RESEÑA
Por: Silvia Toro, Amparo Lupiañez, Jaime Jiménez, Begoña Gil, Guadalupe Longo *
El reciente periodo de confinamiento vivido por las familias debido a las medidas tomadas para la prevención de la COVID-19 está repercutiendo en distintos aspectos de la salud de la población y, más concretamente, en la salud infantil. No es raro encontrar artículos que nos muestran los riesgos para la infancia de sufrir distintos problemas emocionales, derivados de la incertidumbre y la necesidad de enfrentarse a un problema que detectan, aunque no comprendan.
El exceso de peso, como factor del riesgo, en algunos casos ha podido agravar la sintomatología en paciente de COVID 19, como se planteaba en este blog hace unas semanas, situando a personas jóvenes que padecen obesidad como uno de los grupos vulnerables frente a la enfermedad. Las primeras evidencias científicas, reportadas desde Estados Unidos y Canadá, nos confirman que más del 20% de los menores (de 6 años en adelante) ingresados en unidades de cuidados intensivos pediátricos por COVID-19, tenía obesidad (Lara et al. 2020).
Durante éste tiempo, se ha dotado a las familias de distintas herramientas para sobrellevar la situación, y preservar la salud, tanto en el aspecto físico, como mental y social. Así, están disponibles: infografías sobre cómo explicarlo a la infancia, webs y aplicaciones para realizar actividad física en familia, y multitud de consejos sobre la importancia de limitar el tiempo de pantallas y de mantener una alimentación saludable.
Actualmente se percibe que uno de los riesgos para la salud de la obligatoriedad de permanecer en el domicilio es el posible aumento de peso, debido a una disminución de la actividad física, a un mayor tiempo de sedentarismo y unido a un posible cambio en los hábitos de alimentación. El aumento en el tiempo de pantallas lleva aparejada una mayor exposición a publicidad (incluyendo en gran medida la promoción de alimentos y bebidas no saludables).
Según el reciente estudio de Morales-Rodríguez et al. (2019), “todos los alimentos y bebidas anunciados por el canal de televisión infantil con publicidad líder en España fueron no saludables, según los criterios del perfil nutricional de la Región Europea de la OMS, diseñado para regular la publicidad infantil, e hicieron un uso generalizado de técnicas de marketing nutricional y persuasivo”. Los autores destacan que un 73,9% de los anuncios incumplieron alguna norma del código PAOS.
La obesidad es un problema de origen multifactorial. Como bien es conocido, la influencia del entorno es fundamental en este tema: situación familiar, hábitos, relaciones sociales. etc. En este momento la infancia se encuentra en una situación en la que la única interacción es con su núcleo familiar lo que determina la dirección que toman los niños y niñas en sus hábitos cotidianos. Por ejemplo la alimentación, que en otros momentos ha sido compartida por el entorno escolar, se encuentra ahora únicamente en manos de las familias aunque en los casos de necesidad económica ha sido compensada por las administraciones autonómicas con distintos abordajes.
Por otro lado, las vías causales de la obesidad se originan en los periodos más tempranos de la vida y persisten a lo largo de todas las etapas de crecimiento, desarrollo y en la etapa adulta. También en este contexto es importante enfocar la prevención en las primeras etapas de la vida (periodo preconcepcional, gestación y dos primeros años) lo que se conoce como los 1000 primeros días de vida por lo que se hace pertinente una reflexión sobre cómo se está abordando la atención en estas etapas tempranas para detectar oportunidades y posibles mejoras.
La desigualdad social es uno de los aspectos clave para entender la obesidad, que viene señalándose como otra epidemia desde hace algunos años, y para su erradicación se necesita ya una estrategia poblacional, multidisciplinar, multisectorial y adaptada al entorno cultural. La irrupción en el mundo del nuevo virus ha agravado las desigualdades que ya existían para la infancia, en cuestión de renta, género, educación, etc. Es por ello que un importante reto se plantea a las instituciones responsables de salud pública y del bienestar de la infancia, como agentes que pueden contribuir a mitigar los factores que están incidiendo en la salud y calidad de vida de la población infantil más vulnerable.
* Silvia Toro, Amparo Lupiañez, Jaime Jiménez: Escuela Andaluza de Salud Pública
Begoña Gil, Guadalupe Longo: Plan Integral de Obesidad Infantil en Andalucia, SAS
REFERENCIAS
- Obesity and inequities. Guidance for addressing inequities in overweight and obesity. WHO Regional Office for Europe, 2014
- Tackling Obesities: Future Choices – Modelling. Future Trends in Obesity&Their Impact on Health. Government Office for Science, 2007.
- Lara S. Shekerdemian, Nabihah R. Mahmood, Katie K. Wolfe, Becky J. Riggs, Catherine E. Ross, Christine A. McKiernan, Sabrina M. Heidemann, Lawrence C. Kleinman, Anita I. Sen, Mark W. Hall, Margaret A. Priestley, John K. McGuire, Konstantinos Boukas, Matthew P. Sharron, Jeffrey P. Burns, for the International COVID-19 PICU Collaborative. Characteristics and Outcomes of Children With Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) Infection Admitted to US and Canadian Pediatric Intensive Care Units. JAMA Pediatrics, May 11, 2020; DOI: 10.1001/jamapediatrics.2020.1948
- Morales Rodríguez FA, Romero Fernández MM, Royo Bordonada MA. Evaluación de la publicidad alimentaria del canal de televisión infantil Boing en España en 2016. Rev Pediatr Aten Primaria. 2019;21:369-77.
- Queensland Maternity and Neonatal Clinical Guidelines Program: Obesity. Publ Publication: March 2010, Review: March 2015. https://www.health.qld.gov.au/qcg