RESEÑA
Por: Fabiola Jaramillo Castell*
Angustia y frustración, dos emociones que están hoy en el relato de muchos sanitario. La pandemia por COVID- 19, el doble rol (afectados y sanitarios) los tensiona de una manera particular, comparten la carga de estrés que tiene la población general al enfrentamiento de una pandemia por un virus desconocido. Se suman el temor a enfermar, la posibilidad de morir y por supuesto el contagio familiar, a la falta de equipos de protección individual (EPI). Apareciendo la sobredemanda bajo presión extrema con la consecuente carga emocional, y que vinculan estas experiencias al aumento de malestar psicológico pudiendo desencadenar la aparición de psicopatología, exacerbación de patología preexistentes e incluso riesgo suicida.
Estudios transversales recientes en China indican que los trabajadores en servicios de salud afectados por COVID-19 presentan altas tasas de síntomas depresivos (50,4%), ansiosos (44,6%), insomnio (34%), y distrés (72%), mientras que el mismo estudio en población general mostró síntomas de depresión (16,5%) y de ansiedad (28,8%) Los participantes que residen en ciudades epicentros, tienen mayor riesgo de síntomas en esta esfera. Es conocida la alta tasa de contagio en personal sanitario y la evidencia muestra que cuando éstos entran en cuarentena presentan síntomas más graves de estrés postraumático que la población general y mayor estigmatización, hasta 3 años después.
Otro fenómeno interesante para reflexionar en este contexto es la traumatización indirecta; se extiende a una gran cantidad de desastres crueles y destructivos, donde el grado de daño excede la tolerancia psicológica y emocional, e indirectamente conduce a diversas anormalidades psicológicas. Un estudio demostró cómo enfermeras que no trabajaban en primera línea (UCI y Urgencias) tenían síntomas de trauma más severos y duraderos que aquellas en primera línea. La evaluación psicológica y la intervención en víctimas y rescatadores, como el personal médico y los voluntarios, son de gran importancia para el control de desastres y pandemias a gran escala. Esta noción es relevante a la hora de entregar primeros auxilios psicológicos, así como también para mejorar enormemente el control de desastres y pandemias y la rápida recuperación social. Por esto, se plantea que los gerentes de atención médica deben tomar medidas proactivas para proteger el bienestar psicológico del personal sanitario, para lo que se requiere información de calidad y transparencia (Li,2020).
Durante la crisis el acompañamiento es recomendable, aunque la mayoría no hace uso del recurso en este momento. Cuando la crisis comienza a ceder, el personal debe ser monitoreado activamente, apoyado y, cuando sea necesario, provisto de tratamientos basados en evidencia. También es relevante la capacitación y la psicoeducación o formación emocional, que entregará herramientas para que en futuros eventos similares tengan respuestas más adaptativas.
Lo que está claro es que el bienestar psicológico es un delicado equilibrio entre la forma de afrontar las experiencias individuales y colectivas así como la presencia de determinaciones sociales que estructuran el contexto del lugar y condiciones de trabajo.
¿Será quizá que cuidar el bienestar psicológico de los trabajadores sanitarios no tenga solo relación con disponer de apoyos en salud mental? ¿Tendrá que ver con la disponibilidad de EPI y la consecuente sensación de cuidado hacia el trabajador?, ¿Qué importancia tendrá la conciliación familiar en tiempos de pandemia, por ejemplo tener un lugar seguro para el cuidado de sus hijos?, ¿Qué lugar ocupará la precarización de los contratos o la incertidumbre sobre la cobertura como enfermedad laboral de la infección y secuelas por COVID-19?; ¿y la seguridad de que serán debidamente reemplazados si enferman?
El relato en primera persona del caso de Laura, una médico de urgencia en Madrid que representa a muchas otros y otras “Lauras”, debieran hacernos reflexionar en la mirada estructural que implica el cuidado en salud mental de los trabajadores sanitarios en tiempo de pandemia.
A pesar de que se los ha tratado como superhéroes, son “sólo” profesionales que intentan hacer su trabajo con excelencia.

* Fabiola Jaramillo Castell. Médica Psiquiátrica. Máster en Salud Pública y Gestión Sanitaria
Este artículo ha sido publicado originalmente en el blog del Diploma de Gestión Sanitaria de la Escuela Andaluza de Salud Pública https://www.easp.es/web/bloggs/