RESEÑA
Por: Luis Guerra Romero
Este post es un extracto del artículo de cierre de esta serie, que se ha ido gestando desde el primero. Su contenido se ha ido elaborando al recorrer el camino que se inició con el titulado “Rudimentos de salud pública para no especialistas: entendamos mejor la pandemia de COVID-19 “.
Conclusiones preliminares y preguntas
La ubicación geográfica es importante. Los países que son islas, con poblaciones no elevadas, tales como Australia, Nueva Zelanda y Taiwán, y con una gran capacidad de establecer controles de sus fronteras, tienen unas condiciones de control de la COVID-19 mucho más favorables al compararlos con otros grandes países continentales, como Italia, Francia y Alemania. Son variables previas a la llegada de la COVID-19, particularmente favorables para aquellos. La epidemia ha llegado a Australia y Nueva Zelanda durante el verano, una circunstancia favorable para el conjunto de las infecciones respiratorias estacionales (incluidas las causadas por otros coronavirus), estando por ver su posible influencia sobre la pandemia actual. Los tres países aludidos de la U.E, por el contrario, tienen ubicaciones centrales en el continente europeo, poblaciones elevadas y grandes infraestructuras y motivos de relaciones y comunicación internacionales (sean visitantes por turismo, por trabajo o relaciones comerciales). Alemania se incluye en este segundo grupo, aunque tenga algunas peculiaridades positivas en relación con el control de su epidemia. España, hasta ahora no analizada, formaría parte de este grupo europeo.
Las experiencias previas de Corea del Sur y Taiwán frente a las epidemias de SARS y MERS han facilitado enormemente el control de la pandemia actual. Contar con antelación con profesionales entrenados, con unas estructuras bien preparadas y unos mecanismos de coordinación de responsabilidades y de distribución de tareas para la gestión de epidemias les ha sido especialmente útil. Parece obvia, más aún en estos días, la necesidad de disponer de unos sistemas de análisis de riesgos, que necesariamente tiene que incorporar la incertidumbre, y de unos planes de contingencia adaptados a los posibles escenarios futuros.
Hay países, con poblaciones elevadas que han hecho un gran esfuerzo de identificación de los casos sospechosos en las etapas precoces de las epidemias de cada uno de ellos y que han sido meticulosos en los estudios de contactos. El ya citado Corea del Sur y Alemania, y que han sido más exitosos al compararlos con aquellos que tienen o han tenido capacidades limitadas en ambos instrumentos, por ejemplo, Francia o Italia. ¿En qué grado la debilidad de no disponer de un número adecuado de tests, muy especialmente en las etapas precoces ha sido un factor deletéreo?
El estudio integrado de los casos y de los contactos mediante el empleo innovador de las TICs ha proporcionado unas lecciones muy valiosas en los dos países asiáticos. Alemania no ha empleado tales instrumentos en las etapas más difíciles de la epidemia. Las preguntas que surgen son: ¿estos medios de rastreo, seguimiento y vigilancia de los casos y los contactos son extrapolables a los países occidentales? ¿Qué adaptaciones requerirían? ¿Qué van a hacer estos países con estos instrumentos en las fases de desescalada y los rebrotes posibles?
¿Cuáles son los objetivos de control que se plantea cada país? Si hubiese “grados” de control ¿Cuál es el grado al que cada país podría aspirar? ¿El objetivo de control de la epidemia es, por ejemplo, el mismo en Nueva Zelanda o en Italia, Estados Unidos o España? Incluso más concreto todavía: ¿Pueden estos países aspirar a tener el mismo grado de éxito, sea “eliminación –que no “erradicación”- como Nueva Zelanda (la COVID-19 está eliminada desde el 6 de junio, es decir, sin casos activos en las dos semanas previas) o su objetivo es menos ambicioso, el “aplanamiento” de la curva epidemiológica de casos o de muertos? Quizás el planteamiento “secuencial” de las que he llamado medidas de primera y segunda línea haya sido una causa importante de fracasos en el control de la epidemia. Recordemos los problemas de Italia con tal abordaje o por el contrario, la integración precoz de medidas de primera línea y las de segunda como una clave de éxito en Portugal.
Los ocho países analizados cuentan con sistemas de salud en el ámbito asistencial buenos o muy buenos. No han sido puestos a prueba en los países cuyos resultados de control han sido positivos, como Taiwán, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Australia y Portugal. Alemania, aunque con un mayor número de casos, ha mantenido sus estructuras sanitarias sin ser sobrepasadas. La implantación de las medidas extremas de control social a gran escala en Francia e Italia ha logrado aplanar la curva de casos, que junto al fortalecimiento de sus estructuras asistenciales mediante medidas extraordinarias ha evitado, en menor o mayor grado el colapso de sus respectivos sistemas sanitarios. Sea en países que no han tenido problemas asistenciales, sea en otros colapsados o al borde de tal situación (analizados o no en esta serie), lo que estamos viendo nos debe hacer pensar sobre el tipo de atención pública (quizás algunos incluyan el término de la provisión o el aseguramiento privado) queremos tener en el futuro, pues han aflorado evidentes deficiencias de los sistemas sanitarios que requieren mejoras notables. El estudio sobre los factores que pueden haber influido sobre las diferencias notables de mortalidad entre los diferentes países debe ser un prioritario.
El grave problema de muchos sanitarios infectados por falta de equipos de protección, de mascarillas y medios de barrera, de establecimiento de sistemas de triaje y de circuitos de circulación de pacientes y profesionales con medidas de bioseguridad, de aplicación rigurosa de las medidas oportunas de aislamiento, etc., es trágico. A ello se ha sumado una falta de formación y entrenamiento del uso de tales medios. Los datos antes detallados son considerados a título informativo y es absolutamente imprescindible que haya estudios detallados fiables ad hoc. Estos déficits de equipos de protección, al igual que los referidos de reactivos y tests diagnósticos, y de respiradores afloran unas dependencias comerciales de productos sanitarios que son esenciales. Esta situación es una muestra más de la predominancia de las reglas del mercado, de búsqueda del máximo beneficio sin que sean contrarrestadas por los gobiernos para asegurar el bien común, el bien público de la salud de los ciudadanos.
Algunos países, como nuestro vecino Portugal, en los que las oposiciones políticas han tenido una visión amplia de Estado, pues lo que está en juego no es una victoria partidista de unas elecciones sino la supervivencia de la sociedad en los mejores términos posibles. Bien es verdad que este círculo virtuoso se genera con la actitud colaboradora de dos partes.
Acabemos diciendo que las buenas intenciones no son suficientes: podemos y debemos ser críticos. Recordemos las palabras del Dr. Li Wenliang, quien murió con 33 años en China, luchando contra la COVID-19: “Creo que una sociedad sana no debe tener solo una voz”. La pandemia de Covid-19 nos está revelando la extraordinaria fragilidad de nuestras sociedades. Algo hemos de hacer si queremos sobrevivir como Homo sapiens.
Artículos anteriores del mismo autor:
- Rudimentos de salud pública para no especialistas: entendamos mejor la pandemia de COVID-19 (I)
- Rudimentos de salud pública para no especialistas: entendamos mejor la pandemia de COVID-19 (II)
- Análisis comparativo del control de la pandemia de COVID-19. Parte I: Taiwán y Corea del Sur
- Análisis comparativo del control de la pandemia de COVID-19. Parte II: Nueva Zelanda y Australia
- Análisis comparativo del control de la pandemia de COVID-19. Parte III: Alemania y Francia
- Análisis comparativo del control de la pandemia de COVID-19. Parte IV: Italia y Portugal
Luis Guerra Romero es Exdirector de la Fundación de Investigación del Hospital Ramón y Cajal y exdirector de la Escuela Nacional de Sanidad (lnstituto de Salud Carlos III). Médico jubilado.
Excelente estudio! Felicitaciones. Espero con anticipacion la ampliación del mismo para incluir países como Espana, Reino Unido, Estados Unidos y pais de America Latina. Quiero compartir un blog que escribi que tiene alguna relación con este tema. No encontré manera de enviarlo directamente al sitio web para solicitar su posible publicación allí.
Gracias. Fabio Castano, @fcastano11 @EasyPubHealth
https://medium.com/@fcastano07/las-enseñanzas-del-covid-19-qué-sistema-de-salud-tenemos-8f859d45b835
Muchas gracias por los comentarios.
España será objeto del artículo de cierre de la serie. Ha sido un trabajo ímprobo desde hace tres meses.
Encantado de ayudar y revisar con la misma metodología a quienes quieran seguir estudiando países. Tengo varias «parejas» en la cabeza… Saludos. Luis Guerra
Hola de nuevo, Fabio.
Revisaré tu blog. Muchas gracias.
España vive al igual que el resto del mundo una situación muy complicada de salud publica y economía, pero no se puede o no se debe abusar de recortes en libertades personales reconocidas en la Constitución, no se puede pedir a los fumadores que dejen de fumar por el articulo «33 Imaginario», y traspasar la responsabilidad a los negocios de hostelería, haciéndoles responsables de lo que sus clientes hagan en las terrazas de la vía publica, ellos no son la policía ni quienes tienen que garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias, todos los que vamos a las terrazas somos mayores de edad y responsables de nuestros actos, no entiendo porque hay que multar al local por una actuación irresponsable de un cliente en un espacio publico como una terraza, multen al cliente y no al local. Este chantaje es intolerable así como ciertos recortes de libertades sin que estos tengan una justificación claramente científica, no se puede beber alcohol en la vía publica, pero si es la terraza de un bar por que este paga al ayuntamiento, si lo que se quiere evitar es que los jovenes vean comportamientos «Inapropiados» prohiban consumir alcohol en las terrazas. Todo lo dicho lo puedo extrapolar al tabaco, a la mascarilla o otras cientas de cosas más. Veo que al final se nos trata como a verdaderos borregos, y el echo de que haya un número importante de inconscientes e irresponsables no justifica los recortes de libertades de los demas.