Cuando conocimos el caso de Pedro rápidamente reconocimos en él los problemas de salud de muchos hombres de su edad que en su contexto transitaban hacia la jubilación. Sobrepeso, fumador, déficit ocupacional, síntomas depresivos, sedentarismo, hipercolesterolemia, crisis de cuidados de familiares o aislamiento social, eran problemas comunes y conocidos por los distintos profesionales sanitarios. Sabíamos que el 19% de la población española tiene la edad de Pedro o más años, con una expectativa de vida de 21 años de los cuales algo más de 9 años se corresponden con una expectativa saludable de vida.
Fuente: Organización Mundial de la Salud. (2015). Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud.
Sin embargo, así planteados, los datos se mostraban como “cosas” estáticas retratadas en una fotografía esperando a ser diseccionadas por los profesionales, items ajenos a su naturaleza relacional y transversal de lo que es un proceso de cambio vital, no sólo de tipo biológico o psicológico. De repente el problema de promoción de salud planteado adquirió múltiples matices, sujetos y predicados.
Así pues, decidimos ver a Pedro como un reto, una excusa o aliciente que nos permitiera acercarnos a un problema colectivo común. Y para acercarnos sin imponer, sorteando sesgos y tics autoritarios por nuestra parte, apostamos por una mirada interdisciplinar coordinada y por el liderazgo de la comunidad para definir, priorizar, proponer y evaluar las soluciones al reto de promoción de salud que significa un envejecimiento saludable.
Llegamos al convencimiento de que favorecer la participación social, el empoderamiento en salud y la revalorización sociopolítica y cultural de las personas mayores eran pasos necesarios para garantizar la eficacia de las posibles intervenciones o acciones. Y éstas no siempre vendrían de la mano de la iniciativa técnica o profesional, sino que habría que acercarse humildemente a la comunidad para conocer si ya había procesos en marcha de esta naturaleza. Continuidad en el tiempo, el medio como fin, el cómo, serendipia, definición comunitaria de activos en salud eran ingredientes necesarios para una participación comunitaria que no estaba reñida con el acompañamiento técnico. Se trataba de verlo de forma complementaria, como sumandos; no es una unión disyuntiva, sino copulativa de los saberes profesionales y populares en salud y bienestar.
Son numerosas las posibles acciones o intervenciones que podrían favorecer un envejecimiento activo en la comunidad. Según la bibliografía disponible descubrimos que la capacidad física de las personas mayores pueden seguir diferentes trayectorias a tener en cuenta para cualquier intervención o acción comunitaria. En nuestro caso, Pedro disfruta de una buena capacidad física que no deja de ser esta una potencialidad para mejorar su salud y bienestar, a través, por ejemplo, de la marcha nórdica.
Fuente: Informe OMS, 2015
Por otro lado, la actividad en los huertos urbanos concilia múltiples esferas a tener en cuenta para el envejecimiento activo: actividad motora gruesa y fina, planificación y actividad ocupacional, relaciones sociales, reconocimiento social o alimentación saludable. También en relación con la sostenibilidad urbana y la solidaridad intergeneracional. Especialmente inspiradoras nos resultaron las experiencias de Sevilla y Barcelona. Estas iniciativas además podrían asociarse a otras relacionadas con una alimentación saludable y adaptada a las personas mayores, como el taller de cocina saludable que se puso en marcha en el País Vasco.
Las actividades culturales para la tercera edad han demostrado suficiente evidencia sobre las posibilidades y resultados en cuanto al envejecimiento saludable se refiere: programas de música, programas de arte, participación en eventos, las experiencias de Brooklyn o el ejemplo de los Museum Plus Bus.
Además, la potenciación de las redes sociales en personas mayores favorece la reducción de la brecha generacional, la estimulación cognitiva o la reducción del aislamiento social, como la experiencia de la plataforma Enrédate, creada por la Cruz Roja.
Terminamos concluyendo que las personas mayores contribuyen al bienestar de la familia y de la comunidad y que constituye un mito presentarlos únicamente como receptores pasivos de salud. Además, nos gustaría finalizar compartiendo la siguiente reflexión que refleja a la perfección el espíritu del envejecimiento activo: “la meta no es añadir años a la vida, sino añadir vida a los años”.
Artículo construído colaborativamente por Ángel Recuenco, Annika Kunze, Amanda Srsic, Carolina Traub, Cristina Ballesteros, Evelise Pereira Barboza, Fernando Araos, José Luis Jiménez, Maïté Brugioni y Patricia Castillo.