
Hygeia compartiendo su sabiduría.
En la mitología griega, los adoradores de Hygeia consideraban la salud como el orden natural de las cosas, algo que todas las personas tendrían si llevaban un comportamiento juicioso: una mente sana en un cuerpo sano. Asclepio, sin embargo, era un dios centrado en tratar la enfermedad, dedicado a poner parches a las imperfecciones. Si bien tanto la salud como tratar la enfermedad son aspectos fundamentales, podríamos decir que nuestro sistema sanitario está lleno de fundamentalistas de Asclepio y los seguidores de Hygeia somos una minoría religiosa.
Pero como aquí somos más de Hygeia que de Asclepio, voy a dedicarme en este post a hacer la evangelización pertinente, a ver si ganamos algún que otro adepto.
Determinantes sociales, estilos de vida y promoción de la salud
Un destacado seguidor de Hygeia fue Lalonde, ministro de sanidad canadiense, que en 1974 emitió un famoso informe que sería recordado con su nombre . En él se exponía que la salud está determinada por cuatro factores: biología humana, ambiente físico y social, estilos de vida y atención sanitaria. Y puso sobre la mesa algo ignorado hasta entonces: los determinantes sociales de la salud tienen un peso muy elevado en la salud de la población.
Posteriormente, Dever, en 1976, pondría el foco en que los estilos de vida eran los principales contribuyentes a la reducción de la mortalidad (43%), mucho más que el sistema sanitario (11%). Sin embargo, el sistema sanitario estaba haciéndose con el 90% de los recursos económicos (es lo que tiene que vivamos en una sociedad Asclepio-céntrica).
Pero, ¿son los estilos de vida realmente libres de ser elegidos? ¿Si todos sabemos qué es lo que hay que hacer para estar sanos, por qué no lo hacemos?
Aquí es donde entran en juego los determinantes sociales de la salud. Según la OMS, se trata del conjunto de factores personales, sociales, políticos y ambientales que determinan el estado de salud de los individuos y las poblaciones. La familia en la que hemos nacido, el barrio, el estatus social, el género, las políticas o el trabajo, entre muchos otros, serán cuestiones que promoverán o dificultarán los estilos de vida saludables. Una mujer de cincuenta años con escasos recursos económicos, que vive en un barrio sin opciones deportivas accesibles y que además tiene que cuidar a tiempo completo a su madre, lo que le genera síntomas de ansiedad y depresión, optará menos veces por hacer ejercicio de forma regular, llevar una dieta saludable y hacer meditación que una mujer soltera con ingresos altos, que vive en un barrio tranquilo con gimnasios, que contrata a una asistenta del hogar y que no tiene que cumplir el rol de cuidadora. ¿Qué papel cumple aquí el sistema sanitario? Realmente aquí solo actuará cuando los efectos del estilo de vida de la primera mujer hayan generado ya patologías crónicas irreversibles que disminuirán su calidad y esperanza de vida.
Estas diferencias de oportunidad generan las desigualdades en salud.
Fundamentos de la PS
La promoción de la salud es comúnmente entendida como promover estilos de vida saludables. Pero como diría Marmot, “si los mayores determinantes de salud son sociales, así deberán ser las soluciones”.
En 1986 se publicó la Carta de Ottawa, en la que definía los principios de la PS. La PS debe proporcionar los medios necesarios para que los individuos y comunidades controlen su propia salud y ejerzan un mayor control sobre la misma. Teniendo presente que la salud no es más que un medio para la vida y no el objetivo principal. Debe ser participativa, actuar en los determinantes sociales y dirigirse a la población en su conjunto, con la equidad como eje vertebrador.
Retos de la salud pública: programas y estrategias
“Hacer fáciles las elecciones sanas” sería uno de los principales retos de la salud pública para combatir las desigualdades en salud. Es importante realizar una abogacía por la salud y tener presente la centralidad de lo político por el alto impacto que tiene en los determinantes sociales.
En la Conferencia Mundial de Promoción de la Salud de Helsinki de 2013, se enunció el enfoque “salud en todas las políticas”: Todas las políticas deben tener en cuenta el impacto en salud que producen y deben estar dirigidas a mejorar la salud de la población y mejorar la equidad. En esta línea, se está llevando a cabo en Andalucía el proyecto RELAS (Red local de Acción en Salud) en los ayuntamientos municipales, teniendo en cuenta el contexto y los determinantes sociales, y con la intención de influir en las decisiones políticas, el medioambiente y la promoción de hábitos saludables a nivel local.
Mejora de la calidad
Otro reto sería el de la calidad en PS. Para ello, la Red aragonesa de promoción de la salud ha elaborado una guía que nos da unos aspectos clave. Es esencial que contemos con un marco conceptual común, entendiendo de la misma manera la salud y la promoción de la salud. Debe ser un proceso participativo, donde los protagonistas de estas medidas sean los individuos y no meros receptores pasivos. Debemos promover, como diría Victoria López, una democratización de la salud.
Los proyectos deben cumplir con los aspectos metodológicos, pero también con los principios de equidad, empoderamiento, participación y ética. Se necesitan equipos fuertes y competentes multidisciplinares e intersectoriales, con una base de formación y asesoramiento. Es importante asimismo hacer una evaluación adecuada de los programas y buscar la mayor efectividad y eficiencia. Para ello, las redes profesionales son especialmente importantes para generar intercambio y crecimiento.
Debemos enfocarnos en los determinantes sociales de la salud, centrarnos en el camino de Hygeia, y así disminuiremos la carga de trabajo de Asclepio.
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