RESEÑA
Por: Jose Martinez Olmos
La alerta sanitaria internacional por el nuevo coronavirus COVID-19 ofrece muchas dimensiones de análisis entre las cuales prevalecen las relativas a su extensión, su letalidad o el impacto en la economía global. En las últimas 3 décadas hemos asistido casi de manera constante a diversas alertas globales que han generado preocupación global y respuestas de gran intensidad por parte de los sistemas sanitarios y de la Organización Mundial de la Salud, al tiempo que una importante atención por parte de los medios de comunicación.
En todas las situaciones de esta naturaleza y, de forma especial, en las vinculadas a enfermedades infecciosas hay un aspecto de importancia vital que raramente es abordado con la intensidad que merece. Me refiero al asunto de la desigualdad en la protección de la salud y en el acceso a los servicios sanitarios que caracteriza el mundo en la actualidad.
Es evidente que no se abordan con igual solvencia y efectividad las alertas sanitarias en países ricos que en países pobres. Incluso, en el ámbito de territorios desarrollados como el de la Unión Europea no será igual la respuesta en unos países que en otros, dado el diferente grado de desarrollo y solvencia de sus sistemas públicos de salud.
En el caso de la gripe A, una vez se pudo comprobar que la letalidad y el curso clínico no se correspondieron con los escenarios más preocupantes, pudo quedar una sensación generalizada de que la OMS y los Gobiernos podrían haber alarmado por encima de lo necesario. Esto es fácil afirmarlo de manera retrospectiva.
Ahora, con la alerta sanitaria internacional por el COVID-19, parece claro que se desea disponer de tratamiento eficaz y de una vacuna que proteja realmente.
Pero ya entonces con la Gripe A y ahora con el COVID-19, el abordaje de asegurar acceso a tratamientos antivirales y/o a vacunas eventualmente válidas, nos enfrenta a un gran reto: cómo superar la debilidad de las instituciones como la OMS y la Comisión Europea para asegurar la equidad en el acceso y el fortalecimiento de los sistemas de salud. Algo especialmente preocupante para cuando en un futuro, (espero que muy muy lejano), enfrentemos alertas sanitarias globales con grave impacto en la salud y con elevadas tasas de letalidad.
Sin duda alguna; no hay innovación sin acceso equitativo. La gran dificultad es el precio que las biofarmas intentan imponer cuando patentan un producto. Tú de eso sabes mucho Pepe, me consta que lo has vivido. Sin embargo el escenario para la innovacion medica (diagnostico, tratamiento, vacuna) es diferente ahora que antes. Ahora cuando la medicina personalizada quiere abrirse caminos mediante tratamiento personalizados basado en la biotecnologia, en la bioinformatica etc se requiere mas que nunca de la participación del sector publico a través de los organismos públicos de investigación (OPIs) La investigación básica para un mejor conocimiento de la enfermedad de su patogenia es ahora mas importante que nunca. Las biofarmas buscan ese conocimiento en las OPIS y Universidades. La alianzas publico privadas se van imponiendo lo que en mi opinión es esperanzador en términos de propiedad intelectual y precio final. Eso espero. Un abrazo
Gracias por tu comentario!! Sigamos trabajando con una perspectiva hacia la equidad!! Un saludo cordial