Ayer por la mañana diste un paseo por el campo y te picó un mosquito. Por la tarde, disfrutando del sonido de las olas en la playa, te picó otro mosquito. Y por la noche dejaste la ventana abierta y te picó un último mosquito. No pasa nada: en España, desde 1964, sabes que no sufrirás Paludismo.
La malaria: problema endémico en España
La Malaria o Paludismo es la enfermedad parasitaria más frecuente del mundo: según la OMS, esta patología causó unas 409.000 muertes en el año 2019, de las que el 67% afectó a niños menores de cinco años que residen mayoritariamente en el África subsahariana. Por lo general, tras unas semanas de incubación tras la picadura del mosquito portador, comienza una sintomatología similar a una gripe que puede empeorar con distintas fases de escalofríos e intensa fiebre.
Si bien hay investigadores que proponen que la malaria pudo llegar a España procedente de la India desde hace unos 2.500 años, fue durante los siglos XVIII y XIX cuando se conoce la mayor expansión de la enfermedad por la Península Ibérica, favorecida por la situación de extrema pobreza, conflictos bélicos y el cultivo de arroz en áreas cenagosas y estancadas donde se podía encontrar fácilmente el mosquito Anopheles, responsable de la propagación.
La primera lucha epidemiológica en España
La lucha contra la malaria constituyó la primera lucha epidemiológica organizada en España: se basó en los datos de prevalencia de la enfermedad. Tras los pioneros estudios epidemiológicos de Macdonald en las minas del Río Tinto en 1900 y Francisco Huertas y Antonio Mendoza en Cáceres en 1901, es Gustavo Pittaluga el que analizó la situación de distintas regiones, relacionando la prevalencia de paludismo con condiciones sanitarias desfavorables, alta densidad de población, encharcamientos locales y altas temperaturas y humedad. Destacó su papel como director de los trabajos antipalúdicos en Cataluña en 1915: esta zona pasó de ser una de las más afectadas en los siglos XVIII y XIX a prácticamente la desaparición de la malaria durante los años treinta. Además, cuando en 1920 se convierte en director de la Comisión de la Lucha Antipalúdica a nivel estatal, clasifica las provincias en tres bloques según la intensidad del paludismo (parecido a hoy con el semáforo COVID). En la siguiente imagen vemos una imagen que representa los comentados bloques, con un importante descenso en los alrededores de Cataluña respecto a la imagen anterior.
En el Siglo XX, con un mejor conocimiento de la enfermedad, se establecieron programas antipalúdicos entre los que se incluyeron métodos biológicos (se utilizaron algas como larvicidas), métodos químicos como medidas profilácticas (aceites o insecticidas para la destrucción de larvas) y fuertes medidas de saneamiento ambiental por ejemplo, mediante obras de desecación, desagüe, drenaje y terraplanado para acabar con zonas encharcadas donde los mosquitos portadores se desarrollaban con facilidad. Además, se propusieron medidas para reducir el contacto entre el ser humano y el mosquito (como evitar franjas horarias en las que el insecto tiene más actividad o uso de repelentes) y medidas higiénico-sanitarias.
En España el último caso autóctono de paludismo data de 1961 y en 1964 la OMS redactó el certificado de eliminación, constatando que la enfermedad ya no era endémica.
Y así, en España, el mosquito perdió una bala de su aguijón… pero en otros lugares no.
Precauciones en viajeros
La profilaxis juega un papel clave actualmente en la lucha antipalúdica. Desde el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España se propone a las personas que viajen a un lugar donde la Malaria sea endémica la concienciación sobre la enfermedad: períodos de incubación, síntomas… Asimismo, se recomienda quimioprofilaxis en los casos necesarios, evitar las picaduras de mosquito y, en caso de aparición de síntomas, no demorar la visita a un médico.
¿Y el final del Paludismo?
En España continúa habiendo cientos de casos de Malaria anualmente y, aunque son todos importados, conviene no bajar la guardia para evitar la llegada de potenciales insectos portadores palúdicos favorecidos por la globalización. También el cambio climático y la proximidad geográfica y el constante trasiego de personas y material con África pueden ser factores de riesgo, puesto que el continente africano, según la OMS, soporta una carga desproporcionadamente alta: en 2019 un 94% de la carga mundial de la enfermedad y de fallecimientos.
Además, urge la necesidad de nuevos mecanismos para responder al Paludismo a nivel mundial, puesto que ya se han notificado resistencias de los mosquitos a los insecticidas y, como en otros campos, la farmacorresistencia plantea un potencial problema. En la otra cara de la moneda, ya existe una primera vacuna capaz de reducir la incidencia y mortalidad de la enfermedad y se sigue avanzando en la eliminación de la Malaria: en las últimas dos décadas, se ha certificado la eliminación en diez países.
En este sentido, destacar la “Estrategia Técnica Mundial contra el Paludismo 2016-2030” propuesta por la OMS para los países donde aún la Malaria es una enfermedad endémica. Los objetivos de esta estrategia son reducir la incidencia y mortalidad de la enfermedad un 90% en 2030, eliminarla en ese mismo año en al menos 35 países e impedir la reaparición en los que han notificado su eliminación. El camino hacia estos objetivos es mediante acceso universal a prevención, diagnóstico y tratamiento, además de intensificar la vigilancia.
Por último, está vigente la iniciativa E-2025. La conforman una serie de países con el objetivo común de acabar con la Malaria en ese año, y los podemos ver en la última imagen. La Salud es primordial para todos. Tanto es así que cuando compartes un momento de alegría con tus amigos y algún refrigerio, lo primero que se te ocurre desear al levantar tu copa es Salud, y con toda la razón. Brindemos por Salud. Y también brindemos recursos a los países que lo necesitan para acabar con la Malaria.
Chín-chín. ¡Salud!
Hola compañero, hemos compartido tema, qué bien. Me gusta el enfoque que le has dado y el resumen histórico. Cierto, si nos pica un mosquito en nuestro país a día de hoy igual es antes dengue que malaria… 😉 Es importante conocer de dónde venimos para saber a dónde vamos: que en España hasta los años 60 fuera endémica y ahora la consideremos una “enfermedad importada”, ha tenido que tener detrás una gran trabajo de salud pública. Me has despertado el interés por conocer más sobre la cantidad de mosquito anopheles que tenemos habitualmente entre nosotros, al parecer está ampliamente distribuido, cierto es que no se puede decir que no vuelva a haber casos de malaria autóctonos en España como ya ha ocurrido con otras enfermedades reemergentes, he leído uno en Aragón en 2010, así que habrá que continuar con la vigilancia y el control vectorial. Que la globalización y el cambio climático están cambiando la distribución y el comportamiento de los vectores y con ello las enfermedades transmisibles, eso es una realidad. Cuando vemos las cifras de malaria actuales de la OMS nos siguen pareciendo una barbaridad, a mí por lo menos… lo cierto es que si las comparamos con las de hace 20-30 años ha descendido mucho en el número de casos y en en número de muertes, aumentando el número de países libres de malaria. Esperemos que la pandemia no siga dejando olvidadas enfermedades como ésta, donde se necesita financiación y compromisos institucionales y políticos para continuar trabajando por un mundo libre de malaria.
¡Hola, Selene!
Muchas gracias por tu comentario. Te devuelvo los elogios por esta vía, y así aprovecho para responder tu comentario. ¡Qué casualidad compartir elección de tema! Y también haber enfocado la patología desde dos puntos de vista tan complementarios.
Es cierto lo que comentas del caso de Aragón en 2010. También me llamó la atención la aparición de dos casos en Madrid en 2014: uno de ellos inducido por un trasplante renal cuyo donante procedía de una zona donde la Malaria es endémica, y el otro un ¡caso congénito! en un recién nacido asintomático.
En cuanto a la vacuna en la que enfocas tu artículo (de forma tremendamente acertada), yo solo he podido mencionarla porque la población diana es la población pediátrica en países endémicos. Fuera de que su efectividad sea aún relativamente discreta, es un indudable halo de esperanza. Será largo y costoso, pero reducir las más de 400.000 muertes anuales por Malaria es un objetivo lo suficientemente estimulante para luchar por ello.
Así, recojo el guante que lanzaste en tu exposición oral: cuenta conmigo para caminar juntos hacia la utopía.
¡Saludos!
Hola Salva, Me interesan personalmente los vectores y en general los insectos, y me pareció apasionante tu artículo. Es increíble cómo un artrópodo tan pequeño pueda ser responsable de la mayor cantidad de muertes humanas en la historia. Que en mi país sigue siendo un problema importante (junto con otras por lo menos nueve enfermedades transmitidas por vector más), así como sigue siendo un problema en casi todas las regiones tropicales del globo.
Es importante entender al vector, al parásito, el ambiente y al ser humano para lograr tratar de resolver el problema, así mismo tenemos que entender las determinantes que conllevan a que la enfermedad nos siga afectando. La multidimensionalidad del problema requiere de esfuerzos multidisciplinarios para encontrar soluciones. No es una coincidencia que los países más afectados por estas enfermedades sean, además de tropicales, pobres. El subdiagnóstico es sumamente trascendente, una gran cantidad de población afectada no tiene acceso a atención primaria en salud, entonces se entiende que la inequidad, en salud y en otras esferas, es un determinante crucial que hay que atender para por fin darle fin a estas enfermedades.
No será un medicamento mágico, una vacuna, o un científico brillante el que acabe con las enfermedades tropicales, será la lucha por la equidad, la solidaridad y las acciones colectivas las que harán la diferencia para conseguir el bienestar de los ahora más vulnerables.
Siempre que hablen de bichines o algún tema relacionado participaré con mucho entusiasmo.
Un abrazo y que estés bien.
¡Hola, Carlos!
Gracias por tu comentario. Y gracias por el aporte. No puedo estar más de acuerdo contigo: será la equidad, solidaridad y acciones colectivas las que lo consigan. Será la Salud Pública. Y ojalá sea pronto.
Sobre este mismo tema, mientras redactaba el artículo encontré un dato que puede ser esperanzador: en febrero de este mismo año, El Salvador se convirtió en el primer país centroamericano libre de Malaria. Tras una lucha antipalúdica de más de 50 años, no se detectan casos autóctonos desde 2017. Como bien dices, no fue un medicamento mágico la clave, sino un refuerzo epidemiológico y de la Atención Primaria los principales puntos de referencia para controlar el vector.
México forma parte de la iniciativa E-2025 que comento en el artículo: ojalá pueda seguir este mismo camino y que dentro de muy poco tiempo hablemos de un escenario bien distinto.
¡Salud, y un abrazo!