Bien es sabido que la ludopatía es un problema real. La adicción al juego existe y cohabita entre nosotros. ¿Pero qué sucede cuando la ludopatía se disfraza de tradición?
La ludopatía, o juego patológico, se define como un trastorno persistente y recurrente que se caracteriza por el fracaso progresivo y crónico de resistir los impulsos de jugar apostando dinero.
Aunque no todas las personas adictas hacen un uso problemático de los juegos de azar, una gran parte de ellas acaban por generar un destrozo en sus vidas, afectando a la relación con su entorno y, en casos más graves, perdiendo el control sobre sí mismos.
Afortunadamente, la conciencia social sobre este tema cada día está más en auge, ejemplos son las campañas contra las casas de apuestas, la reducción de los anuncios que se emiten en relación con estas (los cuales supusieron un verdadero problema estos últimos años), el establecimiento de leyes que regulen el juego como es el caso de la Ley 13/2011, de 27 de mayo y otras medidas contra el juego patológico.
Puede que no esté en boca de todos, pero el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ) es una medida llevada a cabo por la Dirección General de Ordenación del Juego que consiste en la creación de un registro de prohibidos que impide el acceso del inscrito a aquellos juegos respecto de los que la Administración Pública competente haya determinado la necesidad de realizar la identificación previa del jugador. Aquellos que así lo necesiten podrán ser inscritos, por su propia voluntad o por resolución judicial, como proceso de recuperación de su adicción mediante formulario presencial u online. Esta prohibición tiene carácter indefinido, aunque puede ser revocada a partir de los 6 meses. Podemos ampliar la información en la página https://www.ordenacionjuego.es/.
Este registro junto con el resto de medidas me resultan un avance importante en cuestión de salud pública, pues estamos ante una pandemia silenciosa que afecta a la calidad de vida de nuestra sociedad y sobre la que es necesario actuar.
Ahora bien, ¿de qué sirven todas estas medidas contra el juego si cada año, por navidad, anunciamos a bombo y platillo que el juego es algo mágico de lo que todos formamos parte? Sí, me refiero a la lotería de navidad y sus memorables anuncios que captan la atención de todos cada año.
Nos encontramos ante una tradición que tuvo su origen en Cádiz, aquí se realizó el primer sorteo el 18 de diciembre del 1812 y, hoy en día, este sorteo extraordinario se celebra todos los años en Madrid cada 22 de diciembre, siendo el más importante de todos los sorteos realizados en España ya que supone un alto porcentaje de la facturación anual del organismo Loterías y Apuestas del Estado. Es en esta última razón donde hallamos la respuesta a la última pregunta.
La recaudación que se realiza mediante el sorteo de navidad hace que este juego de azar sea necesariamente un hecho de celebración y que olvidemos la problemática social que existe detrás.
¿Acaso no es la navidad la peor época para caer en el juego? Entendiendo que por esas fechas tenemos más dinero y los anuncios de lotería están por todas partes, el cóctel perfecto para caer en la trampa.
Y aun suponiendo que alguien no desease jugar, se le juzga de una forma u otra si no participa en el juego, pues todo el mundo sabe la presión a la que se ve sometido uno cuando todos a tu alrededor compran un décimo y tú no.
Comprar unos décimos no implica una adicción al juego, pero personas con adicción al juego pueden llegar a gastarse todo su dinero creyendo que por un golpe de suerte lo van a recuperar multiplicado por tres.
Por todo ello, sería interesante juzgar a todos los juegos de azar por igual y no hacer excepciones porque se trate de una “tradición”, dejar de minimizar el hecho de que en familias donde existen jugadores patológicos se blasfeme el póker o la ruleta, pero se siga regalando décimos de la lotería de navidad.
Confío que estas palabras hayan conseguido haceros reflexionar sobre el tema, que algún día entendamos la necesidad que hay detrás de todo esto.
Mientras tanto, que la suerte nos acompañe.
Hola Eva.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, es un grave problema este tipo de vicios.
Como dices, menos mal que la sociedad se está dando cuenta y poco a poco va implementando planes de acción para combatir la ludopatía, aunque queda mucho camino por recorrer.
No podría ni contar la cantidad de gente cercana a mi entorno que hacen apuestas deportivas, parece que está de moda, ¿verdad? Como si habláramos de otro tipo de ludopatía más leve, pero, desde mi punto de vista, me atrevería a decir que incluso peor.
Hemos evolucionado el nivel de ludopatía con el nuevo vicio del siglo XXI, el móvil. No nos bastaba con el juego y el deporte que tuvimos que hacerlo más cómodo, claro. Ya no hace falta ni que te desplaces ni que esperes cola ni que te pelees en la grada porque estás eufórico como antiguamente pasaba con las apuestas deportivas. Ahora puedes apostar desde casa, sentarte en el sofá, conectar el ordenador, la tele y vivir tus apuestas en directo viendo dos o tres partidos a la vez, a veces incluso más, una pasada.
Con esta combinación hemos conseguido que más gente de la que creemos utilizan alarmas a lo largo del día para hacer una o varias apuestas a una serie/s de partidos de fútbol, tenis, baloncesto, etc. Estén donde estén, porque tienen más probabilidades de aumentar la ganancia, es decir, porque las cuotas están más altas.
Es un tema para sentarnos a hablar durante horas, da mucho que pensar.
En cuanto a la lotería de navidad, reconozco que no lo veo con los mismos ojos.
Hola Eva,
Sin duda, en el Mundo en que vivimos, la ludopatía es prevalente, incidente y poco reconocida o diagnosticada. Como bien dices, en España, y hablando desde mi experiencia desde pequeño con mis círculos de amigos, familiares, etc. la gran mayoría somos »pseudoludópatas» durante la navidad, casi todos caemos en la trampa de la que hablas.
Actualmente, como señala Pablo, ser ludópata es el más cómodo de los trastornos, ni siquiera hay que salir de casa para exponerse. Todo está a la mano, ingresas tu número de tarjeta, vinculado a tu cuenta bancaria, donde puedes tener tu dinero o el de más personas que convivan contigo, y ya está hecho. Si ganas, querrás más; y si pierdes, querrás recuperarlo multiplicado por diez. Y sin posibilidad de control, impulsado por las ganas o por cualquier excusa o acontecimiento visible o invisible, vuelves a jugar para mitigar esa presión que invade tu mente momentáneamente. Y al día siguiente o en la misma tarde de ese día, volverás a utilizar el juego como arma para calmar la inquietud. Y el umbral de aguante no para de bajar, hasta que eres ludópata o te arruinas y no puedes jugar más.
No podemos obviar el daño que la ludopatía causa quien la padece, y a su alrededor; pero tampoco podemos olvidar lo estigmatizada que está socialmente en un escenario como el de España, en el que de la misma forma en que se bromea y resta importancia a la ludopatía, se la rechaza cuando es evidente o diagnosticada. Pasa igual que con la depresión.
Gracias Eva, ha sido muy acertado y sensible por tu parte dar visibilidad al problema que supone esta patología o trastorno, no sólo por su importancia para el individuo que la padece y sus círculos más cercanos, sino también para la sociedad. Desestigmatizar y dar la importancia que requiere a la ludopatía, igual que a otros trastornos mentales, es un paso importante e insustituible para su control.
Gracias por hacernos reflexionar sobre un tema del que tan poco se habla y que tan importante es. Creo que muchas veces no nos paramos a pensar en cómo incluso nuestras costumbres podrían conducirnos a un problema de este tipo, en este caso además costumbres socialmente disfrazadas de normalidad.
La ludopatía es una de las adicciones de la que quizás menos se habla, pero que supone un gran problema social. No somos conscientes pero todos podemos caer en ese mundo, como dices a través hasta de una tradición, lo cual podría no verse ni como un problema real de juego patológico. Todo sin olvidar que en muchos casos se nutre de la necesidad de las personas y de su situación.
Por otro lado pienso que no nos paramos a pensar lo suficiente en cómo afecta estas campañas a las personas que han estado, o están, atrapadas por las redes de la adicción al juego, de cómo se ven tentadas diariamente por hechos de este tipo y la lucha interna que debe suponer para ellos.
Es responsabilidad de todos protegerlos, y no tacharlos de adictos. Me parece indignante estigmatizar a estas personas mientras las exponemos diariamente y le damos todas las facilidades para no poder salir de ese mundo o recaer en él. Además teniendo en cuenta lo fácil que es hoy día acceder, incluso desde la comodidad de la casa, al juego.
Por tanto, y más veces de las que creemos o consideramos, lo tradicional no siempre es inofensivo.