«¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino.» Albert Einstein
Os propongo un reto: cuando estéis en una parada de autobús, en un bar o en un parque levantad las miradas de vuestros teléfonos. Observad vuestro alrededor y el mundo que os rodea. Os daréis cuenta de que esas escenas que pasan en las películas en las que chico y chica cruzan las miradas ya es imposible: todo el mundo tiene una pantalla en las manos.
En mis tiempos, los niños estaban todo el día en la calle, ensuciándose las manos, corriendo, jugando al balón y sin la ansiedad o necesidad de una pantalla. Podría parecer que esto lo ha dicho uno de nuestros abuelos, pero yo fui una de esas niñas que pasaba las horas en la calle e iba llamando a los porterillos de todos mis amigos a ver quien se bajaba conmigo y, por supuesto, solo tenía dos horas de televisión al día para ver dibujos animados.
Hoy en día las cosas han cambiado mucho, los niños ya no nacen con un pan bajo el brazo, sino con una tablet, un móvil o algo que tenga pantalla. Esta evolución tecnológica ha modificado nuestro estilo estilo de vida a todos los niveles, hasta el punto de que es casi imposible pensar en un trabajo que no haga uso de internet o de aplicaciones necesarias para desarrollar el desempeño laboral.
Este avance tecnológico debería suponer un paso hacia adelante en la humanidad, en nuestra forma de contactarnos, estar unidos aunque estemos a kilómetros de distancia, un acceso ilimitado a información y una mente más abierta. Sin embargo, esta gran cantidad de información nos aturde y nos confunde. Me parece especialmente importante mencionar aquí la existencia de las “fake news”, esos bulos que están por todo internet sobretodo en estos tiempos que estamos viviendo con una pandemia de COVID-19. Estas noticias falsas pueden generar sentimientos de miedo, ira o tristeza en aquellas personas que piensan que son verdaderas. Por otra parte, cuando el lector reconoce estas noticias como falsas se siente engañado y frustrado al sentir que están intentando manipular su opinión.
En relación con la salud mental, cabe mencionar que el uso de las redes sociales ha ido aumentando en los últimos años, trayendo consigo problemas psicológicos como ansiedad, depresión y dependencia. El hecho de estar en estos espacios virtuales en los que se esta mas preocupado de aparentar que de disfrutar de verdad hace que creemos una falsa expectativa de vida y que intentemos acercarnos a gente lejana con el riesgo de alejarnos de los que están a nuestro lado. Tal es este problema que algunas redes sociales como Instagram o Facebook están implantando una serie de barreras y estrategias en sus plataformas para evitar estos problemas de salud.
Pero no todo es malo….
Teniendo en cuenta la situación actual de pandemia, las redes sociales han conseguido que mantengamos el contacto con nuestros seres queridos en periodo de confinamiento. Esto puede parecer algo banal para una persona joven que pensará que tampoco es para tanto haber estado confinados un par de meses. Sin embargo, ha significado muchísimo para aquellas personas mayores que están solas, cuyo estado anímico se ha mantenido a flote a base de poder contactar cada día con su familia, además del ejercicio mental que han tenido que realizar para aprender a usar estas nuevas tecnologías tan complicadas para ellos.
Tampoco debemos olvidar el hecho de que estudiantes y trabajadores han podido continuar con su formación o su trabajo de forma online gracias a la existencia de al menos un ordenador en casi todas las familias. Esto ha permitido no interrumpir las jornadas laborales y que los niños sigan recibiendo una educación desde sus casas.
Por otra parte, cada vez existen más dispositivos capaces de controlar nuestro estado de salud: nos miden los pasos, los latidos y hasta las horas de sueño reparador que podemos tener en una noche. Este tipo de aplicación era impensable hace unos años y ahora no solo esta al alcance de casi cualquiera, si no que es cuestión de tiempo que el sistema de salud lo use con cada uno de nosotros mejorando nuestra calidad de vida e incluso llegando a prevenir enfermedades.
Llegados a este punto hay que pararse a reflexionar. Ya estamos lo suficientemente obsesionados con los móviles y los ordenadores… ¿Seremos capaces de hacer un uso apropiado de este sistema que nos proporcionará una información fiable de nuestra salud sin obsesionarnos? ¿Podremos controlar esta tecnología para mejorar nuestra forma de vida o, por el contrario, nos acabará controlando y llevando a un estado de paranoia?
Por mi parte, no tengo respuesta a esta pregunta, sólo el tiempo nos lo dirá. Lo que sí esta muy claro es que vivimos en una dicotomía en la que esas aplicaciones nos ayuda en nuestro día a día pero luchamos para no ser totalmente dependientes de ella… para seguir manteniendo nuestra libertad.
En conclusión… ¿La humanidad está perdida?
Hasta ahora, el desarrollo de la tecnología ha ido creciendo a una velocidad mayor a nuestra capacidad de adaptación a ella. Sin embargo, hay esperanzas. Mi propuesta para poder fusionar nuestras vidas con este avance sin que nos atropelle es la EDUCACIÓN. Invertir en una educación para personas de todas las edades sobre el uso adecuado y responsable de estas tecnología, evitando que nos consuman.
Quizás así, no nos olvidaremos de disfrutar y cuando miremos a nuestro alrededor recibamos una mirada cómplice de vuelta.
Que interesante tu tema, y estoy muy de acuerdo en muchos aspectos que planteas. Actualmente los niños a partir de los 2 años cuentan con la accesibilidad de un gadget tecnológico (celular, tablet entre otros) lo cual según varias opiniones les permiten desarrollar más si neuro plasticidad, pero es necesario brindarlo? aquí quedaría una duda. Te comparto una reflexión de un panelista hizo en una conferencia, donde decía que los niños debían estar los primeros 6 años sin acceso a tecnología porque había que dejar que el cerebro del niño madurara a su propio ritmo, teniendo autocontrol, consideraría que un niño no aguantaría estar sin el acceso a la tecnología ya que esta viendo que sus compañeros, sus padres y todos los que están alrededor lo están usando. Y Aquí viene la otra cara de la moneda, la mejor forma de entretener a un niño es a través de la tecnología y se vuelven adictos como si fuera azúcar, por eso cuando se los van a quitar les irrita y les molesta. Hacia donde estamos llevando este problema?, Que sucede entonces con el control parental?.
Varios estudios desde el ámbito de la neuropsicología vienen analizando este tema, se venia diciendo hace un tiempo que los niños cuentan con un «chip» mucho mas avanzado y que de hay venia la facilidad de manipularlo, porque resulta que ya no le tienes que enseñar, pero los últimos estudios están reflejando que su IQ (coeficiente intelectual) se disminuye. En este tema mucha gente hala hacia un lado y otros halan hacia el otro, no hay un equilibrio. Actualmente por consecuencia de la pandemia, los niños están expuestos en un 100% a un e-learning, hasta en las escuelas, se pide que los niños en sus casas tengan tablets y consulten sus tareas en internet. Es realmente un tema muy controvertido.
Lo importante es saber en que medida usarlo y como se debe usar.
¡Gran artículo Alba! La verdad que es una lectura que me ha hecho pensar. Con frecuencia, cuando voy en tren o en autobús, veo a mi derecha o a mi izquierda niños acompañados por sus padres que no sueltan su móvil o tablet en todo el trayecto. Es difícil culpar a los padres, pues probablemente solo quieren un viaje tranquilo. Pero, de la misma forma que los padres no deberían comprar a sus hijos todo lo que estos piden, tampoco deberían dejarles pasar con las pantallas todo el tiempo que a sus hijos les gustaría. Ambos comportamientos impiden que los niños aprendan valores tan importantes como la paciencia o la gratitud. Y, sin paciencia o sin capacidad para apreciar las pequeñas alegrías de nuestro día a día, aumenta la probabilidad de desarrollar depresión o ansiedad en un futuro. Además, un uso prolongado de pantallas también puede disminuir las relaciones sociales que los niños tienen con sus compañeros, como bien has explicado. ¿Qué podemos esperar del futuro de una generación que no ha tenido infancia? ¿Qué podemos esperar de una persona que no supo fomentar unas relaciones de amistad sana con sus amigos cuando apenas era niño o niña? Como dices, si no aprendemos a mancharnos las manos de pequeños, ¿cuándo vamos a aprender? Parece una perogrullada, pero la infancia es la etapa para ser niño, y no la estamos respetando. Esto es algo que tenían muy claro personalidades como Steve Jobs o Bill Gates, que criaron a sus hijos prácticamente libres de la tecnología. Porque, por su puesto que la tecnología y las pantallas son unas herramientas increíblemente útiles que nos han permitido a acercarnos, por ejemplo, a personas en situación de soledad durante esta pandemia de coronavirus. Pero solo haremos un uso correcto de esta tecnología si no nos dejamos dominar por ella. En ese sentido estoy de acuerdo con la solución que señalas: la educación. Tenemos que enseñar a los padres a vigilar y tener un control del uso que sus hijos hacen de las tecnologías (sin entrometernos demasiado en su vida privada). Soluciones tan simples como limitar a una o dos horas al día el uso de pantallas podría ser un buen comienzo. Los niños necesitan un espacio de tranquilidad, que es fundamental para que den rienda suelta a su imaginación y su creatividad que tanto los caracteriza.
Que interesante tu tema, y estoy muy de acuerdo en muchos aspectos que planteas. Actualmente los niños a partir de los 2 años cuentan con la accesibilidad de un gadget tecnológico (celular, tablet entre otros) lo cual según varias opiniones les permiten desarrollar más si neuro plasticidad, pero es necesario brindarlo? aquí quedaría una duda. Te comparto una reflexión de un panelista hizo en una conferencia, donde decía que los niños debían estar los primeros 6 años sin acceso a tecnología. Pero sucede como tu lo relacionas, la mejor forma de entretener a un niño es a través de la tecnología y se vuelven adictos como si fuera azúcar, por eso cuando se los van a quitar les irrita y les molesta. Hacia donde estamos llevando este problema?, Que sucede entonces con el control parental?.
Varios estudios desde el ámbito de la neuropsicología vienen analizando este tema, se venia diciendo hace un tiempo que los niños cuentan con un «chip» mucho mas avanzado y que de hay venia la facilidad de manipularlo, porque resulta que ya no le tienes que enseñar, pero los últimos estudios están reflejando que su IQ (coeficiente intelectual) se disminuye. Pero actualmente el e-learning con los niños se esta haciendo a través de tablets y del uso de la tecnología, será entonces esta la mejor forma de abordar la educación?
Realmente hay que saber en que medida usarlo y aprender a usarlo.