Medir el impacto en salud que ofrecen los programas juveniles es la única forma de evidenciar que estos proyectos están teniendo un efecto representativo en la salud de los jóvenes de Granada. ¿Ese impacto se está midiendo? Si es así, ¿Qué están midiendo y cómo gestionan estos programas?
Como vimos en el bloque anterior, existe un gran impacto en la creación de programas juveniles que tienen como objetivo principal: prevenir el ocio en los jóvenes.
La Conserjería de Juventud de Granada gestiona programas con una gran cantidad de actividades y talleres para jóvenes, entre 11 a 35 años de edad, que tienen un impacto en la salud de los jóvenes al buscar que dejen atrás el ocio.
En una entrevista reciente a Guillermo Moreno, coordinador en la Consejería de Juventud de Granada, se revela la cantidad de programas que ofrece esta entidad en beneficio de los jóvenes. Programas como “Enrédate”, “Espacio Joven” son algunos de los proyectos que buscan que los jóvenes pasen del ocio a recrearse con actividades que sean de su interés y les permitan mantenerse activos, de forma gratuita.
Para cumplir con su objetivo, poseen una estructura organizacional dividida de la siguiente forma:
- Consejero
- Director General de Conserjería
- Técnicos
Dentro de la organización, tienen una red de jóvenes articulada por la cual se pueden desplegar distintos proyectos de salud. La red está distribuida en 6 puntos focales que contienen todos los sectores de Granada.
Ofrecen clases de costura, baile, senderismo, cocina, teatro y telegrafía. Así como otras actividades que incluyen concursos, presentaciones artísticas y exposiciones de arte.
Actualmente, se mide la cantidad de jóvenes por programa. Si lo miramos desde la perspectiva del sistema sanitario, capturando otros campos, podríamos realizar estudios para medir sus impactos en salud y reproducirlos.
Parte de los esfuerzos para medir el ocio de los jóvenes de la consergeria de la juventud de Granada, es la reciente “Estudio sobre las Demandas de Ocio Juvenil en Granada 2017” a una muestra de 300 jóvenes entre 12 y 35 años de edad.
“Teniendo en cuenta la variable usuario de la Concejalía de Juventud, tenemos que el 34’4% de los entrevistados con edades comprendidas entre 12 y 17 años declaran ser usuarios de la Concejalía de Juventud, frente al 63’9% que declaran no serlo y el 1’6% restante que no contesta. De otro lado, de los sujetos participantes en el estudio con edades comprendidas entre 18 y 35 años, el porcentaje de participantes se reduce a 23%, frente al 75’3% que declaran no serlo y el 1’7% restante que decide dejar en blanco la pregunta.” (Conserjería de la Juventud, 2017)
Analizando los datos del estudio anterior, podemos observar como la Conserjería de la Juventud tiene una red instaurada con un potencial de un 34’4% de los jóvenes de la población de Granada, por lo cual se podrían difundir múltiples programas y estudiar la salud de los mismos a medida que se integran a programas de prevención de ocio.
Como parte de la gestión en los sistemas sanitarios, debemos integrar estrategias que vinculen proyectos que tienen un impacto en salud más importante que los programas asistenciales, de esta manera se pueden impulsar iniciativas de mayor impacto sin necesidad de intervenciones.
Estas podrían potencializar los programas de prevención y protección de salud, desde perspectivas que integren a la sociedad, permitiendo a los sistemas sanitarios impulsar iniciativas más costo-efectivas.
Thanks for writing (and researching) these two great articles. As you know, my background is in physical activity and exercise, so I find this topic to be very interesting.
I think you touch on a very important issue which is, how can we direct some of the resources that we put into our health systems towards long term health promotion activities? How can we share the responsibility of physical health among health professionals? Do we need to incorporate more exercise professionals into Primary Health Care?
Sometimes though I ask myself how truly necessary it is to measure the health impact of the activities such as those run by “La Conserjeria de Juventud de Granada”. To what extent do we have to provide evidence to support the existence of opportunities for physical activity and exercise? Obviously the use of (public) resources needs to be monitored and accounted for but I find it hard to understand that there would be well founded arguments against these types of activities that weren’t based in cost-cutting.
Although it doesn’t affect “jovenes” as much, I think it is also important to mention that occupational health is very influential in combating the high levels of sedentary behaviour we are witnessing. “Healthy Workplaces”, which are designed to force / cue employees to be more active and which may also have physical activity classes, might be one of the key tools we can use to challenge this. We now know that it is not only key to perform regular physical activity, but we also want to minimize the amount of time we spend in sedentary behaviours. As a student, I spend 80% of my waking time sitting down, I wish that we as a group and as a school could “practice what we preach” more and encourage healthy practices in the classroom and turn the school into a “Healthy Workplace” too. I would love to see that as public health professionals, we lead by example more!
If you look at page 14 titled “Examples of activities targeting physical activity in the workplace” of the report “Healthy Workplace Guide” from “The Heart Foundation” of Australia it lists tips about how we can create healthy workplaces. Hopefully we can make this happen whilst we are studying the Module of Health Promotion!!
Some of the tips include: providing opportunities for standing, enforce task rotation during shifts, promote walking meetings, facilitate outdoor events, provide shower and bike locking facilities, provide on-site fitness classes.
https://www.heartfoundation.org.au/images/uploads/main/4669_HF_-_Healthy_Workplace_guide_booklet_update_2016_Web_Email_FINAL.pdf