Si tuviéramos la misión de definir la promoción de la salud (PS) en términos arquitectónicos, escogería una escalera. ¿Por qué una escalera? ¿Por qué no una puerta o una ventana? Bueno, podríamos decir que el objetivo primordial de la promoción de la salud es ir acortando, peldaño a peldaño, las distintas inequidades sociales de forma que también disminuyan las distintas inequidades sanitarias, a través del trabajo comunitario sobre los distintos determinantes sociales.
Por eso, a lo largo de este artículo, me gustaría pasear por esta escalera contigo y recorrer este camino juntos:
Estos peldaños de nuestra escalera comunitaria se basan en que las personas tengan un mayor control de su propia salud, ya que abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger la salud y la calidad de vida individuales mediante la prevención y solución de las causas primordiales de los problemas de salud; no centrándose únicamente en el tratamiento y la curación.
Así, si nuestro arquitecto nos pidiera una fórmula matemática sencilla para construir nuestra escalera, podríamos decirle que:
En nuestra fórmula, sabríamos distinguir que los ladrillos, individuales, podrían estar más representados en la educación en salud y que la argamasa que los une, más comunitaria, está más presente en las políticas públicas en salud. Dicho de otra manera, diríamos que nuestra escalera se compone de materiales individuales y colectivos, de la misma forma en la que lo hace la PS como disciplina.
Esta dualidad que define a la PS está presente ya en sus fundamentos (OMS 1984) y ha sido abordada a lo largo de la historia en otros momentos, como también recoge la Carta de Ottawa más adelante y sigue hasta nuestros días. Aquí aparece de nuevo la imagen de nuestra escalera, desde los inicios de la PS en los felices años 20, donde se definía más como propaganda en salud, centrada en la educación para prevenir la enfermedad; hasta hoy día, donde están mucho más presentes otras ramas, ya pilares, como son la participación ciudadana, el empoderamiento de la persona y la equidad.
Y ahora, deteniéndonos en un peldaño más concreto de nuestro camino, encontramos proyectos cercanos, que llevan esta teoría a la práctica, que acercan el final de la escalera a la calle, al aire fresco, a la comunidad. Demos un pasito más, ¡bajemos a la calle! Y mientras, te cuento un poco sobre este proyecto que se lleva a cabo en la ciudad de dónde vengo:
Hasta ahora en nuestro viaje, la arquitectura sirve de ayuda para entender un poquito mejor la PS, sus fundamentos, su historia… Sin embargo, en este punto de nuestro camino, la escalera se vuelve el obstáculo a salvar y también, el motivo por el que nace el programa ¡Bajemos a la calle!
Es un proyecto que se está llevando a cabo en la ciudad de Cádiz capital. Su vida aún es corta, pues cuenta dos añitos cortos y tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de personas con problemas de movilidad que no pueden salir a la calle… ¡A causa de su propia escalera! Este objetivo se cumple gracias a la ayuda de personas voluntarias que se ofrecen a pasear, como nosotros ahora, junto con las personas afectadas por viviendas antiguas, que no cuentan con ascensor y que, bien por su edad avanzada o por otras circunstancias, han visto su movilidad reducida y necesitan de ayuda para bajar a la calle y estar en comunidad.
Si miramos el proyecto más estructuralmente, como hicimos antes con nuestra fórmula matemática, nos encontramos con que está construido en base a un convenio, entre la asociación Cruz Roja y el Ayuntamiento de la ciudad. Para llegar a su construcción, primero fue necesario observar las circunstancias sociales de la ciudad y sus puntos ciegos, para poder ver qué podía hacerse a fin de mejorar estas circunstancias con los recursos disponibles. Y para su mantenimiento, se está realizando un seguimiento, gracias a profesionales de la salud involucrados en el proyecto, que buscan evaluar que verdaderamente el programa funciona y la calidad de vida de las personas participantes está mejorando.
Y ya, como resumen, observando a nuestra escalera de PS desde fuera, vemos que se encuentra construida en un plano de cuatro ejes, donde lo individual (nuestros ladrillos), lo colectivo (nuestra argamasa), lo macro (la PS entendida globalmente) y lo micro (los proyectos locales que se llevan a cabo desde el marco de la PS), constituyen los vectores de fuerza que le dan forma, con todos y cada uno de sus peldaños. Peldaños que debemos observar y afianzar en cada pisada, para comprobar que nos llevan en la buena dirección. La dirección de una escalera cada vez más alta y, a la vez, cada vez más corta, donde podamos decidir como individuos y construir y tejer como comunidad, para alcanzar un mejor futuro, todos juntos.
Porque como ya escribió Buero Vallejo, “No llames tontería a una buena acción.”