Son horas de la mañana, y estoy diciéndole a mi madre, -¡Qué no quiero¡ Y en lo que termina de convencerme para que me curen del “espanto”, me encuentro ya en el centro de la sala rodeado por mi familia. El sol por la puerta entra con su luz rompiendo en franjas una nube de humo espeso, en la que me pierdo. Veo a mi tío “el brujo” echándome bocanadas de ese humo blanco dando vueltas a mi alrededor, frotándome encima un ramo de hojas de aroma penetrante, uno a uno van entrando y saliendo del círculo los demás pequeños de la casa. La “limpia” ha terminado, me reencuentro al abrigo materno nuevamente, ya sin espanto.
Se masticaba, fumaba y exhumaba con fines ceremoniales, y su uso se relacionaba con las deidades, y altos rangos sociales. A finales del siglo XV Europa lo conoció, y cinco siglos después se fundamentaría lo que en el año 750 A.C. ya se sabía de un pasaje del Popol Vuh, donde dos personajes engañan a los dioses colocando luciérnagas en unos “cigarros” para simular que los habían encendido pues no querían fumarlos por sus efectos nocivos. Con el paso del tiempo algunos rituales con el tabaco se han extinguido, y otros se mantienen como vicios.
El tabaquismo se volvió una epidemia que hoy causa más de ocho millones de muertes al año, por enfermedades del corazón, de la circulación sanguínea, de las vías respiratorias, y cáncer. Más de la mitad de las personas que fuman mueren por estas causas, el 80% de las muertes ocurren en países en vías de desarrollo. La mitad de niños del mundo respiran su humo y mueren miles como fumadores pasivos. Pareciera que, hemos normalizado el tabaco y la muerte desde muy pequeños, que la información ya no nos conmueve. ¿Por qué aún vemos en las calles llamativos anuncios que gritan, TABACOS?
En el 2003 se proclamó el Primer Tratado Internacional Negociado, por la 56ª Asamblea Mundial de la Salud con el “Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco” Hito en salud pública, una batalla ganada pero, ¿Por qué se tardó tanto? No fumemos lo infumable, ¡Hasta qué punto seremos acérrimos a la literatura científica contra la regulación del tabaco frente a verdades obvias a los ojos de la realidad!
¿Cómo generar políticas de protección en salud, si en bibliotecas de alto impacto hoy se encuentran documentos que sugieren que las intervenciones dirigidas a modificar el comportamiento del consumidor parecen no ser efectivas?
Pienso que el rigor biomédico es demasiado perfecto para este mundo imperfecto, es que ciertas posiciones científicas siguen obedeciendo a presiones del mercado y no a la bioética. La industria ha evolucionado, y con la «buena intención» de favorecer el abandono del hábito tabáquico ha lanzado al mercado, bendecida por la FDA, una serie de dispositivos conocidos como «e-cigarrettes» que ayudarían a muchos adultos a dejar de fumar, a cambio de introducir a las nuevas generaciones al hábito, lo dicen los números, en los últimos años se han popularizado tanto, los cigarrillos electrónicos, que hoy son la nueva puerta de entrada a la adicción. Así, aún hay gente comprando y fumando por ahí, por ello se espera que para el año 2100 muera un billón de personas más.
No son tiempos de paz ni mucho menos entre la industria y la salud, pues las políticas de salud pública ya han puesto la mira en estas nuevas estrategias del mercado por ejemplo, en Australia ya se reguló la venta de «e-cigarrettes» bajo prescripción médica ¡En hora buena!
Hoy seré su Shamán y os curaré del espanto con un ramo de hojas de tabaco y políticas sanitarias, de libre acceso en medio de esta espesa nube de humo de información, por si quieren echarle un pulmón. Mi tío el “brujo” a quien recuerdo con mucho cariño, después de varios cigarros e infartos, ya no está, pero el tabaco sigue vivo. La limpia ha terminado, ahora pensareis dos veces cuando os pregunten, ¿Nos fumamos uno?
Enhorabuena por el artículo, es corto y conciso, va directamente a lo que quiere transmitir.
Hace años era una barbaridad la cantidad de gente que fumaba o hacía otros usos del tabaco, pero entiendo que no había tanta información sobre sus efectos secundarios. A día de hoy sigo sin entender como sigue comercializándose tan a la ligera y preguntándome cuál es el problema que nos impide transmitir su verdadera gravedad, especialmente a la gente joven.
Espero que cada día sean menos las personas que fumen, aunque este no sea el único problema en los hábitos de vida ni el más importante actualmente.
Un saludo.
Querido Mario:
Inicialmente me llamó la atención tu artículo porque abordas el mismo hito de salud pública que yo he elegido. Estoy de acuerdo contigo en que el Convenio Marco para el control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud constituye una batalla ganada en la lucha contra el tabaquismo, en especial por el número de países al que ha llegado, por la cantidad de muertes que ha evitado y por el impacto que ha tenido en la reducción de la prevalencia de tabaquismo en muchas poblaciones alrededor del mundo. Sin embargo, la guerra para prevenir muertes evitables causadas por el consumo de tabaco continua y estoy de acuerdo contigo en que aún nos queda mucho por hacer. En medio de esta lucha no sólo se trata de continuar disminuyendo los millones de muertes y discapacidad evitable. Sino, de intentar abordar nuevas amenazas como los cigarrillos electrónicos o los dispositivos electrónicos de tabaco. Estos ya están en medio de nosotros y potencialmente podrían poner en jaque los avances que hemos logrado a través de años de esfuerzos gigantescos. Como menciona el reporte de la OMS sobre la epidemia global de tabaquismo: “Tobacco control efforts must remain focused on reducing tobacco use and avoid distractions created by tobacco and related industries.”
Gracias por poner el tema sobre la mesa con tu artículo, sin duda aún nos queda un largo camino por delante.
Daniela