BK: “Terrible ser vegetariano, ¿verdad?”
Tras la Segunda Guerra Mundial, llegó la prosperidad y, con ella, la era consumista. O, bien llamada también, la era de la inmediatez, con la aparición del consumidor hiperestimulado, frenético e impaciente. Hasta la cuenca mediterránea también llegaron para quedarse las grandes multinacionales del fast food, que aparecían a su vez en los supermercados en forma de salchichas, hamburguesas, embutidos y demás amplísima amalgama de productos que todos conocemos como procesados, o ultraprocesados, y que, con sus excesos de azúcares, sal, aditivos, etc; incorporamos a nuestra dieta rápidamente y gustosamente. Así, estos productos fueron ganándole terreno a la aclamada y reconocida dieta mediterránea hasta que, en el 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), nos sorprendía con una nueva noticia: Clasificaba el consumo de carne procesada como carcinógeno para los humanos (Grupo 1) y el consumo de carne roja como probablemente carcinógeno (Grupo 2A).
En realidad, no era tan nueva, ya llevábamos 3 décadas con indicios sobre este efecto cancerígeno. La OMS anunció los resultados de su Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), un grupo de trabajo compuesto por 22 expertos internacionales que realizó la revisión crítica de más de 800 publicaciones que existían hasta la fecha sobre la potencial carcinogenicidad del consumo de carne roja y carne procesada, principalmente asociada al aumento del riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Como aclaración, la carne roja es toda la carne muscular de los mamíferos, incluyendo carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra. La carne procesada, por su parte, es aquella que ha sido sometida a algún proceso de transformación, como la salazón, curado, fermentación u otros procesos, que tienen como fin mejorar su sabor o conservación.
Por tanto, la OMS situó la carne procesada en la misma categoría (Grupo 1) que, por ejemplo, el tabaco y el amianto. Ojo, no quiere decir esto que sean igualmente peligrosos. El Proyecto sobre la Carga Global de Enfermedad (GBD) de la OMS estima que cerca de 34.000 muertes por cáncer al año en todo el mundo son atribuibles a dietas ricas en carne procesada, en contraposición con cerca de 1 millón de muertes atribuibles al tabaco, las 600.000 debidas al consumo de alcohol o las más de 200.000 asociadas a la contaminación del aire.
Entonces nos preguntamos, ¿Hasta qué punto la reducción del consumo de carne puede tener repercusión en la mejora de la salud de la población?
Como hemos visto, hay suficiente evidencia para recomendar la reducción de carne procesada (Grupo 1), aunque su potencial carcinógeno no sea de igual magnitud al de otras exposiciones como el tabaco. Sin embargo, la clasificación de la carne roja (Grupo 2A) se traduce en que la evidencia es limitada, es decir, se ha observado una asociación positiva entre la exposición a la carne roja y el desarrollo de cáncer, pero no se puede descartar que esta asociación se deba a sesgos de confusión, debido a la dificultad que entraña el realizar estudios de gran evidencia científica en materia de hábitos alimenticios y el desarrollo de enfermedades de tardía aparición. Por ello, sabemos que, incluso dentro de la comunidad científica, la declaración de la OMS ha sido fuertemente criticada y ha creado una gran controversia.
Entonces, ¿La reducción del consumo de carne roja es necesaria?
Bueno, la evidencia científica sostiene que al someter la carne, tanto roja como procesada, a altas temperaturas de cocción, se forman productos químicos cancerígenos como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y aminas aromáticas heterocíclicas (AHC), que se han asociado a diferentes tipos de cáncer en modelos de animales.
Pero, llegados a este punto, me gustaría señalar que el consumo de alimentos, nuestra dieta, puede tener repercusiones en la salud que van más allá de las posibles consecuencias para nuestro organismo.
Resulta que la actual cadena de producción, elaboración y distribución de alimentos está destruyendo el planeta. Suena tajante, pero nada más lejos de la realidad. En cuanto al sector ganadero, éste genera más gases de efecto invernadero que todo el sector del transporte, según las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Se debe a que el ganado produce una gran cantidad de metano en su proceso de digestión que, junto a la emisión de otros gases como el óxido nitroso (N2O), conlleva que la industria ganadera emita gases con un potencial de calentamiento global mucho mayor que el del dióxido de carbono.
El ganado no solo afecta al calentamiento global, también es la mayor causa de consumo de recursos y degradación ambiental. De hecho, solo la industria cárnica y láctea consumen el 33% del agua dulce de la tierra. Además, el ganado ocupa hasta el 45% de la superficie terrestre, es una de las principales causas de contaminación de los mares a causa de los desechos y es responsable en gran medida de la deforestación del planeta. Hasta el 91% del Amazonas fue destruido para la cría de ganado y producción de soja (para alimentar al ganado), con la consecuente destrucción del mayor pulmón que tiene la tierra para combatir el exceso de emisiones de CO2, así como la pérdida del hábitat de muchas especies, provocando la desaparición de muchas de ellas.
En resumen, la recomendación de reducir el consumo de carne roja no parece descabellada, ¿No?
De hecho, a pesar de las recomendaciones, el consumo de carne sigue en aumento. Este ritmo de extensión global de una dieta que es, además, poco sana, es insostenible y, será, en un futuro nada lejano, inviable. Reconsideremos el consumo de carne y, al menos, no dejemos escapar nuestra dieta mediterránea, no solo por conciencia ambiental, también por nuestra salud, ya sea poniendo el foco en su potencial carcinogenicidad o bien por el tremendo impacto que conllevaría el agotamiento de los recursos del planeta, también, sobre nuestra salud.
Fuente: UN Food and Agriculture Organization (FAO)
Contestando al eslogan que clamaba: “Terrible ser vegetariano, ¿verdad?”, lejos de querer hacer juicios morales, me gustaría solo plantear que, lo que a día de hoy es una opción, en unos años podría convertirse en una realidad forzada.
Hola Irene, quería comentar tu post porque me llamé la atención como me interesa mucho el tema. Se trata de la consumación de carne que es omnipresente en nuestra sociedad. Esta dicha que describiste perfectamente bien como una sociedad de sobre consumación. Pero, la verdad es que hace bastante tiempo que este problema existe. Estoy de acuerdo contigo que, hoy en día, se come demasiado carne y que la dieta mediterránea ha sido bastante influenciada por la llegada de la “comida basura”. Sin embargo, creo que la gente está poco a poco dándose cuenta de que la carne no es tan sana como lo promueven las dietas basadas en el consumo de proteínas. Demuéstrate con cifras con un artículo reciente, de 2019, que el consumo de carne sigue aumentando, pero creo que debemos considerar el aumento de la población mundial también. Es decir que, en mi opinión, se debería observar el aumento del consumo de carne per cápita para ver si de verdad las personas comen más carne o no. También, en mi opinión olvidaste una parte importante del consumo de carne que es la cultura. Cada país o sociedad consume carne a un nivel diferente. Por ejemplo, en Asia se come menos de carne de grupo 2A. En mi país, en Bélgica, consumir carne es entintando en la cultura. Aunque, hoy en día, la juventud disminuye su consumo de carne, suele ser que no hay una comida sin un trazo de carne. Por eso, creo que hay más opciones que proponer el vegetarianismo. Por ejemplo, se podría implementar clases en las escuelas para aprender a los niños los efectos del consumo de carne sobre su salud y sobre el medio ambiente. Estas clases podrían usar videos como la cual usaste. Me gustó muchísimo este video, era genial porque usó los sentimientos y subrayó la necesidad de disminuir el consumo de carne, sobre todo para el medio ambiente. Entonces, quería comentar tu post para subrayar que, en mi opinión, sería más realizable de reforzar algunos sistemas de promoción de salud para concientizar la gente de la necesidad de cambiar su estilo de vida. El dicho que es, como lo dijiste, hiperestimulado por nuestra sociedad de sobre consumo. Pero, quería descargar que respecto y admiro las personas vegetarianas. Creo que es juntos, cada uno haciendo un esfuerzo para tener un estilo de vida mas sostenible que vamos a mejorar la situación actual. ¡Gracias para tu articulo Irene, era muy interesante!
¡Hola Lu! Muchas gracias por tu comentario. En el enlace que adjunté donde se observa el aumento en la producción de carne a nivel global a lo largo de los últimos años, también puedes encontrar a modo de mapa interactivo (por eso no lo añadí en el post como imagen) el aumento en el consumo de carne per cápita en cada país. Dejo por aquí también el enlace: https://ourworldindata.org/meat-production. Y, por supuesto, estoy totalmente de acuerdo en que la dieta es muy cultural y, por eso, vemos el contraste que había en el consumo de carne entre ciertos países como Estados Unidos y, por ejemplo, España, donde teníamos nuestra dieta mediterránea. Pero la realidad es que, con la globalización y la extensión de las multinacionales de comida rápida, los países donde se consumía más carne han aumentado su consumo y, donde no la consumíamos tanto, también. No pretendía dar el mensaje de que la única solución es ser vegetariano, ni mucho menos (al menos no de momento); sino animar a reducir el consumo de carne roja, tanto por salud como por la salud de nuestro planeta y animar a recuperar más nuestra dieta mediterránea que, sin ser vegetariana, conlleva poco consumo de carne roja y numerosos estudios abalan lo beneficiosa que es para la salud. Me parece también muy importante la idea que señalas de la necesidad de hacer más promoción en salud sobre este tema, también en los colegios, desde luego es algo poco conocido por desgracia y de lo que no se habla lo suficiente por intereses encontrados. Gracias Lu, ¡Un abrazo!
Creo que nuestro consumo de carnes procesadas se verá en el futuro de la misma manera que ahora miramos hacia atrás en el uso de jabón radiactivo. Mucha gracias Irene, un artículo interesante sobre un tema de gran importancía .