RECICLAR. Es una acción, que por regla general, solo puede llevar connotaciones positivas. ¿Qué persona en su sano juicio se atrevería a difamar tal acto y en especial, ahora que no hay movimiento más aclamado que el de “Salvemos la tierra de la industria y la contaminación«?.
Pues bien, esa voy a ser YO.
Y es que resulta que la mala administración del material reciclable conlleva un coste medioambiental mayor que si uno redujese la cantidad a reciclar.
Las restricciones de importación de basura hacia China establecidas en enero de 2018, a causa del programa de reducción de contaminación, pone en evidencia la dudosa gestión del reciclaje en el mundo occidental. La ley generó situaciones de crisis en Estados Unidos y en la Unión Europea, cuyas exportaciones de este tipo hacia el país de oriente suponían al menos un 50%.
Y es que, aunque parezca paradójico los países más desarrollados son los menos capacitados para afrontar su propio reciclaje.
Estados Unidos, por ejemplo, construyó su última fabrica de procesamiento de productos reciclables en 2003. En consecuencia, los países occidentales buscaron rutas de exportación alternativas como Malasia, Vietnam y Tailandia. No obstante, estos no tardaron mucho en establecer medidas regulatorias debido a la congestión de sus mecanismos de reciclaje.

Importaciones de plastico hacia China, Malasia, Vietnam y Tailandia entre Enero de 2016 y Noviembre de 2018 en toneladas por mes. Area Azul claro: Vietnam; Area azul oscuro: Tailandia; Area amarillo: Malasia; Linea Azul: China
¿El resultado?
España es el país europeo que más acumula residuos en vertederos, en concreto,12 millones de toneladas. Y si no es suficiente dato, en el mar mediterráneo se halla el mayor cúmulo de basura jamás visto en aguas profundas. A mí, personalmente, me parece una circunstancia estremecedora.
¿Cómo puede ser que nos hagamos llamar «país desarrollado» y no seamos capaces de gestionar nuestra propia basura?
Por una simple respuesta que, seguro, hemos escuchado más de una vez: reciclar no es rentable.
Hasta 2018 Estados Unidos aprovechaba los contenedores que volvían a China tras la importación de bienes para enviar sus residuos de plásticos y papeles, lo cual suponía un gasto mínimo en la industria del reciclaje. Hoy en día, el menor gasto económico en la administración de nuestros deshechos es hacerlos “desaparecer”: reducirlos a toxinas por procesos de incineración o apartarlos de nuestra vista en vertederos como si no interrumpiesen el ciclo de vida de otros seres vivos.
Y es que, somos expertos en engañarnos con tal de optar por las opciones propias de nuestra sociedad capitalista. Cuando digo “somos” no hablo únicamente de la gobernanza de nuestras naciones occidentales, sino también, de los individuos mismos como responsables de este paradigma.
No puede ser, que al charlar con un amigo me diga que es vegetariano para ser “environmental-friendly”, y que luego, me confiese que la basura que más utiliza es la de plásticos para desechar los envoltorios de su comida preparada.
Tanto las autoridades como la población general comparten discursos de cuidado del medioambiente incongruentes con sus acciones.
“¡Salvemos la tierra!”
Sí, pero ¿con qué prioridades?
Vivimos en la era de las prisas y la eficiencia. Ya no perdemos el tiempo cocinando. Caemos en el fácil cebo de la comida rápida, creando necesidades sin precedentes, como los envases, que contribuyen a la contaminación.
También vivimos cada vez de forma mas dividida, fuera del contexto familiar, tanto por el fenómeno de la globalización, como por el cada vez más tardío establecimiento de las familias. Bajo esta estructura, compramos más comida en porciones pequeñas para abastecer necesidades individuales, lo que requiere un mayor número de envases para el mismo número de personas.
Pero el problema, no está en el reciclaje sino en nuestros hábitos de consumo.
Independientemente de todo lo que reciclemos, si consumimos cada vez más alimentos «take-away», estamos apoyando el proceso de fabricación de más y más envases, y por tanto, contribuimos al incremento de nuestro índice de contaminación. Porque saturamos el ciclo de reciclaje .
Sí, has leído bien: “saturamos el ciclo de reciclaje”.
Hay que tener en cuenta que no todos los plásticos y papeles son reciclables, e incluso, aquellos que sí lo son se ven limitados por el número de veces que se pueden reciclar. Por ejemplo, una botella puede reciclarse entre 7 y 9 veces, pero sus materiales no se degradan por completo hasta 450 años más tarde.
Y a estas alturas te preguntarás, “¿por qué he venido yo aquí a leer un articulo que lo único que transmite es cinismo? ¡Vaya que si me baja la moral!”
Permíteme frenarte de cerrar esta página de forma prematura porque NO TODO ESTA PERDIDO.
En los últimos años se discuten una serie de principios con el fin de disminuir el consumo innecesario e incontrolable cúmulo de residuos. Consisten en 5 pautas –Reflect, Refuse, Reduce, Re-use y Re-think– de las cuales, la última decisión es el reciclaje. Estos conceptos instan al pensamiento crítico sobre el impacto medioambiental de nuestros estilos de vida.
Y con esta pirámide de decisión termino mi provocador discurso con la esperanza de haber estimulado un mínimo de introspección sobre un conflicto de intereses, que al menos yo, percibo: la búsqueda de una prosperidad económica y de calidad de vida junto a la preocupación de mantener la Tierra como mi hogar. Mientras van calando estas ideas me cobijaré en mi “sano juicio” voceando cánticos de
Genial artículo. Me ha puesto en contacto con mucha información que me interesa y que desconocía. Y creo que pone más cerca de nuestra vista el problema profundo de nuestro momento histórico a través de lo exagerado y descarado del problema de la gestión de los residuos. En mi opinión, la clave está en investigar la relación que existe entre dos asuntos que bien señalas: la individualización de las sociedades y el protagonismo incuestionable de la eficiencia (y otras palabras que empiezan por efic- o efec-).
Por otra parte, creo que también hay un camino nada despreciable que recorrer en cuanto al planteamiento de qué nos toca a nosotros en cuanto a nuestro margen de acción personal y qué nos excede, al menos a nivel inmediato. De momento y a falta de mucho estudio, no sería capaz de responder a si somos nosotros desde «aquí abajo» los que tenemos que dar el primer paso. O si ese paso tiene que ver con los síntomas (como la basura) o tendría que ver con algo más cerca de lo causal (como el modelo político entero).
También me ha gustado, seguramente de manera maliciosa, el ejemplo que has puesto de cómo en muchos casos muchas personas viven en una contradicción entre sus ideas expresadas y sus comportamientos analizados globalmente. Lo cuál una vez más me hace decantarme por la idea de que ahora es más momento de pensar que de actuar.
En definitiva, muchas gracias por el artículo y por poner este debate sobre la mesa.
Me ha encantado el artículo, por un lado me ha hecho reflexionar sobre nuestra parte de responsabilidad en el problema de la gestión de residuos y nos hace removernos un poco la conciencia ya que parece que a nivel individual con reciclar ya «somos ciudadanos concienciados», pero no…deberíamos ir más allá, la clave está, como pones en el artículo, en reducir y reutilizar y en última instancia estaría el reciclaje y no al revés como solemos hacer.
También es cierto que las grandes empresas en cierto modo «nos obligan» a consumir más plásticos y envases de lo que necesitamos ya que es más cómodo ir al súper y comprar un gel que ir a un pequeño comercio a rellenar la botella comprando a granel, pero al final la última palabra siempre la tenemos nosotros (siempre que vivas en un lugar donde tengas ambas opciones disponibles) pero en esto influye como tu mencionas la creciente individulización de la sociedad y el mayor nivel de comodidad que buscamos en nuestro día a día, en el sólo buscamos nuestro beneficio individual sin importarnos realmente el daño que podamos hacer a los demás o al medio ambiente.
También es cierto que, por otro lado esta información es en parte desconocida para la mayoría, ya que desde arriba nos han vendido más la importancia de reciclar que de reducir nuestro consumo, ya que esto entraría en conflicto con el capitalismo y el estado de bienestar que nos quieren inculcar, en el que nuestra felicidad depende de la cantidad de cosas que compremos, por lo que en el fondo se trataría de un problema de responsabilidad compartida, entre el individuo que a veces prefiere la comodidad y el placer y la sociedad capitalista que se ha dedicado a educarnos en un estilo de vida cada vez más consumista e individualista
Muchas gracias por el artículo y pro hacernos reflexionar sobre este gran problema actual.
Ainhoa, qué intrépido tu blog, me encanta, y que razón tienes. Es exactamente “el análisis” que todos necesitamos sobre nuestras vidas y ambientes. La gente va al contenedor amarillo, pone los plasticos allí, y “toma! Que buena persona soy!” Pero, claro, no es así. Cada vez vemos que las cosas no son tan simples (ni buena) como parecen. Es que la gente no piensa en nada y eso es solo una pieza del problema.
Me parece una injusticia que los países desarrollados no manejen sus propias basura. Somos los que más consumimos en el mundo y además tenemos los recursos necesarios para mandar los restos hacia países subdesarrollados. Esto es un elemento más contribuyente a la lista larga de las desigualdades del mundo. Y estoy de acuerdo contigo, la solución del problema está en PENSAR. Las cosas que compro están envueltas en plástico? Han venido de otro país? En qué tipo de transporte? Existe una alternativa más local? O, de verdad, es una cosa que es necesaria y no podría obtener de otro modo??? A veces, parece que ser vegetariano o irse a una manifestación es lo que está de moda pero son acciones que realmente implican un cambio positivo? El problema es que cuesta es más complicado pararse a pensar, hacer su propia investigación, y cambiar tus hábitos del día al día; en un conjunto: el estilo de vida.
Alguna vez hemos pensado de dónde viene tanto plástico??? Los supermercados en el Reino Unido producen 800,000 toneladas de plástico cada año, y para qué? Yo argumentaría que la gente no sabe a dónde va y de dónde viene el plástico. Y es que estamos perdidos en un problema de “supply chain development”. Pero la solución existe y no es tan complicado. Tenemos mucho poder como consumidores. Si compramos la fruta y la verdura en la frutería donde se usan menos plásticos, hemos tomado una decisión apropiada y sostenible. Si durante un año, decidiésemos ir a la frutería, donde nos limitan el número de bolsas de plástico en vez de ir al supermercado, don nos proporcionan número ilimitados de bolsas, podríamos tener un impacto brutal en contra de la industria plástica con una decisión pequeña y simple.
Y todavía podemos hacer más. Podríamos ir al eco-mercado y apoyar nuestra comunidad de granjeros locales. Cocinar en casa en vez de pedir “take away”. Crecer nuestras propios hierbas o apetece e incluso algo un poco más extremo (aunque no lo es tanto), tener una basura de compost en nuestro apartamento.
Te doy un aplauso grande,Ainhoa, porque has estimulado pensamientos y el resultado es que reconocemos que tenemos el poder, cada uno, en cambiar nuestro consumo y solventar el problema. Si queremos sobrevivir en esta época, tenemos que cambiar nuestro estilo de vida.
Excelente artículo y super bien escrito Ainhoa! Felicitaciones! La salud del planeta impacta directamente en nuestra salud. Esta premisa, ahora ya no es novedad pero si una situación de gravedad creciente e irreversible. Lastimosamente los países industrializados son los más importantes consumidores y contaminadores del planeta con un impacto que no respeta fronteras. Pero el consumo de plástico se ha globalizado y ahora se lo encuentra en todos lados y en todas las presentaciones. Como bien lo explicas los mares se encuentran contaminados y en el pacífico hay una «isla» de plástico más grande que Francia. Parece que no podemos hacer nada contra las grandes industrias, pero el poder del consumidor puede generar tendencias que les obligue a generar cambios. También la presión de las políticas públicas por la salud deberían ser más fuertes que los lobbies de las grandes corporaciones. Qué podemos hacer? Decisiones diarias pequeñas e individuales pueden generar grandes cambios, como bien lo señala Bethany. Llevar siempre tu bolsita de tela para las compras, preferir productos locales, comprar a los pequeños productores (cierto es que en las grandes ciudades es un poco más difícil, pero no imposible) evitar a toda costa los plásticos de un solo uso, prohibirlos idealmente, comprar a granel como lo hacían nuestros padres y/o sus abuelos 😉 Cocinar en casa o llevar nuestros recipientes de comida. Exigir las bebidas siempre sin pajita, sorbete o popote, tan inecesario! Compartir las compras entre amigos para evitar comprar en envases de dosis únicas o individuales. Regresar un poco a la humanidad que un día fuimos con un mayor respeto por el entorno. Pensamos que la basura de la cual nos deshacemos simplemente cumplió su ciclo y «mágicamente» desapareció, pero no es así….TODOS los plásticos creados por la humanidad siguen estando en el planeta y no han desaparecido. Tal vez migraron o se fraccionaron en microplásticos, son digeridos por aves, peces y por el mismo ser humano sin tener conciencia de aquello. Empezar a romper el silencio sobre el tema y cambiar nuestros hábitos de consumo de una forma más eficiente puede ser, sino la solución, al menos un paliativo importante. Lastimosamente, mi país, Ecuador desde hace poco tiempo, también se incluyó entre los países receptores de basura y el primero en América latina, según una investigación de The Guardian (https://www.theguardian.com/us-news/2019/jun/17/recycled-plastic-america-global-crisis?fbclid=IwAR2jacsvDk6IXKhriNYwMiYH1lKXBcoGwI_7jeKWUkszBKaxZtfFIuFXqSs ) Felicitaciones por el abordaje tan interesante de este tema tan «plástico»!
¡Hola, Ainhoa!
Muchas gracias por tu artículo. Me parece que lo has presentado desde un punto de vista muy interesante y que se sale del cliché de “Reciclar, reciclar, reciclar” sin saber muy bien cómo, por qué y para qué.
Investigando un poco tras leer tu artículo he encontrado este enlace donde hacen una relación de los gastos alimentarios anuales per cápita en dólares americanos de distintos países del mundo, hasta el año 2018:
https://knoema.es/atlas/OECD/topics/Seguridad-alimentaria/Gastos-Destinados-a-la-Alimentaci%C3%B3n/Gasto-en-alimentos-per-c%C3%A1pita
De esa lista, entre el país que más gasta (Suiza) y el que menos gasta (Turquía) hay una diferencia de 2699 dólares anuales per cápita. Teniendo en cuenta que aún faltan países por ambos extremos de la lista en cuanto a riqueza y gasto, la diferencia tan brutal que existe entre estos dos países es un dato que me ha llamado mucho la atención. Y, aunque quizá sea mucho inferir, sospecho que además de la muy posible inflación de los precios en países como Suiza, creo que hay otro factor importante en juego: el patrón de hiperconsumo que presentamos en Europa y, en general, en Occidente.
En relación a tu artículo, los datos que presentas y los que he podido encontrar me han hecho reflexionar sobre la otra cara de la moneda que, creo, es la que tú presentas aquí: Gastamos mucho, consumimos mucho. ¿Igual la solución está en consumir menos, gastar menos, producir menos?
Es cierto que hay otros países que no tienen y deberíamos trabajar para aumentar sus recursos, pero estoy totalmente de acuerdo, también deberíamos trabajar paralelamente en disminuir nuestro consumo. No ya solo en plásticos, como comentas, sino quizá también en comida, coches, ropa…
Vivimos en una sociedad en la que cada día se crean nuevas necesidades y a más necesidades tenemos cubiertas, más necesidades nuevas aparecen para cubrir y seguimos consumiendo y seguimos produciendo. En definitiva, seguimos girando y girando en la rueda, cada vez a más velocidad, sin darnos cuenta de que quizá la solución a los grandes problemas que enfrentamos hoy día no se encuentre en hacer MAS DE LO MISMO “MEJOR”, sino en parar y empezar a hacer justo lo contrario a lo que venimos haciendo.
También me parece interesante cómo abordas el hecho de que, dentro de nuestro sistema, cada vez vivimos de manera más individualista y esto acrecienta el ciclo de consumo y producción. Aquí, de nuevo, me surge la comparación con países más pobres que nosotros, donde la comunidad sigue siendo un pilar importante en la estructura social y el consumo y “las necesidades de occidente” apenas tienen un hueco y, cuando comienzan a ocupar un espacio, dinamitan la estructura social de estas comunidades, rompiendo su equilibrio.
Me parece que has sido muy valiente en presentar este tema desde este punto de vista tan interesante y me ha gustado mucho cómo lo has hecho. Muchas gracias.
¡Un abrazo!