El sol sale en Diepsloot, uno de los numerosos “townships” que rodean la cuidad de Johannesburgo, en Sudáfrica. Carmelita (pseudónimo) se despierta, como de costumbre, a las 6 de la mañana para preparase para ir al colegio. Las paredes de su habitación, antes pintadas de amarillo, tienen ahora grandes superficies blancas sin pintura donde Carmelita poco a poco ha ido excavando.
Carmelita sufre un trastorno de la alimentación llamado pica, que le hace ingerir compulsivamente productos no alimenticios como restos de pintura, polvo o arena. Pero no es la pica lo que la ha llamado la atención del grupo de investigadores analizando las necesidades de los estudiantes de la zona, sino sus niveles de plomo en sangre, diez veces más altos que la media del resto de sus compañeros de clase.
Todos hemos oído hablar del plomo: baterías de coche de plomo, delantales de plomo contra las radiaciones, la gasolina sin plomo.. En el caso de la pintura, el plomo aporta durabilidad y evita las grietas, aunque ya existen muchas formulaciones que prescinden del él.
Pero como la mayoría también sabemos, el plomo tiene otra faceta: es un metal pesado altamente tóxico. La ingesta de plomo en niños tiene consecuencias especialmente graves ya que causa problemas de desarrollo neurológico que pueden conducir a un menor coeficiente intelectual (CI), un incremento de las conductas antisociales y un déficit de la atención, todos los cuales son irreversibles. Tanto es así que la comunidad científica afirma que “no existe una concentración segura de plomo en sangre”.
En la historia de la Salud Pública, la reducción de la intoxicación por plomo en niños se considera uno de los logros del siglo XX. En Estados Unidos por ejemplo, los porcentajes de niños de 1 a 5 años con niveles en sangre de 10 µg/dL bajaron de 88.2% en el periodo de 1976–1980 a 0.9% en 2003–2008. Esta bajada drástica fue la consecuencia de la aprobación de una ley en 1978 que prohibía la venta de pintura con más de 600 partes por millón (ppm) de plomo. Hoy en día, los niveles máximos permitidos son de 90 ppm.
Sin embargo este éxito no se ha dado en la totalidad del mundo. La OMS afirma que actualmente hay 240 millones de personas intoxicadas por plomo, el 99% proveniente de países en desarrollo. En Tailandia y Nigeria, por ejemplo, más del 90% de las pinturas que se venden contienen más de 600ppm de plomo, mientras que en China el porcentaje es de 36.6%. Como casos extremos destacan Argentina, Tunisia, Etiopía y Costa de Marfil donde se ha encontrado muestras de pintura de más de 99000 ppm.
Países en los que se sigue vendiendo pintura decorativa plomada
Pero, si el plomo es tan tóxico y no es indispensable para la producción de pintura, por qué se sigue utilizando?
El problema es multifactorial: en primera instancia, muchos países no disponen de leyes que regulen el uso del plomo. En segundo lugar está en el miedo de las empresas a perder dinero en la reformulación de la pintura y a perder clientes por la subida de precios que eso supondría. También cabe mencionar que en algunos casos, aunque exista una legislación regulatoria, productos fabricados en otros países sin regulaciones acaban entrando en el mercado. Eso es el caso de la pintura barata rica en plomo proveniente de la India que se encuentra en las estanterías de cualquier tienda de Katmandú o del juguete fabricado en China que, sin saberlo, le compraste a tu primo por Reyes el año pasado .
Como futuros salubristas, veo que tenemos un camino largo con muchos retos complicados en el horizonte. En mi opinión, la prohibición de venta de productos con altos niveles plomo es una medida fácil y efectiva en comparación con otros desafíos que nos esperan. Además, tenemos una gran ventaja: y es que la intoxicación por plomo es 100% prevenible. No hay excusa válida pues, que justifique que esto aun esté pasando hoy en día.
La historia de Carmelita podría ser un relato cualquiera, sino fuera porque se trata de una niña real que hizo historia en Sudáfrica.
Los alarmantes niveles de plomo hallados en su sangre, dieron paso a una investigación en la que se concluyó que el 20% de todas las casas en Sudáfrica estaban contaminadas de plomo. Se encontró plomo no solo en casas, pero en escuelas, hospitales y otros lugares públicos. La evidencia recolectada en el estudio se usó para convencer al gobierno para adoptar medidas. En 2010 una nueva ley prohibiendo la venta de pintura con alto contenido en plomo fue aprobada en Sudáfrica, elevando los estándares del país a los mismos de la mayoría de países desarrollados.
Es hora que otros gobiernos sigan el ejemplo de Sudáfrica. Y es hora que la compañías pongan medios para reformular las pinturas para que los mas pequeños estén seguros en sus propias casas. Se ha calculado que la reformulación tan solo subiría el precio del 10 al 30% y que las perdidas se verían amortiguadas por la imagen de confianza que da un negocio que se preocupa de la salud de sus clientes. Solo así podremos romper el ciclo de desigualdad que siempre acaba afectando a los más vulnerables.
Al final de la investigación Carmelita fue tratada por su intoxicación por plomo y su trastorno alimenticio, contra el que siguió luchando durante su adolescencia. Y a ella y todas las Carmelitas que quedan por venir, todos les deberíamos estar agradecidos. A ellas les debemos un mundo un poco más seguro y un poco más libre de plomo.
Interesante artículo Mar! La pica es bastante frecuente en los niños con deficiencia de hierro, especialmente en los países que aun tenemos desnutrición infantil. Lastimosamente, son los mismos países que no tienen una institucionalidad regulatoria y normativa en temas de salud, lo suficientemente fuerte como para combatir la presión de las industrias. Los controles sanitarios de los productos de uso o consumo a los que se encuentra expuesto el ciudadano común de dichos países, requiere una infraestructura y equipamiento de laboratorios y controles sistemáticos de calidad que no siempre son prioridad frente a las necesidades más básicas aun insatisfechas. Lo que resulta en falta de acceso a las pruebas necesarias, por su elevado coste o inexistencia. La ética de los productores, la industria y los comerciantes, especialmente si el impacto negativo en la salud de los individuos está verificado, debería ser suficiente para cambiar la calidad de sus productos y evitar causar daño. Lastimosamente esto no es así. Y el daño se realiza, a veces de forma irreversible. Los médicos llevamos una premisa en nuestro actuar que es «primum non nocere» Esta premisa debería ser contagiosa a todos los seres humanos, especialmente a quienes producen sustancias para uso o consumo humano y que potencialmente tienen impacto en el ambiente también. Gracias por tu artículo Mar!