las condiciones estrictamente jerárquicas de trabajo, y las enfermedades cardiovasculares. Para explicar los mecanismos que transforman estos elementos sociales en una patología física, se han propuesto varias vías de causalidad. La explicación que propone Marmot es que los funcionarios menos cualificados trabajan en un ambiente de alta presión, pero tienen menos control sobre sus tareas y menos recursos disponibles para gestionar las demandas de su trabajo. Esto genera a una situación de estrés más alta que la de los directores y ejecutivos, quienes tienen más predictibilidad y flexibilidad a la hora de llevar a cabo sus funciones, y un mayor nivel de apoyo social. Este mayor estrés aumenta la producción de la hormona cortisol que a su vez reduce la eficacia del sistema inmunitario, y con el tiempo podría resultar en un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Independientemente del mecanismo causal por el cual el gradiente social afecta la salud y la morbilidad, los hallazgos de los estudios de Whitehall tienen una significación indiscutible para la investigación sobre los determinantes sociales de enfermedades coronarias, y para la salud pública en general. Al establecer el vínculo entre el estatus laboral y social y la morbilidad, estos estudios abrieron la puerta hacia investigaciones sobre el gradiente de desigualdades sociales en salud que afecta al conjunto de la población. Más en concreto, demostraron la importancia de prestar más atención al ambiente laboral y a las consecuencias de las jerarquías estrictas en la salud de trabajadores, ya que estos tienen efectos a largo plazo sobre poblaciones que están cada vez más afectadas por enfermedades crónicas.
Muy interesante publicación Margaux, no he leido el Estudio de Whitehall completo, pero según leo en tu artículo no se realizaron mediciones del nviel de estrés de los trabajadores, asociadas a la autonomía y decision sobre el trabajo realizado. ¿Las hicieron? En caso que no ¿A que se debe que no las realizaran, siendo la variable clave del estudio? Desconozco si es posible medir el nivel de estrés diferenciado entre el que se produce durante el trabajo y el resto de las actividades de la persona como es la familia, los circulos sociales, los deportes, etc. Imaginemos que todas las personas de nivel jerárquico menor de la empresa eran apasionados por el deporte, y los de más alto nivel no lo eran, se podría transformar en una variable confundente. De igual modo me llama la atención el que no se evaluara el nivel educacional, supongo que se da por hecho, que una persona con mayor nivel educacional tiene un lugar más alto en la jerarquía, pero puede ser que por mayor estudios tenga mayor capacidad de cuidado de la salud y análisis intrapersonal, lo cual no estaría asociado a la autogestión del puesto de trabajo. Finalmente otra variable que llama mi atención es que las personas con peor salud corresponde a conserjes y mensajeros, los cuales tienen mayor actividad física como parte de su trabajo, es decir caminan, cargan cosas, interaccionan con diferentes grupos y se desplazan por diferentes lugares, a mi entender esto debería ser un factor protector contra el estrés. Saludos!
Qué bien! Este es uno de mis temas favoritos: la STATUS SYNDROME! Creo que ha sido uno de los estudios con más impacto sobre las desigualidades sociales de nuestro entorno. Muchas veces atribuimos al estres algunas condiciones patologicas pero desentendemos los mecanismos y en que medida nos afecta. Sería interesante profundizar este estudio para encontrar una explicación biomedica al fenomeno, aunque lo veo bastante difícil. Cierto es que en este aspecto ultimamente las cosas han empeorado mucho: el trabajo hoy día la crisis ha hecho que la mayor´´ia de los trabajo sean muy explotantes y muy mal pagados. Los gobiernos ponen como objetivo de sus intervenciones el crecimiento del PIB. Pero cual es el coste? No podemos permitir que el trabajo se convierta en la esclavitud del siglo XXI. Es interesante la hipotesis del cortisol, habría que realizar otro estudio que incluya las mediciones de este parametro. Enhorabuena por tu articulo, sobretodo por el tema elegido! Espero que se hagan mas estudio sobre el estres como determinante de Salud.
Un saludo,
Vinci
Me gustó mucho tu artículo, tanto por el tema que el estilo. Nos cuenta de manera muy clara e interesante los estudios de Whitehall que, por mi parte, no conocía. Es verdad que los resultados pueden sorprender a “primera vista”. ¡Al leer el título, se podría suponer que la jerarquía laboral es letal … para los de arriba! El suspenso se mantiene y llegamos a otra conclusión: los de menor grados son los desafortunados. Me parece interesante que este estudio se emprendiera en una cohorte de clase social intermedia y homogénea. Más aún es importante que tuvieron en cuenta las conductas a riesgo y no solo las enfermedades. No he leído los estudios en detalle, pero me interesaría saber si hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en el segundo estudio, así que la proporción de ambos. Por información, en Francia, desde los años setentas, la esperanza de vida permanece más baja en los obreros que en los ejecutivos, con una diferencia de 6 años en los hombres y de 3 años en las mujeres. Hace parte de las desigualdades de salud significativas. Según el instituto francés de estadísticas (INSEE), esto se explica por el tipo y las condiciones de trabajo (exposiciones a riesgos profesionales) y el estilo de vida menos saludable (comportamientos a riesgo, menor recurso y acceso asistencia sanitaria, obesidad…). También precisan que el estado de salud puede influir sobre la pertenencia a un grupo social. Por ejemplo, una mala salud puede impedir hacer estudios, mantener un empleo etc. Además, aprovechando el comentario de Erick sobre el nivel educacional, la diferencia de esperanza de vida entre las personas que poseen un título universitario y las sin diplomas es aún mayor: 7,5 años. Es interesante notar que la de las obreras es superior a la de los hombres ejecutivos. Pongo el enlace con todas las informaciones si puede ser útil
https://www.insee.fr/fr/statistiques/1908110
La salud laboral y el estrés siguen un tema importante. En nuestra sociedad, hemos llegado hasta el “sufrimiento laboral”. La falta de control se enfatiza aún más con los cambios incesantes de organizaciones debidos a la presión financiara y las estrategias a corto plazo. Frente a esos cambios, ocurre que las personas se sienten como un objeto que se traslada aquí y allá, sin consideración por el contenido de su trabajo o por sus aspiraciones. Eso afecta los sectores públicos así como los privados y, creo, todos los niveles de jerarquia. Me parece que nos podría sorprender un tercero estudio de Whitehall… Muchas gracias Margaux por tu artículo, es muy interesante.
En primer lugar, enhorabuena por tu artículo. Me ha gustado mucho el tema elegido, no conocía los estudios de Whitehall, y por otro lado está explicado de forma muy adecuada para entender los resultados fácilmente. Un tema clave en salud pública, muy relacionado, como bien dices, con los determinantes sociales de la Salud.
Al leerlo he recordado un artículo que publicó hace unos meses el periódico El Mundo, sobre un estudio de la revista British Medical Journal en el que se revelaba que alargar 3.6 años la educación podría suponer una reducción del 27% en el riesgo de padecer enfermedades coronarias.
En España, tenemos la segunda tasa más alta de abandono escolar y la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte.
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2017/09/01/59a85c75e2704e83638b458a.html
Creo que es un tema que da pie a un debate muy extenso, pero si relacionamos nivel de educación con riesgo de enfermedad cardíaca (por poner un ejemplo dentro de los determinantes), ¿es responsabilidad de la salud pública fomentar el incremento de los años de estudio de una población? Me parece un tema interesante a discutir.