Dracunculiasis, también conocida como enfermedad de la ardiente serpiente, la afección de los dragones pequeños o el gusano de Guinea.
¿Te suena? Probablemente no. Si te digo que en el año 2020 solo se informaron 27 casos de esta enfermedad en todo el mundo pensarás que se trata de una afección rara, anecdótica, sin importancia y al borde de la erradicación. Así es. Pero no siempre fue así. Si todo marcha según lo esperado, la dracunculiasis será la primera enfermedad parasitaria en ser erradicada sin necesidad de uso de vacuna o un tratamiento específico.
¿Pero, en qué consiste realmente esta afección?
Imagina que vives en un país africano extremadamente pobre: Etiopía, Chad, Angola… Estás trabajando en el campo, a pleno sol. Te entra sed. Te ofrecen un vaso de agua. Bebes. No puedes verlos pero en ese agua viven unos crustáceos microscópicos llamados copépodos que están infectados por la larva de un gusano, “Dracunculus medinensis”.
Un año más tarde de la ingesta de ese vaso de agua -¡ya no te acordarás!- es posible que esa pequeña larva ya no sea tan pequeña, haya alcanzado casi 100 cm de longitud y sea tan gruesa como un espagueti. Este crecimiento ocurre dentro de tu cuerpo
Un día verás que te sale una especie de ampolla en el pie y, a continuación -y ahora viene lo más desagradable, ¡prepárate!-, verás asomar su cabecita, la de la gusana adulta para ser más precisos, por una úlcera que te ha salido donde antes estaba la ampolla.
La úlcera duele. Mucho. No tienes analgésicos. Ni antibióticos. Se infecta. Quizás incluso se extienda la infección hasta tu articulación. Ves cómo sale el parásito a través de la piel. Sientes mucho ardor en el pie; como si te quemara el fuego de un dragón. Y tienes la necesidad imperiosa de meterlo en agua fría. El gusano -hembra gestante- aprovechará ese momento para parir miles de larvas que pasarán al agua y que infectarán nuevos crustáceos que cerrarán el ciclo y darán comienzo a uno nuevo, con más infectados.
El dolor y las posibles complicaciones te incapacitarán. No podrás andar. No podrás trabajar. No podrás alimentar a tu familia. Y probablemente pasen muchos meses hasta que logres sacarte el gusano de la piel con la ayuda de un palito, enrollándolo. Pasarán varias semanas, o tal vez meses, hasta que puedas reincorporarte a tu actividad habitual tras un largo período de incapacidad.
¿Te suena el símbolo de Asclepio de la antigua Medicina griega? Se trata de una vara con una serpiente enrollada. Hay quien dice que este símbolo se originó de este procedimiento ancestral para tratar de sacar el gusano de la piel. Como ves, es una enfermedad muy muy antigua. Tan antigua que incluso podemos remontarnos a la Medicina egipcia; a las momias, donde ha sido detectada.
Te he contado de forma breve el ciclo del parásito. Es posible que no hayas oído hablar de este nematodo que se clasifica dentro de las «Neglected Tropical Diseases (NTD)” o Enfermedades Tropicales Desatendidas. Pues eso. Neglected. Enfermedades olvidadas. Abandonadas. Dolencias que afectan a las poblaciones más pobres del planeta, áreas rurales remotas y zonas en conflicto. Afecciones con un estatus ”limitado” en la lista de prioridades de la Salud Pública.
Estas enfermedades no interesan a la industria farmacéutica aunque provoquen sufrimiento, discapacidad, desfiguración y afecten a mil millones de personas en las regiones más pobres del mundo. Otros ejemplos de NTD son la lepra, la úlcera de Buruli o las filariasis; por citar algunas.
En 1986 se estimaron 3,5 millones de casos de dracunculiasis en hasta 20 países de África y Asia. Países pobres con acceso limitado al agua potable. Actualmente (datos del año 2020), solo se han reportado 27 casos en todo el mundo. Y el cinturón de países afectados se ha estrechado a 6 africanos: Chad, Angola, Camerún, Mali, Etiopía y Sudán del Sur. Sin vacuna y sin tratamiento, ¿cómo es posible?
En 1986 el presidente de los EEUU, Jimmy Carter, y su organización sin fines de lucro “The Carter Center”, lideraron la campaña global de erradicación de la dracunculiasis junto con los CDC, Unicef, OMS y la Fundación de Bill y Melinda Gates. Adoptaron 2 medidas simples pero muy efectivas:
https://www.cartercenter.org/health/guinea_worm/index.html
Prevenir que los habitantes de los países afectados pudieran tomar agua contaminada mediante cloración, hervido o filtración. En algunos casos, el uso de simples dispositivos portátiles -a modo de “pajitas”-, permitían beber del agua contaminada sin riesgo de infección.
Por otra parte, se pusieron en marcha campañas de control y educación sanitaria para evitar que las personas infectadas por el gusano de Guinea estuvieran en contacto con fuentes de agua potable, especialmente usadas para beber, para romper así el ciclo del parásito.
Estas soluciones tan increíblemente sencillas permitieron reducir la incidencia de esta enfermedad en un 99.99% desde el año 1986.
Por supuesto que hubo obstáculos en el camino para implementar las medidas: falta de seguridad en muchos países afectados, conflictos armados, ausencia de voluntad y apoyo por parte de ciertos líderes políticos, pocos recursos, ausencia de vacuna o medicamentos eficaces… Pero, por fin, se ganó la batalla (o se está ganando).
Ya ves, una simple pajita puede matar a un dragón.
A veces no se necesitan vacunas ni medicamentos sino el sentido común y la voluntad de querer cambiar las cosas.
Y hablando de dragones, os dejo con Varys de GOT (Games of Thrones) que os quiere decir algo (éste es mi «guiño guiño» para los fans de la serie):
“Algunas puertas se cierran para siempre y otras se abren en los lugares menos esperados”
No es fantasía, los dragones existieron.
Enhorabuena por tu artículo Cristina, me ha gustado mucho el tema, y el giro que le das como de cuento de fantasía. No conocía a este «gusano», aunque sí otras Filariasis. Pero es una realidad, y no un cuento como tú bien explicas, que las enfermedades que se acontecen en el mundo en vías de desarrollo, se les hace caso omiso. Me parece muy importante darse cuenta de las medidas básicas de higiene y del sentido común para poder controlar enfermedades transmisibles en relación con pilares centrales para nuestra supervivencia y desarrollo como el agua, tan imprescindible para vivir como que esté saneada y potabilizada. Cuántos casos de estas enfermedades infecciosas podríamos disminuir con un saneamiento de las aguas y una higiene de manos adecuada…Y con tu artículo nos haces abrir bien los ojos sobre este problema que aún hoy padecen muchos países. Qué jarro de agua fría saber que los pies deben de estar sanos para poder alimentarse en los países más desfavorecidos. Me alegra saber que el desenlace de la Dracunculiasis se resolviera en incidencia y en intervenciones efectivas, gracias a la acción conjunta de organizaciones a las que les preocupaba esta enfermedad. Como preventivistas y salubristas, juntémonos y ¡recuperemos el estudio de las Enfermedades Olvidadas, abandonas, y evitemos la transmisión!
Muchas gracias por tu comentario Elvira.
«Como preventivistas y salubristas, juntémonos y ¡recuperemos el estudio de las Enfermedades Olvidadas, abandonas, y evitemos la transmisión!» -> ese es el espíritu jajaja. Me ha gustado mucho «tu grito de guerra».
Un abrazo.
🙂
Hola Cristina. ¡¡¡Me ha encantado tu artículo!!!
Tengo un vago recuerdo de haber estudiado la historia de este parásito pero casi no recordaba nada.
Siempre me ha parecido increíble como algo tan minúsculo puede causar tanto dolor e invalidez.
Luego, me hace reflexionar. Primero, me has dejado sorprendidísima por lo rápido que se ha conseguido disminuir el número de casos a una cifra insignificante. Teniendo en cuenta, como dices, que es una enfermedad antiquísima, que en apenas 35 años se haya logrado casi erradicar es fascinante e injusto a partes iguales. Fascinante porque no se han necesitado grandes remedios y se ha logrado en muy poco tiempo. Injusto porque desde que existen datos de la enfermedad hasta que se ha metido mano han pasado miles de años… Aún afectando a millones de personas. Por lo que es un claro ejemplo de cómo se eligen qué enfermedades se tratan, quién muere, quién vive, cómo mueren y cómo viven.
Quería decirte también que me ha gustado mucho cómo lo has contado. Desde el título hasta el último punto me has tenido enganchada. Enhorabuena!!
Un abrazo, Eva
Muchas gracias por comentar!!
Menos mal que te enganchó la historia del gusano. ¿Quizás un poquito desagradable la parte esa de cuando te sale por el pie? jaja… No quedaba más remedio que contarlo. Pero tú seguiste leyendo hasta el final. Una valiente!!!
Me alegro de que te gustara.
Un abrazo grande Eva.
🙂
Me encanta Cristina, no solo tienes habilidades como oradora sino también como escritora. Has transmitido tu artículo de una forma muy amena para hacernos recapacitar en que en los pequeños detalles podemos encontrar grandes soluciones.
Me has hecho meditar al respecto, vengo de un país (Colombia) donde las enfermedades parasitarias son una constante, es más, en tu consulta de medicina general no puede falta la madre que te pide que le indiques un purgante para su hijo, porque hace más de un año que no recibe dicho tratamiento. Las madres se vuelven en verdaderas expertas en el tema. Cuando llegas a España como médica, una de las primeras cosas con las que chocas es que los parásitos casi son un mito y esos tratamientos para erradicarlos le pertenecen a medicina tropical, algunos requiriendo de visados para su venta. Recuerdo la anécdota trabajando en un hospital de España que teníamos un paciente de procedencia latinoamericana con VIH, que se encontraba muy grave por una infestación por Strongyloides, y al descubrir la causa de su gravedad, se hizo una sesión multidisciplinaria de gran relevancia para concientizar a los médicos que nos encontrábamos presentes al respecto de las enfermedades de origen parasitario que estaban llegando a España a través de la inmigración de personas provenientes de países con alta prevalencia, aquí era la gran novedad, pero en Colombia y otro países muchos niños mueren infestados cada día por estos parásitos.
Con todo esto la conclusión es que efectivamente hay enfermedades que afectan más a los más desfavorecidos y muchas veces hasta que no lo tenemos de cerca no reaccionamos frente al problema. Sin embargo tu artículo hace un llamado a la conciencia, a no olvidarnos de aquellas enfermedades que afectan a los más desfavorecidos y nos estimula a aplicar la lógica en la solución de los problemas, porque no todo se resuelve con grandes cantidades de dinero, el saber gestionar los conocimientos poniendo interés, motivación y llevándolo a la acción es la verdadera solución.
Gracias por tu artículo Cristina.
Un saludo.
Paola García.
Jo, muchas gracias por tu comentario.
Me ha encantado lo que has contado desde tu experiencia. Al final parece que sólo existe de lo que se habla. Pero quien tiene el poder maneja el foco. Y el foco da luz sólo a un pequeño porcentaje de seres, es lo visible. Pero es lo que no se ve, lo silenciado, lo que constituye la enorme materia oscura que teje este mundo.
Un saludo y gracias de nuevo por tu reflexión.
🙂
Guauuuuu. Así me has dejado.
Tu artículo no deja indiferente, Cristina. Ahora siento una mezcla entre rabia por algo que ya sabemos (el desinterés por las enfermedades minoritarias de aquellas zonas del «sur que ni conocemos»…); mucho asombro por la radical disminución de la incidencia de la enfermedad en menos de 40 años (27 casos en 2020, guau, ¡qué alegría!, pero me pregunto… ¿se estarán diagnosticando todos?) y una extraña sensación de que tengo algo en el pie… 😉 jajaja
Gracias por encender la bombilla y poner el foco en una enfermedad tropical desatendida, y gracias por hacerlo de una forma tan didáctica y «fantasiosa». Enhorabuena. Un abrazo.
Muchas gracias por leer el articulillo, lleva su tiempo…
Hace una tarde lluviosa y pega ponerse a leer el blog. Seguro que hay temas más agradables que los gusanos … 😉
Esa extraña sensación de tener algo en el pie… jajaja… a mí también me pasó. La tarde que escribí el texto me la pasé rascándome el tobillo y mirando con recelo los espaguetis cuando cocía la pasta.
Un abrazo grande Selene.
Disfruta del puente.
Enhorabuena, me ha gustado mucho tu artículo. La verdad es que se trata de una enfermedad de la que no había oído hablar nunca, pero me parece extremadamente horrible, como la mayor parte de los parásitos que existen. No me imagino cómo debe de ser el tiempo de espera hasta que el gusano abandona por fin tu organismo con tantísimo dolor (y también asco).
Y encantada también con el guiño a GOT, muy buen final.
Un saludo.
Muchas gracias crack por tu comentario. Vaya artículo increíble has escrito sobre la histeria.
Un abrazo
GOT siempre!!!
I agree there is not much literature differentiating the two.The article cited in this blog by Gibbs is probably the best bet.I think the reason for this is that there is NOT much agreement on what the relationship is between the two terms.Good luck with your project!