[Esta entrada de blog forma parte de una serie de entradas acerca del comedor ecológico Gómez Moreno – pincha aquí para leer la introducción]
No hace falta ser madre o padre para reconocer que los colegios forman una parte importante de la vida de los niños. Pasan muchas horas en ese entorno, lo cual supone una oportunidad única para formar sus actitudes hacia su salud y sus hábitos de vida, que solo les afectan en el presente pero también tendrán importancia más adelante. Los comedores escolares, donde muchos niños comen una vez al día, son un ámbito con gran potencial para promover hábitos alimenticios saludables, importantes en la prevención de la obesidad infantil, cada vez más prevalente. Además, los colegios tienen otros recursos físicos y personales que pueden apoyar al aprendizaje fuera del comedor y del aula, que involucran a la familia y de la comunidad.
Esta entrada de blog pretende explorar la evidencia científica que apoya a las intervenciones de promoción de la salud en los colegios, además de presentar casos de comedores escolares que comparten características similares al Comedor Gómez Moreno, ya sea en el tipo de comida que sirven o en la estructura de gestión.
Comer para perder: el papel de los colegios y comedores escolares en la prevención de sobrepeso y obesidad infantil
En España la tasa de sobrepeso infantil se sitúa en torno al 12%, y de obesidad al 18%, de las más altas de Europa. Esto no solo tiene repercusiones en la infancia, sino que se asocia con riesgos de salud importantes en la edad adulta: diabetes tipo II, hipertensión, enfermedad cardiovascular, depresión…
Aunque no se hayan llevado a cabo muchos estudios concluyentes en el tema, muchos coinciden en que la escuela primaria (e incluso secundaria) ofrece una oportunidad para la prevención de la obesidad y la promoción de hábitos saludables entre los niños.
Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en Philadelphia (EEUU) comparó a diez colegios que recibieron una intervención multicomponente sobre la educación nutricional y la involucración de los padres en los comedores. Concluyó que los alumnos de colegios que habían recibido la intervención tuvieron prevalencias de sobrepeso un 50% más bajas al cabo de dos años que en los colegios del grupo control.
Sin embargo, dado las limitaciones de estos estudios (pequeños tamaños de muestra, barreras de implementación de las intervenciones, falta de tiempo de seguimiento, factores confusores…), se necesitan más estudios que aporten evidencia a este tipo de intervenciones.
Comer para vivir mejor: el papel de los colegios y comedores escolares en la promoción de hábitos saludables
El comedor escolar es un espacio educativo donde los niños pueden aprender de forma activa los hábitos alimentarios saludables, además de las normas sociales de comportamiento en la mesa. Esto apoya a los componentes más formales del currículum impartido en las aulas.
Un estudio en Berkeley, California (EEUU), categorizó a escuelas en un grupo con programa saludable más desarrollado (con comida local y huerto en el comedor, y que incluían educación nutricional en las clases), frente a escuelas que no tenían estas características y dependían de empresas de catering para la comida. Encontró que los alumnos de 4º y 5º de primaria del grupo más desarrollado tenían más conocimientos sobre nutrición, comida y medio ambiente, y tenían un nivel de preferencia más alto para frutas y verduras que los alumnos del grupo menos desarrollado. Además estos conocimientos se mantenían durante los siguientes años.
En el estudio de Philadelphia mencionado antes, los colegios del grupo control vieron un aumento en el sedentarismo de los alumnos y en las horas de televisión comparado con el grupo de intervención, que tenían además una mejor percepción de su imagen corporal. Esto refleja que la intervenciones llevadas a cabo en el ámbito del comedor tienen repercusiones más allá de los hábitos alimentarios.
Experiencias de comedores con características similares al Gómez Moreno
La literatura sobre comedores escolares presenta casos que comparten algunas características similares al de Gómez Moreno: sirven comida ecológica, de proveniencia local, preparada in situ, y que involucran a familias y comunidades, ya sea a través de AMPAs o de forma más informal. Esto es una pequeña vuelta al mundo para conocer estas experiencias…
Alimentación ecológica, local y de temporada
Empezamos en Dinamarca, donde se observó que los alumnos en colegios públicos que ofrecían comida ecológica tenían hábitos alimentarios más saludables comparado con colegios sin comida ecológica. En general, los alumnos tenían actitudes positivas frente a la comida ecológica, pero aunque tenían la intención de aumentar el consumo de alimentos saludables esto no necesariamente resultó en un cambio de comportamiento. Sin embargo, el estudio sugiere que el simple hecho de cocinar con ingredientes ecológicos a los alumnos les hace más conscientes de la variedad de alimentos saludables y ecológicos.
Los comedores escolares del pueblo de Piombino, en Toscana (Italia), no ofrecen comida cocinada in situ, pero sí priorizan los alimentos ecológicos, de producción local y de temporada. Aunque la comida es suministrada por una compañía de catering, lo que diferencia este modelo de otros en Europa es que la puntuación de los proveedores durante el concurso de licitación depende principalmente de la inclusión de productos ecológicos y locales, con certificación DOP/IGP y los proyectos educativos orientados al alumnado, profesorado y familias, y no solo de los costes.
En Wisconsin (EEUU), un programa llamado “Farm to School”, que mejora el acceso a alimentos locales para comedores escolares, no sólo aumentó la disponibilidad de frutas y verduras en los comedores escolares, sino que la voluntad de los niños de probarlos, además de mejorar sus conocimientos acerca de la nutrición y de la agricultura.
La participación de la familia y de la comunidad
La participación de la comunidad y de la familia en la alimentación escolar, que es una característica central del Goméz Moreno, también se ha visto en comedores escolares en Indonesia. En 1996, justo antes de una importante crisis económica, el gobierno instauró un programa de comida escolar basada en la comunidad, con la involucración de actores comunitarios y las estructuras administrativas preexistentes. Estas características permitieron la sostenibilidad del programa durante la crisis, manteniendo la calidad nutricional a pesar del aumento en el precio de los alimentos.
Por último, en España se ha evaluado los comedores escolares gestionados de forma directa, que sirven comida preparada in situ y en los cuales el papel de monitor es ejercido por los profesores y no por personal externo. En estos colegios se encontró que los niños comían “más y mejor”, quizás debido a la presencia de los profesores, quienes conocen mejor a los alumnos y crean un ambiente más propicio al desarrollo de hábitos saludables.
Conclusión: la abundancia de recomendaciones
Dado la diversidad de modelos de comedores escolares, y la complejidad de intervenir en ellos para promover la salud infantil, puede resultar difícil encontrar evidencia irrebatible de los beneficios de una intervención frente a otra. Sin embargo, en la literatura se establece el consenso de que las escuelas, y los comedores escolares en particular, son un determinante importante en la salud y el aprendizaje de hábitos saludables en los niños.
Además, cada país elabora recomendaciones para que los comedores escolares sean espacios salutogénicos para los niños, más allá del contenido nutricional de las comidas que consumen. Por ejemplo, las recomendaciones para comedores escolares en España, que son propuestas por profesionales de medicina, nutrición y educación infantil, incluyen:
- La integración del comedor en el proyecto educativo, para servir también como una fuente de conocimiento.
- La promoción de hábitos alimentarios saludables y el desarrollo de habilidades sociales, además de los aportes nutricionales adecuados.
- La creación de un entorno donde los niños puedan practicar/utilizar las habilidades e información.
- La presencia de monitores o educadores, con la función de dinamizar el espacio y las actividades del comedor – antes, durante y después de la comida.
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Autores: Sofía Noguera Alonso y Margaux Bricteux