
Antes de comenzar a leer este artículo, visualiza a una persona líder en tu cabeza y luego abre una pestaña de Google de búsqueda de imágenes y escribe simplemente «Líder». Fíjate con atención en las imágenes que te aparezcan y contrasta con la que te imaginaste.
No me sorprende si te ocurre lo mismo que a mí. La mayoría de las imágenes son hombres, en posturas sumamente masculinas y rodeados por un equipo detrás. Por el contrario, hay algunas pocas imágenes de mujeres con una sonrisa amplia, solas o acompañadas de hombres. Incluso en casi la totalidad de las imágenes que corresponden a dibujos, son figuras masculinas.
¿Será casualidad?
Cuando hablamos de Liderazgo, es imprescindible considerar elementos de género que se relacionan con la forma en que vamos a entender un cargo de liderazgo y su posterior evaluación de desempeño.
◊ ¿Es lo mismo ser un líder hombre que mujer?
◊ ¿Habrán debido sortear las mismas pruebas?
◊ ¿Son evaluados de la misma manera?
Este post pretende que cada uno de ustedes sea capaz de reflexionar estas cuestiones. Haciendo un recorrido por la definición de estos conceptos y su interrelación en procesos individuales, colectivos, así como con grandes estructuras sociales. Para comprender la relevancia que adquiere el género en la construcción y comprensión del liderazgo.
Vamos a comenzar entendiendo el liderazgo como el ejercicio de una influencia sobre los demás, incentivando a lograr una meta común. Debiendo tomar decisiones, organizar y establecer el trabajo a desarrollar. Para una mayor comprensión de un líder y las diferentes formas de ejercer liderazgo, les recomiendo las entradas de Patricia Castillo.
Y género… ¿Qué es? Pues en términos básicos, el género lo vamos a considerar como una construcción social de lo que la mujer y el hombre “deben ser”. Son aquellas conductas, valores y principios que socialmente se han asociado al sexo y que cada uno de nosotros reproduce y mantiene. Se asocia a conceptos que van más allá de “lo masculino” y “lo femenino” y cada vez se va desentendiendo más de la concepción binaria. En este artículo me centraré en la concepción de “femenino” y “masculino” solamente. Es importante considerar para este trabajo, que el género se socializa, es decir se aprende a través de la interacción social. Y muchas veces tenemos pre-concepciones de lo que una persona tiene que ser por aquello que hemos aprendido, y que no hemos cuestionado. Incluso de lo que nosotros debemos hacer y pensar, sin darnos cuenta de que estamos reproduciendo justamente aquello que se nos ha enseñado como inherente a nuestro sexo. Que hemos internalizado y que tenemos como gafas al momento de analizar el mundo.
El género es fundamental al momento de entender las funciones y generar las expectativas asociadas a un cargo de liderazgo. Korabik y Ayman (2007) proponen un modelo de género y liderazgo útil para comprender el alcance que tiene su relación. Ellas plantean que el liderazgo surge de la interacción social entre los líderes, sus supervisores y subordinados. Y que la forma en que estos se relacionan se va a deber a cómo cada uno de estos actores entiende el rol de género en términos de actitudes, valores y orientación.
En una organización, tanto el supervisor como el subordinado tendrán pre concepciones de cómo debe comportarse la persona a cargo del rol de líder, teniendo expectativas asociadas al género de dicha persona. Van a tener internalizados determinados estereotipos, por ejemplo, que la mujer como líder será más comprensiva y empática que un hombre. Estas creencias individuales, también se relacionan con elementos propios del entorno, como por ejemplo la cantidad de mujeres que poseen cargos de poder o la cantidad y tipo de tareas que se les encargan. Es decir, se van a modificar en la medida en que el mundo exterior reafirme o desestime sus prejuicios. Es importante destacar que esto es completamente extrapolable a las organizaciones comunitarias, donde todos se encuentran en igualdad de condiciones, ¡La brecha de género sigue presente!
Si a la mujer que se encuentra en el cargo de líder se le asignan principalmente tareas de tipo emocional, se va a reforzar el prejuicio que se tendrá de ella e incluso ella de sí misma.
Todo lo anterior se circunscribe a la relación de poder existente actualmente entre hombres y mujeres, donde se otorgan roles sociales de mayor relevancia a los primeros. Lo cual es descrito por Eagly y Karau en el año 2002, quienes dicen que socialmente se percibe a los hombres con roles más congruentes con el rol del liderazgo, lo que resulta en perjuicio de las mujeres líderes. Esto se sustenta también con la propuesta relizada por Eagly, Karau y Makhijani en 1995, que plantea que las mujeres son vistas como menos efectivas cuando se encuentran en un ambiente dominado por hombres o roles asociados a lo masculino
Antes de seguir leyendo…piensa ¿Has exigido lo mismo a tu profesora o profesor?, ¿De quien te sientes más cómoda aceptando órdenes?, ¿Te es más fácil cuestionar la autoridad de tu jefe si es hombre o si es mujer?, ¿A quien interrumpes más?
Nuevos estudios han demostrado que las mujeres que presentan características andróginas tienen mayor probabilidad de emerger como líder. Esto podría ser debido a la baja valoración social de «lo femenino» en el ámbito profesional. Exigiendo neutralidad o la masculinización para que ◊una persona logre llegar a líder.
Contestando a las preguntas planteadas al inicio entonces…
◊ NO es lo mismo ser un líder hombre que mujer
◊ NO han debido sortear las mismas pruebas
◊ NO son evaluados de la misma manera
El punto de partida no es equitativo, a una mujer le costará más trabajo llegar a un cargo de liderazgo. Tanto por su propia concepción como mujer y sus capacidades, como por las expectativas asociadas a su rol de género a nivel social. La forma en que será evaluada no será la misma que un hombre, las exigencias de su cargo van a variar de acuerdo a lo que sus subordinados y supervisores consideren que una mujer «es».
Debemos cuestionar nuestras prácticas laborales, al momento de contratar, de compartir y de exigir.
Debemos cuestionar nuestras exigencias y expectativas hacia aquellos que consideramos nuestros líderes, está en manos de todos hacer un mundo más justo, que no imponga estereotipos de género, permitiendo que se vea más allá de mujer, hombre y orientación sexual. Entendiendo que el liderazgo no se ejerce de sólo una manera y que no todos los hombres ni todas las mujeres lo ejercemos igual.
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