De acuerdo al informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en noviembre del 2017, España se situaba en el segundo país con mayor esperanza de vida, con una media de 80,6 años. En 1960, la esperanza de vida de los españoles era de 69,85 años 4. Este acelerado aumento de la esperanza de vida no se ha producido únicamente a nivel nacional sino también a nivel mundial. Esto resulta, en gran medida, de los avances científicos en el campo de la investigación médica. Sin embargo, el aumento en la esperanza de vida conlleva a un incremento en el número de personas diagnosticadas de enfermedades crónicas y por consiguiente a un elevado malestar general en ciertos pacientes 2.De aquí deriva una nueva cuestión ética, el derecho del paciente a solicitar la eutanasia .
Para ello es necesario volver al origen etimológico de la palabra eutanasia. Proviene del griego “eu”- buena, “thanatos”-muerte, la buena muerte 3 . Derecho que ha sido legalizado en varios países;
En los Países Bajos y en Bélgica (2002), en 5 estados de los Estados Unidos (de los cuales en California en 2015), Canadá (2016) y en Australia en (2017)2.
En Suiza desde el año 2005, gracias a un vacío en la ley, la asociación EXIT (fundada en Suiza en 1982 y creada en Inglaterra en 1935), bajo criterios muy exigentes, ayuda a pacientes a morir en instituciones públicas 5. Un ejemplo de estos criterios está el descartar toda presencia de enfermedad neurodegenerativa (aún en sus fases tempranas), la persona debe poseer toda su capacidad de discernimiento.
Pero no en todos los países la eutanasia es un derecho, en países como España esta es considerada como un homicidio. En España, en el año 2002, se aprobó La Ley de Autonomía del paciente, permitiendo a este último el negarse a un tratamiento siendo aún este vital 2.
En 2007, esta ley permitió a Inmaculada Echevarría, quien sufría de distrofia muscular, el negarse a seguir viviendo gracias a la ventilación mecánica. Cinco meses antes había hecho una petición de “una inyección que me pare el corazón» 1 .Ramón Sampedro, en 1998, no tuvo la misma “suerte” que Inmaculada Echevarría, ya que ninguna máquina le permitía mantenerse en vida. Fue el primer paciente en España en pedir la eutanasia, esta le fue rechazada y durante 29 años estuvo en una interminable batalla jurídica. Finalmente, con la ayuda de sus amigos y de su pareja, pudo cesar ese constante sufrimiento en el que vivía 2. Por lo cual, en España, si la persona no tiene la “suerte” de vivir gracias a una máquina no puede ser dueño de su propia vida.
Como profesionales en el mundo de la salud, hemos podido observar la incongruencia que existe en los cuidados paliativos para estas personas que solicitan la eutanasia; paliar el dolor físico y ¿dónde dejamos el dolor moral?
Vivimos en un sistema que tiende a mantener al máximo las personas en vida, rodeándolas de maquinarias y olvidando al ser humano que se esconde detrás de estas.
Gracias a los avances en medicina, la esperanza de vida ha aumentado de forma exponencial durante estas últimas décadas, por consiguiente, la prevalencia de enfermedades crónicas y las solicitudes de eutanasia 2¿La legalización de la eutanasia en España no sería una continuidad en todo este proceso?
Hoy en día, a través de internet es muy fácil tener acceso a substancias letales o viajar a países donde la eutanasia es legal. Pero claro, todo esto depende de la agenda de contactos de cada uno y de su poder económico. Legalizar la eutanasia en España permitiría tener un control en todo este mercado.
De aquí mi pregunta, acorde a los avances médicos ¿Cuál es nuestro rol, hoy en día, como profesionales sanitarios?
Para mi, es el acompañar a la persona (sana como enferma) en sus decisiones, respondiendo a sus necesidades para así asegurar su bienestar físico-psíquico y social. Favorecer su autonomía ya sea físicamente como en la toma de decisiones. Esto también implica favorecer su autonomía en sus últimos momentos de vida.
La eutanasia, hoy en día, es legal en 5 países que han demostrado que con una regulación muy estricta es posible responder a la necesidad de una pequeña parte de la población.
Todos los avances vienen con algún revés, como profesionales de la salud es nuestro deber estar a la altura de los progresos científicos, para que el avance que estos suponen para algunos no se conviertan en un retroceso para otros.
I’m glad someone has brought up this topic, thank you Lucía. A quick note on the topic of Australia: euthanasia was only briefly legalized in the 1990s in the Northern Territory, and now new legislation has gone through for the state of Victoria but it won’t be fully enacted until mid-2019 (see the BMJ article: https://www.bmj.com/content/359/bmj.j5571). It will be interesting to see how things will play out as the decision has elicited a lot of mixed reactions from both the public and health care professionals.
Whilst we are discussing Australia, I highly recommend watching “Last Cab to Darwin” (https://www.youtube.com/watch?v=hypCdpjTMDI), which is based on a true story. It follows an Australian taxi driver through his last months of life, during which he travels to the Northern Territory to ask for assisted suicide. I don’t want to give anything away, but it brings forth an interesting point in the euthanasia debate, which is the right of friends and family to spend what’s left of the dying person’s time with them. We often speak of the individual’s right to seek euthanasia, but the reality is that few of us live in a social void. How do we navigate these decisions with patient’s family and friends? These considerations need to be taken into account when passing legislation and formulating protocols for health care providers.
That said, I myself have worked as a nurse in a specialist community palliative care team in Australia. I support your statement on health professionals being responsible to support patients’ right to autonomy in the last stages of their lives. I have had the opportunity of seeing “good deaths” and the misfortune of seeing “bad deaths”. I met patients who would have given anything to have access to a medically assisted death, and I also met patients who would have given anything to extend their lives by even just one day. I dismiss the idea that many people have put forth that legalizing euthanasia will normalize suicide. Most of my patients wanted to live above all else. Unfortunately, some are condemned to premature, drawn-out, painful deaths, and I too believe that with tightly regulated legislation, there is room in our health professions to provide dignified, “good deaths”, as perceived and elected by patients and families themselves.
Lucía es genial que traigas este tema a debate. Además, es un tema que desde hace varios años me interesa bastante. Comparto muchas de las ideas que has plasmado en el artículo, quizás por las experiencias personales vividas o quizás por la formación.
Como enfermera, la muerte es una realidad y se encuentra de manera constante en nuestro día a día. Yo he de admitir, que la primera vez que tuve que manejar una situación de una persona que estaba a punto de fallecer en el hospital, no supe muy bien ni cómo afrontarlo ni qué hacer, así que imagino que sea difícil para mucha gente entender este concepto, y mucho menos aceptar que la eutanasia podría ser una muy buena solución en España para aquellas personas que sufren y que desean dejar de hacerlo.
Tras un par de años como enfermera y tras una experiencia muy cercana, he descubierto que el bien morir se ha perdido prácticamente. ¿Por qué nos negamos a nosotros mismos, cuando ya no hay nada más que hacer, que la muerte es parte de la vida? ¿Por qué nos empeñamos en seguir viviendo a toda costa? Quizás sea, esta nueva corriente en la que la juventud y la salud priman por encima de todas las cosas. Quizás sea que nos da tanto miedo lo desconocido que no queremos ni plantearnos la idea de sufrirlo. No lo sé muy bien. Pero lo que si que creo totalmente es que el buen morir es NECESARIO y debería plantearse como algo vital a la hora de tomar decisiones como si se realizan medidas invasoras a un paciente o no.
Por otro lado, sé de buena tinta que al personal sanitario muchas veces no se les enseña algo fundamental como que la muerte es parte de la vida. Muchas veces no se les explica que hacer que las personas que están sufriendo dejen de sufrir también es un buen tratamiento. También creo que de vez en cuando olvidan que las personas son algo más que números, tablas y enfermedades que tratar, viendo simplemente las mejoras de estos en papel, sin ver a la familia, al paciente y a lo que éste demanda.
Pero lo que está claro es que esto no es un problema exclusivo de los sanitarios y que debe involucrar también a la politica. ¿Regularla, no regularla? Es difícil saber. Entiendo que a ojos de un político lo que parezca es que aceptan que la gente se muera así como así sin ninguna repercusión legal. Supongo que eso podría costar el puesto a más de uno y no todos están dispuesto a aceptarlo. Entiendo también que para ellos sea un problema difícil de abordar, porque además de suponer un debate ético y moral, reciben muchas presiones desde distintos grupos de influencia.
Finalmente, intentándolo abordar desde la bioética y sus principios, en concreto el de autonomía, sé que debería primar la decisión de la persona por encima de muchas cosas pero a mi y a mi moral se le plantean muchas dudas. ¿Hasta dónde es el sufrimiento, un sufrimiento que haga que quieras morirte? ¿qué considera cada uno sufrimiento? ,la capacidad de decisión de una persona debe primar por encima de muchas cosas pero, ¿es siempre esa decisión tomada por uno mismo? ¿ha perdido el ser humano la capacidad de querer vivir? ¿el ser humano tolera menos el dolor porque ya no quiere saber nada de él? ¿es necesario seguir haciendo que una persona viva aun sin querer ésta hacerlo? Y sobretodo, ¿por qué nos empeñamos todos en opinar en algo tan personal como la decisión de morir? Muchas gracias de nuevo Lucía por traer este tema y pasarán los años y seguiremos en el mismo sitio aunque quiero creer que no.
Luci, primero que nada me gustaría felicitarte por el empeño que pusiste al realizar esta publicación, ya que sin lugar a duda, me tocó ver un poco del trabajo tras bambalinas que realizaste, desde la imagen con autoría propia, hasta el tiempo invertido de investigar sobre el tema.
Me gustaría poder compartir en este post, un poco sobre la perspectiva que se tiene en México, en donde a pesar de la supuesta familiaridad de los mexicanos con la muerte y la gran cantidad de expresiones culturales y artísticas relacionadas con el tema, existen actitudes reprobatorias similares a otros países en Occidente.
El debate respecto a la eutanasia no ha prosperado. Esto puede explicarse debido a la complejidad de elementos que intervienen en él, tales como cuestiones éticas, médicas, legales, religiosas, psicológicas y sociales.
Y es qué, con todo esto, y con la ola de información existente entre eutanasia y suicidio de muerte asistida, surgen en mí las siguientes interrogantes: ¿Cuál es la diferencia? ¿Ambas son vistas de la misma manera?¿Cómo se podría justificar la eutanasia?
Y viene a mi la siguiente respuesta: en lo personal la eutanasia, es una acción que reconoce el derecho de un enfermo a decidir cuándo y cómo morir ante sufrimiento intolerable. Sin lugar a duda, es el claro ejemplo de respeto a la autonomía (la toma de decisión respecto a la vida).
Otras dos preguntas que surgen en mí, al leer este post, son las siguientes:
¿Cuál es la mejor forma de realizar esta práctica? ¿De manera clandestina o respaldada por el Estado?
¿Y cómo regularla? Ya que ésta implica una acción concertada entre un paciente y un médico; es un acuerdo que se basa en el respeto a la autonomía del paciente y en la solidaridad del médico.
Finalmente, solo me insta decir que este tema, continuará causando polémica en mi país, en España y en la mayoría de los países del mundo, dada la complejidad de la decisión.
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