
Estoy segura de que muchos habéis oído hablar de una misteriosa enfermedad que existía hasta hace unos cuantos años y que sólo afectaba a mujeres vírgenes, monjas, viudas y casadas: la histeria.
¿Qué era la histeria?

Fuente: «La tecnología del orgasmo»
Esta patología no era más que un desorden proveniente de un puritanismo extremo y de una marcada represión sexual. Y sí, las mujeres casadas también integraban esta población, puesto que las relaciones maritales tenían el fin único de la reproducción, llegando a utilizar una sábana con un pequeño orificio a la altura de la entrada de la vagina para no distraerse del cometido. Además, podía presentarse como múltiples síntomas, lo cual aumentaba las probabilidades de que te colgaran el cartelito de “loca”.
Es un hecho que, a lo largo de la historia del ser humano, no se ha considerado igualmente a hombres y mujeres. No han sido pocos los psicólogos que han hablado de que las características de la psique de las mujeres son la ausencia de pensamiento y lógica y la incapacidad de razonar, por lo que la mujer era un ser dependiente y sumiso bajo la tutela de los hombres. Aquellas osadas que se salían de estas normas, eran consideradas locas.
¿Cuál ha sido el recorrido histórico de esta «enfermedad»?
Desde el Antiguo Egipto, rondaba la idea de que esta enfermedad se debía al desplazamiento del útero enfermo por el interior del cuerpo de las mujeres afectadas. Esto no resulta tan extraño teniendo en cuenta que el propio Platón definió el útero como “un animal dentro de un animal”. En la Edad Media, se decía que el Diablo había mal influenciado a las mujeres convirtiéndolas en brujas, llevando esta enfermedad al ámbito religioso. Es muy posible que algunas mujeres que “solamente estaban hartas de la represión sufrida” fuesen castigadas con la hoguera. Posteriormente, en el siglo XIX, los sanatorios se llenaron de “mujeres histéricas”, por lo que una mujer no podía realizar tareas similares a las del hombre por riesgo de inducir la patología. Una sola pregunta incómoda en el momento equivocado podría ser un indicio de la enfermedad.
Con el paso de los tiempos, se fueron investigando numerosos y extraños tratamientos, llegando a la ablación del útero. Para el siglo XIX, en plena época victoriana en Inglaterra, la solución más común era el llamado “paroxismo histérico”.
Este paroxismo no era otra cosa más que el orgasmo, al cual se llegaba mediante la masturbación asistida por parte del personal sanitario de la época; y así “curaban” las tensiones sexuales femeninas. Tengamos en cuenta que las implicaciones religiosas, políticas y sociales que ha soportado el cuerpo femenino no ayudaban precisamente a esta situación. ¿Os imagináis cómo podría ser una consulta de aquellas?
“- Buenos días, doctor. Vengo buscando un remedio para mi señora, que sufre sofocos e irritación y suele estar de mal humor.
– No se preocupe, caballero. Su esposa padece, como muchas mujeres, un caso habitual de histeria. Espere en esta butaca mientras le realizo un masaje genital a su esposa que la aliviará tras alcanzar la crisis paroxística (que usted no le va a proporcionar).”

Fuente: «La tecnología del orgasmo»
Sin embargo, se trataba de sesiones que podían llegar a una hora de duración, provocando al practicante dolores musculares, por lo que necesitaban encontrar un método mejor para llegar al paroxismo. Además, tanto el diagnóstico como el tratamiento podían variar en función del estatus civil de la mujer, puesto que no era lo mismo que fuera una joven casadera, que una monja o una prostituta. Sufriendo los mismos síntomas podías ser diagnosticada también de frigidez o incluso ninfomanía dependiendo de la situación.
En el siglo XIX, las mujeres constituían el mayor mercado terapéutico de países como EEUU, puesto que las tres cuartas partes se consideraban enfermas, y los beneficios económicos generados contribuyeron a medicalizar la satisfacción femenina. Así, en 1902 se comenzaron a comercializar los primeros vibradores como un electrodoméstico más, encontrando su publicidad en las revistas de tareas del hogar. Creo conveniente remarcar el hecho de que el vibrador no se inventó por el placer de las mujeres, si no por la comodidad de la terapia para la histeria, como una forma de alcanzar el paroxismo sin que el practicante se cansara y en tiempo récord. Tampoco fue sencillo aprobar que los vibradores podían emplearse para la penetración, ya que también era un acto de profanación.
Bien es cierto que, tras la Segunda Guerra Mundial, hubo un giro radical en cuanto a los tratamientos de los problemas de Salud Mental debido al desarrollo de los psicofármacos, entre los que se incluyen antidepresivos y ansiolíticos. A día de hoy, las principales consumidoras de estos fármacos son las mujeres, posiblemente debido a la patologización de sus problemas vitales, como la sobrecarga laboral y las condiciones socioeconómicas.
Conviene diferenciar el concepto histórico de histeria con el diagnóstico de los llamados trastornos disociativos o de conversión, que son una forma de somatización en la que aparecen síntomas neurológicos funcionales, como convulsiones o posturas anormales, pudiendo llegar a la catatonía. Estos trastornos están relacionados principalmente con el estrés y, aunque son más frecuentes en las mujeres, no son exclusivos de estas.
Y así, al final, llegó el día…
En 1952 se consiguió que la Asociación Americana de Psiquiatría (A.P.A) desacreditara la histeria como enfermedad. Actualmente, podemos entender que la causa del padecimiento de muchas mujeres fue sencillamente negarles, durante milenios, un disfrute sexual que se limitaba a los hombres en una sociedad en la que la masturbación femenina sólo era permisible bajo receta médica y en ningún caso por cuenta propia. No fue nada fácil constatar que existe el deseo sexual en las mujeres, ya que se trataba de un hecho horriblemente denigrante. Por suerte, la libertad sexual de las mujeres se encuentra ya menos cuestionada y podemos disfrutar de nuestra sexualidad y de la gran variedad de opciones que ofrece el mercado de los juguetes sexuales, posiblemente a raíz de esta patología.
Muy interesante tu artículo, Carla. La verdad es que es increíble pensar en lo que tenían que sufrir y padecer las mujeres hasta hace relativamente poco, por el simple hecho de ser mujer. Creo que todos, cuando leamos tu artículo, estaremos pensando por dentro «qué fuerte» o «vaya tela» (como decimos en Andalucía).
La historia de la histeria es una de esas interesantes, duras y reflexivas (la terapia en consulta con masaje genital… bueno, sin comentarios). La sexualidad femenina fue un tabú hasta hace muy poco (lo sigue siendo en según qué contexto) y creo que fue una forma de represión brutal con consecuencias como la que tú expones, entre otras. Afortunadamente, hoy en día muchas mujeres podemos disfrutar de nuestra sexualidad de forma libre y debemos ayudar a que todas las mujeres del mundo puedan hacerlo igualmente, si así lo desean.
De nuevo te digo que me ha parecido de mucho interés y siempre agradezco cuando se aporta información sobre temas de salud sexual, ¡gracias!
Quiero añadir lo curiosa que me ha parecido una frase en una de las fotos que has puesto, donde habla del masaje genital en consulta por parte del médico para provocar el orgasmo, dice: «No se considera un acto sexual pues no hay coito». Refleja la visión limitadísima que se tenía de la sexualidad en aquella época.
Muchas gracias por tus comentarios. La verdad es que el tema del masaje genital es vergonzoso, pero aún había métodos peores. Creo que algunos deberían entrar en el concepto de tortura. Por ejemplo, había una práctica que consistía en exponer la vagina de la mujer por encima de un quemadero, de tal forma que el humo ardiente sofocase los problemas del útero. Por no hablar de cuando no conseguían ponerle un remedio y las condenaban por brujería. Aún cuando se supone que se superó la Edad Media y parecía que la sociedad era más civilizada, a algunas mujeres se les practicó una histerectomía (extirpación del útero) como solución; y teniendo en cuenta las condiciones higiénicas de los siglos XVIII y XIX, no quiero pensar en cuantas de ellas fallecerían por complicaciones como las infecciones.
¡Qué horror! Sí que eran torturas.
Gracias por el recuerdo histórico de nuestro «pasado enfermizo»… Después de haberte leído me parece todo un acierto que hayas considerado un hito en salud pública desacreditar «esa enfermedad» y esas prácticas tan espeluznantes… qué suerte haber nacido en esta época y con este código postal. Gracias.
Muuuuuuuuuuuuuy interesante tu artículo sobre la histeria.
Me he detenido como 10 minutos en la foto “Una anatomía enfermiza”. No tiene desperdicio.
¿Mi querido Platón dijo esto? “el útero es un animal dentro de un animal que se desplaza por el cuerpo, alcanza la garganta y provoca sofocos, ahogo, histeria”. Ay madre, con el respeto que le tenía por el “mito de la Caverna” y resulta que iba por ahí por las plazas de Atenas difundiendo estas cosillas….
El esquema de tratamiento de la histeria (casada – copular, monja y viuda – masaje vulvar y joven casadera – matrimonio) parece del club de la comedia pero tristemente fue realidad. Y muy curioso, de alguna manera resultó ser el origen del Satisfyer (para que pudiera descansar la manita el practicante).
“La aparición de componente sexual en el amor de una chica es patológico”. “El tracto reproductivo es una ciénaga de miasmas patogénicas”… Decías esto, te aplaudían seguro unos señores de traje y bigote y te quedabas tan pancho.
Todo el rato nos sale leyendo tu artículo un “pero qué fuerte nena”, “vaya tela” como dice Irene en el comentario.
Me encantó la supuesta consulta buscando remedio para la señora 😉
Ahora nos reímos pero “vaya tela”…. Que nos llamen brujas, histéricas, enfermas, locas, reprimidas. Voy a intentar curarme haciendo un pequeño pedido a “platanomelón”.
Muuuuuchas gracias. De lo que he leído, de lo mejorcito sin duda. Enhorabuena.
“Aunque usted no lo crea” mi estimadísima colega, debo comentar que hoy en pleno siglo XXI por esa desigualdad e inequidad que viene acarreándose la humanidad, desde aquellos tiempos oscuros para la mujer. Aún hay en el mundo la inexistencia del sexo y el orgasmo como un derecho, del que toda persona que se considere mujer y sin distinción alguna, pueda gozar con libertad. Por religión, por cultura, pobreza o negligencia, porque seguimos viviendo la represión sistemática de las mujeres día a día, por eso qué oportuno tu artículo para reflexionar y por un lado sonreír porque se han cambiado muchas cosas ya, pero aún falta mucho por hacer, deberemos como hemos aprendido en clase, a ponernos siempre las gafas de la igualdad/equidad de género y estar atentos siempre para no ser parte de la opresión. Qué importante es no dejar de hablar de estos temas, qué importante difundirlo con las amigas las hermanas primas y madres, y por cierto se me viene a mi mente un podcast que me parece muy interesante y en este tono lo recomiendo: (https://open.spotify.com/episode/6ogxZDxtyO1QPfMZys0TnM?si=068ae6afd3784f70)
Porque habla sin tabúes tratando de naturalizar el sexo y el orgasmo que lamentablemente ha sido pervertido a lo largo de los tiempos por la industria y el mercado del sistema en el que vivimos, pero tampoco deja de lado esa parte complementaria, el hombre, y cómo es víctima y victimario también. Gracias por el post, me ha gustado ¡