
Según los intereses de cada uno, el empresario Amancio Ortega será mejor conocido como el fundador del grupo Inditex, como el cuarto hombre más rico del mundo, o como el que donó 320 millones de euros a la sanidad pública española. La Fundación Amancio Ortega, establecida en 2001, ya había donado unos 17 millones al Servicio Gallego de Salud (SERGAS) hace unos años, pero en 2017 amplió esta donación para incluir el resto del país. Este importe fue repartido entre las Comunidades Autónomas de España, y Cataluña (47millones), Madrid (46,5 millones) y Andalucía (40 millones) recibieron los importes más grandes.
Después de reunirse con las diferentes consejerías de salud para hablar de sus necesidades, la Fundación decidió asignar este dinero a la compra de máquinas para luchar contra el cáncer: mamógrafos para detectar el cáncer de mama, pero sobre todo aceleradores lineales de electrones para la radioterapia intraoperatoria. Con esta inversión, se esperó que España paliara su déficit tecnológico (del cual alertaba la Sociedad Española de Oncología Radioterápica), y que los hospitales pudieran tratar mejor a los pacientes con cáncer – con una radioterapia de mayor precisión y un tratamiento de menor duración.
Así, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) fue asignada 25 aceleradores de electrones, distribuidos en 11 hospitales de la Comunidad Autónoma. El Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba ya dispone del suyo, mientras que el resto los irán recibiendo progresivamente hasta el año 2020, reemplazando los equipos que vayan quedando obsoletos.
Hasta aquí, todo muy bonito, ¿o no?

El equipo de radioterapia intraoperatoria en el hospital Reina Sofía de Córdoba. Fuente: Junta de Andalucía.
En realidad, esta donación no ha sido recibida con los brazos abiertos por todos. La crítica e incluso el rechazo del donativo han dado lugar a un debate más amplio sobre el financiamiento de la sanidad pública, el papel de las empresas privadas y el uso de la tecnología sanitaria.
Hay quienes critican a Amancio Ortega como empresario: si de verdad le importara la salud de la población, tendría que empezar por mejorar las condiciones de trabajo de las fábricas de ropa de la marca Zara en Bangladés o China. Otros perciben esta donación (e incluso la Fundación en su totalidad) como una forma de pulir la imagen de responsabilidad social de la empresa, o como una forma más de esquivar los impuestos.
Además, varias organizaciones autonómicas que pertenecen a la Federación de Asociaciones de Defensa de la Salud Pública han rechazado la donación, porque según ellas la sanidad pública debería ser financiada por impuestos y dinero público, y no por “gratificaciones” o “limosnas” de empresarios multimillonarios, que además puedan decidir cómo se gastará ese dinero. Pablo Iglesias, líder de Podemos, lo critica de esta forma: “No me gustan las dinámicas tercermundistas del millonario que regala dinero al sector público para hacer un hospital”.
Este debate hasta ha llegado a convertirse en una disputa política, como en el caso de los aceleradores lineales que recibió el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. La portavoz de Sanidad del PP en el Parlamento andaluz acusó al Gobierno regional de mantener los equipos “embalados desde hace 13 meses”, resultando en listas de espera para la radioterapia. En realidad, la demora en la instalación de estas máquinas se debía a su complejo proceso de montaje, ya que los hospitales requieren búnkeres especialmente equipados para recibirlos.
Finalmente, hay quienes advierten que este afán por la tecnología sanitaria podría tener consecuencias adversas: estaría fomentando un “consumismo tecnológico” excesivo, con un uso inadecuado de las máquinas para hacer pruebas y tratamientos innecesarios. Quizás estos 320 millones de euros serían mejor empleados en programas de promoción de la salud y prevención de enfermedades, aunque estos resulten menos “brillantes y modernos” que los aceleradores de electrones.
Sin embargo, considerando los innegables beneficios que puede aportar la tecnología sanitaria, y los recortes que ha sufrido la sanidad pública en los últimos años, ¿existe de verdad un motivo legítimo para rechazar un importe de dinero tan grande, provenga de dónde provenga?
Para una discusión sobre las donaciones de tecnología sanitaria en otras partes del mundo, les invito a leer este artículo de mi compañero, Erick Cortez.
¡Enhorabuena compañera!
Me ha parecido muy relevante el enfoque que has utilizado en la redacción de tu entrada. Siempre es necesario hacer un análisis crítico y objetivo de las aportaciones que hacen empresas privadas en la sanidad. ¿Será que estas aportaciones se hacen en realidad para poder tener mayor influencia en el sector? ¿Son necesarias realmente, o podrían hacerse en otros asuntos con mayor impacto?
En mi opinión, no existe un motivo legítimo para rechazar un importe de dinero que mejore la calidad del servicio sanitario. Sin embargo, no se deben comprometer los objetivos de las organizaciones sanitarias. Por otro lado, al rechazar el aporte de empresas multimillonarias se hace visible el posicionamiento que tiene la sociedad con referencia a la repartición de «limosnas» de parte de millonarios para amortiguar los daños que generan. Al tomar estas decisiones se le impone una cierta presión al sector privado para hacer una transformación dentro de la empresa y no buscar salidas fáciles.
Además, el debate de la actual corriente de invertir en más tecnologías sanitarias es uno que deberíamos profundizar más al momento de analizar las aportaciones que se hacen al sector sanitario público de parte de empresas privadas. ¿Cuál es la necesidad de aportar innovaciones tecnológicas, cuando se necesitan más programas de promoción y prevención? Podría ser que el sector privado ve la necesidad de contribuir al movimiento capitalista desde cualquier frente para continuar en la misma vía de «progreso».
Muchas gracias de nuevo por cuestionar estos temas tan importantes en la actualidad.
¡Excelente artículo Margaux, Felicitaciones!
A mi parecer, no existe un motivo legítimo para rechazar el aporte, más aun, considero que los mismos se deberían fomentar y organizar, para facilitar el saber en qué áreas existen necesidades no cubiertas o cubiertas con dificultades por el sistema público. De este modo las organizaciones o personas que cuenten con los recursos para hacer donaciones que mejoren el bienestar de la población, sepan cuales son las necesidades reales.
Es verdad que existe una dificultad en decir a quien hace una donación, en que o a quien debe realizar la donación, ya que muchas de estas donaciones están impulsadas desde el plano personal por un problema que haya tenido un ser querido, o simplemente una razón personal.
Sin embargo, a lo señalado, es necesario que toda donación de equipamiento médico, como es este el caso, pase por un proceso de evaluación de adquisición de tecnologías sanitarias serio, en el cual se evalúe la real necesidad de esta tecnología según el modelo de gestión asistencial y la demanda de la población, para que sea una ayuda y no se transforme en un problema. Te invito a leer mi artículo respecto a la donación de equipamiento médico http://www.easp.es/blogmsp/2018/04/08/donacion-de-equipos-medicos-una-solucion-o-un-problema/
¡Felicitaciones nuevamente!