La institucionalización del parto en Chille: «un itinerario lleno de transgresiones que siguen teniendo repercusiones hoy…»
Las siguientes líneas son una invitación a realizar un viaje a como se nacía y se nace en la ruralidad de Chile y como una política de salud pública inserta una parada obligada en un itinerario milenario donde la forma de parir estaba profundamente relacionada a la cultura y la forma de habitar el territorio. Es aquí donde se produce la primera transgresión ya que se implementó una estrategia que buscaba proteger la salud materna y del recién nacido, sin embargo la forma de instalación… fue brusca, intrusiva y desacreditadora con las estrategias locales lo que generó mucha resistencia y falta de credibilidad en el sistema de salud Alópata aumentando la brecha de encuentro entre estos dos sistemas de salud.
Hasta el siglo XIX parir en Chile era un ritual eminentemente femenino, donde las mujeres eran acompañadas en este momento por sus madres, abuelas, suegras y fundamentalmente la partera. Personaje clave durante este itinerario que posteriormente fue perseguida, atemorizada y finalmente extinta por los agentes sanitarios del espacio territorial, convertidos en una verdadera policía sanitaria.
Aunque este fenómeno ha sufrido grandes cambios a partir de la segunda mitad del siglo XX, en los sectores rurales esta práctica se mantuvo, resistiéndose a morir todo lo que su gente lo permitió. Por eso es tan relevante hacer referencia a la historia oral rescatada entre praderas verdes, mar azul de los canales sureños y las cocinas a leña que en su calor cobijan el pasar de los días, lo cotidiano, en la ruralidad del sur de Chile, como se muestra en el Video titulado “ las abuelas sanadoras de Chiloe”
( https://youtu.be/Baabv4wMDXY) donde se refleja la historia de 5 parteras que nos abren en la intimidad de su casa su contribución histórica a la salud colectiva.
Hasta entonces, ser partera era un oficio, vivido con gran responsabilidad por aquellas mujeres entrenadas transgeneracionalmente: llamadas abuelas, se les debía respeto y cariño durante toda la vida, por el importante hecho de haberlos traído al mundo: “no cobraban, pero se les retribuía casi siempre con ayuda, generalmente apoyando con alguna “minga” ( recolección de papas, trigo o alguna faena realizada en comunidad).
El trabajo de parto era una vivencia colectiva: el acompañamiento cercano
(apoyo físico, emocional y espiritual) lo realizaban solo las mujeres de la familia y cuando en ella no había una partera se buscaba a la más cercana; los hombres de la familia esperaban fuera de la casa, acompañando al futuro padre.
Sin embargo, en ocasiones el parto domiciliario atendido por parteras se asociaba a muerte materna ( complicaciones de parto o del puerperio como hemorragia o infecciones) y del Recién Nacido ( asfixia perinatal entre otras). Por esta razón desde la experiencia sanitaria del centro neurálgico ministerial donde se desarrollaban las políticas de Salud Pública (SP) aparece como medida para el control de la mortalidad del binomio (madre-recién nacido) la institucionalización del parto. Así, poco a poco, se transitaba a una medicina científica, relato apreciable en el libro de la historiadora María Soledad Zarate
(“ Dar a luz en Chile S.XIX, de la ciencia de hembra a la ciencia Obstétrica”)
Recién el año 1938 se comenzaron a formar las primeras matronas en Chile, constituyéndose como carrera universitaria, que tuvo una impronta casi exclusivamente femenina hasta no mas de 20 años atrás, donde se empezaron a formar también algunos hombres. Sin embargo el proceso de formación fue lento y gradual, al igual que la llegada de médicos a los sectores rurales del Chile profundo, de forma que las parteras siguieron siendo muchas veces la única oportunidad de asistencia.
El proceso de instucionalizacion conllevó algunos fenómenos asociados, como el deber de acercar a las mujeres a las grandes ciudades que contaban con hospitales con médicos y/ o matronas para tener un parto profesionalizado; entonces aquella antigua ceremonia colectiva se transformó en un espacio de soledad, donde las mujeres eran trasladadas a las 35 semanas a casas de tipo pensiones llamadas “ hogares de la madre campesina”.
Hoy los relatos de esas mujeres en un momento tan especial como el nacimiento de un hij@ se percibe impregnado de angustia durante esas 5 semanas que restaban hasta la parada obligada de este viaje, el parto. En ese periodo debían dejar hijos, familia y casa, y partir a parir en un hospital completamente solas, de donde regresarían con la guagua solas de vuelta a su casa.
Aunque es cierto que las cifras de mortalidad materno infantil en Chile disminuyeron considerablemente donde quizá el institucionalizar el parto fue un factor relevante, algunas preguntas siguen sin encontrar respuesta en el itinerario de este viaje:
– ¿es que acaso no se pueden realizar estos procesos de forma más gradual , de forma menos intrusiva, responsables de generar menos impacto colectivo?
– ¿Cómo valorar la tendencia a regresar al parto en domicilio guiado por “Doulas”(personal no sanitario que brinda apoyo emocional a las mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto), que suponen en cierta forma un maquillaje posmoderno de las viejas parteras?
– ¿No representa la institucionalización otra forma de violencia obstétrica, paradójicamente cuando lleva como bandera de lucha el parto llamado humanizado o respetuoso ?
Me parece muy interesante el tema que has abordado, ya que esta transición hacia la institucionalización del parto no ha ocurrido únicamente en Chile sino también por ejemplo en España o Francia.
Por un lado, estoy de acuerdo en el aspecto de que el parto debe vivirse desde una experiencia colectiva o al menos con las personas más cercanas. Estoy segura de que es una experiencia que precisa de calor de los que te quieren y de compañía, además el acto en sí mismo es una gran responsabilidad, ya que conlleva traer nueva vida al mundo. Es por esto que todo este saber tradicional no debería perderse ni dejarse en el olvido aunque si que creo necesario la profesionalización de este acto, ya que el acto de nacer y de traer vida al mundo es trascendental. Si bien por lo que cuentas en Chile no se ha hecho de la mejor manera posible, creo que la tendencia en España está cambiando y está entrando mucho más el valor todo el proceso en sí mismo.
Cuando recuerdo a mi madre comentándome cómo vivió ella su embarazo a como veo que lo ha vivido mi prima 30 años después parecen dos historias totalmente distintas de algo que se lleva haciendo toda la vida. Si bien es cierto que esto es una experiencia personal, desde la profesional, también puedo comentar que mis amigas matronas cuentan que «ya no aprenden como antes», que ahora «se pone el valor a la mujer y sus necesidades, así como el vínculo afectivo madre y bebé, además de por fin, darle al padre un papel en el proceso y nacimiento del bebé».
Como prueba de esta nueva estrategia, en Madrid se encuentra una unidad especial dentro del hospital de Torrejón de Ardoz, que dedica un área importante, a lo que llaman «Programa de parto respetado». Este programa consiste en ofrecer atención al parto respetando el proceso fisiológico y fomenta, entre otras cosas, la lactancia materna. Aquí te dejo el enlace por si quieres echarle un ojo (http://www.hospitaldetorrejon.es/especialidad-interna/programa-de-parto-respetado/7/34/) Pero lo interesante de este hospital es que hace este proceso, a trav´s de dos vías. Una desde el cuidado del parto y toda su parte “ancestral” y otra desde la profesionalización del parto, cuidando y manteniendo que el parto debe vigilarse en todo su proceso y teniendo cerca los medios disponibles para que en caso de que hubiese una complicación, se actuase de la manera possible. Así que con respecto atu pregunta de que si se puede realizar este proceso de manera menos intrusive, creo que sí, y que algunos hospitals ya lo están consiguiendo.
Por otro lado, con respecto a la pregunta que te realizas acerca de las doulas, en España en particular ha habido mucho debate. Si bien si creo que debe haber un acompañamiento y alguien que te guíe durante el proceso, creo que como he mencionado anteriormente, esto se puede hacer desde el hospital y los conocimientos necesarios, con los profesionales correspondientes especializados en ello. Si bien entiendo que muchas personas necesiten de algún acompañamiento espiritual durante el embarazo, pudiendo ser la función de la doula complementaria en algunas ocasiones, no creo que deban dejar todo este proceso exclusivamente al tratamiento de una doula, que, aun siendo muy similares a las antiguas parteras, hay veces que las técnicas y procedimientos que realizan no son los más adecuados. Nacer es un acto extraordinario, y conlleva mucho, no sólo a nivel personal sino espiritual y trascendental, pero existiendo los medios hoy en día, debería primar el trato profesional (siempre que sea humanizado y cuidado) por encima de otras creencias.
Aquí te dejo un par de artículos sobre las doulas en España y la reacción de las matronas con respecto a sus procedimientos (no olvides que a veces los periódicos son más sensacionalistas de lo que deberían)
– La polémica moda de las doulas: https://www.elmundo.es/salud/2015/02/17/54e2453722601de93e8b457c.html
– Enfermeras y matronas denuncian que las doulas fomentan «prácticas de canibalismo»: https://www.elmundo.es/salud/2015/02/16/54e1e5d822601dcd748b4581.html