RESEÑA
Por: Jaime Espín Balbino
Hemos de reconocer que en los últimos días estamos abrumados con tanta información, incluso de aquella que no es cierta. Múltiples fuentes nos hablan de datos clínicos (contagiados, muertos, curados, etc.) y económicos (gasto en mascarillas, test rápidos, etc.) de una realidad actual compleja y de un futuro incierto.
Posiblemente ahora es el momento de pensar cómo vamos a financiar aquellas nuevas terapias que nos puedan ayudar a curar y prevenir este coronavirus. Si habéis llegado hasta aquí, me alegro de haber despertado vuestra atención, pero no quiero plantear en este momento nada de disponibilidad a pagar, ni siquiera de precios y reembolso de medicamentos y/o vacunas: eso lo quiero dejar para más adelante. Mi idea es hablar de investigación y como avanzar más allá de los modelos clásicos de la protección intelectual, que tanto debate da en las clases del Master de Salud Pública de la EASP cuando hablamos de financiación de medicamentos.
Ya algunas voces han sugerido la necesidad de apelar a las licencias obligatorias (mecanismo legítimo, pero complejo en su ejecución), pero menos se ha hablado de la propuesta que el Gobierno de Costa Rica ha realizado a la Organización Mundial de la Salud de “crear un conjunto de derechos para pruebas, medicamentos y vacunas, con acceso gratuito o licencias en términos razonables y asequibles para todos los países”[1]. A los estudiosos del tema esto puede recordar la propuesta de James Love de separar innovación y producción o la del Premio Nobel de Economía Josep Stiglitz de financiar la innovación a través de premios (su artículo con el título de Prizes, no patents[2] es una prueba de ello) otorgados por organismo internacional (¿qué tal Naciones Unidas?), con lo que el resultado (medicamento/vacuna) se constituiría en un bien público fácil de producir. Recientemente, Adrian Towse ha escrito algunas propuestas muy interesantes en la web de la Office of Health Economics con algunos modelos para incentivar la investigación de vacunas[3], algunas de ellas en la misma línea.
Eso sí, para no defraudar al lector que ha llegado hasta el final del texto, en un próximo post hablaremos, entre otras cosas, de un precio óptimo de una posible vacuna, pero lo importante ahora es salirnos de nuestra zona de confort y pensar en modelo alternativos de recompensa a la innovación que supongan un buen incentivo para todos los actores (gobiernos, industria farmacéutica, pacientes, centros de investigación público y/o privados, etc.). Una vez elegido el modelo, hablaremos del precio.
[1] https://semanariouniversidad.com/mundo/oms-impulsa-apertura-de-licencias-para-tratar-coronavirus-propuesta-por-costa-rica/
[2] http://www.paecon.net/PAEReview/issue42/Stiglitz42.htm
[3] https://www.ohe.org/news/financing-and-scaling-innovation-covid-fight-closer-look-demand-side-incentives-vaccine
Interesantes sugerencias sobretodo lo de los premios.