
¡Me duele! ¡Me duele respirar!
Con estas palabras Álvaro Conrado, a sus 15 años, inmortalizó lo que el sistema político de Nicaragua perpetra a la salud del país.

Tomada de: La Prensa Nicaragua
Desde abril del 2018, Nicaragua atraviesa una crisis sociopolítica – con algo de precedentes – que hasta la fecha ha dejado huellas, no precisamente positivas, en la historia del país. Protestas estudiantiles y por parte de la sociedad civil reprimidas por la fuerza policial y grupos afines al gobierno dejaron decenas de muertos, cientos de heridos y miles de personas apresadas injustamente o desaparecidas. Más información, aquí.
El 20 de abril del mismo año, un niño de 15 años, Álvaro Conrado, cargando botellas de agua para estudiantes en protesta recibió una bala en el cuello disparada por un francotirador. Con un proyectil que entró por el cuello y se alojó en el tórax, se escuchaba su quejido “¡Me duele respirar!”, imágenes fuertes que quedaron grabadas en un video de 20 segundos. (Imágenes y audio pueden ser muy fuertes para algunas personas, se recomienda precaución).
Dos hospitales le negaron la atención médica de urgencia, uno perteneciente al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y otro, al Estado. Al ser llevado a un tercer hospital, de categoría privada esta vez, fue atendido e ingresado a quirófano, donde falleció.
¿Qué tanta salud puede tener un país donde se niega atención médica urgente a un niño?

Tomado de: La Jornada Redacción Central. Médicos y médicas en protesta.
Lamentablemente, no fue un caso aislado. Como lo reporta a partir de la página 204 el Informe sobre los hechos de violencia ocurridos entre el 18 de abril y el 30 de mayo del 2018 elaborado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de Nicaragua (GIEI), lo mismo acontecía en diferentes municipios del país: Chinandega, León, Ciudad Sandino, Jinotepe, Managua, entre otros. La entonces Ministra de Salud, Sonia Castro, emitía órdenes del cierre de emergencias de centros sanitarios para estudiantes que habían sido heridos en las protestas.
Ante esto, la Asociación Médica Nicaragüense, en su pronunciamiento del 25 de mayo de ese año expone:
“Se ha manipulado el sistema de salud prohibiendo la atención médica en situaciones de emergencia producto de ello han llevado a la pérdida de vidas humanas en diversas instituciones”.
Tres años más tarde, la Asamblea Nacional canceló la personería jurídica de ésta y otras más de 20 organizaciones no gubernamentales, la mayoría de ellas de carácter sanitario, que en algún momento expresaron descontento con el proceder del gobierno en turno.

Tomada de: Revista NIU.
Arte por: PxMolinA
Rayneia Lima, una joven estudiante de medicina, brasileña, asesinada también en julio del 2018 por una ráfaga de disparos de fusil de asalto de tipo carabina, mientras las fuentes oficiales del gobierno aseguran que un guardia de seguridad fue el responsable, otras fuentes relatan el hecho por grupos paramilitares. En memoria de todas las víctimas, se creó el Museo de la Memoria Ama y No Olvida, disponible aquí.
Estudiantes, niños/niñas y sociedad civil no han sido los únicos que sufren a consecuencia de un sistema de salud viciado por colores políticos. Para finales de julio del 2018, más de 80 trabajadores y trabajadoras de la salud ya habían sido despedidos de sus puestos de trabajo en represalia por brindar atención médica a víctimas de las protestas, o por expresar su descontento ante la falta de ética y vocación con que el sistema de salud estaba gestionando la crisis. Así mismo, muchxs de ellxs sufrieron persecución y acoso: sus viviendas con una X marcada en sus paredes, otrxs obligadxs a renunciar y muchxs de ellxs, finalmente, se exiliaron del país.
En este momento, el sistema sanitario de Nicaragua se ahoga ante la fuga y falta de especialistas, sub-especialistas, personal sanitario de calidad y docentes bien entrenados, así como ante un deficiente acceso a los servicios de salud para su población, como bien lo describió Lori Hanson en su artículo «Side Effects: Persecution of Health Workers in Nicaragua» para Health and Human Rights Journal.
Una salud pública que no abogue por los derechos de lxs trabajadorxs de la salud, ni de lxs usuarixs, conlleva a una salud deficiente.
Es aquí donde radica la importancia de un sistema de salud pública apartidario, cimentado sobre los principios de equidad, justicia, beneficencia y no maleficencia. Ante crisis socio-políticas, climáticas o económicas debemos hacer hincapié en una salud digna, universal y de calidad para todas y todos, con planes de contingencia sanitaria eficientes y efectivos. Es por esto que se necesita propiciar un ambiente en el que, profesionales de la salud pública, puedan formarse y ser parte de un cambio de políticas sanitarias obsoletas y parciales.
La salud pública es hoy tan vigente como ayer, y tan política como siempre.

Tomada de: El Nuevo Diario
Por: Orlando Valenzuela
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