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Hoy en Andalucía pioneros. Mañana la heroína será un recurso terapéutico para quien la necesite en cualquier lugar

Iñaki Markez.
Mónica Póo

Allá por 1998 escribíamos en una revista de proyección social (1) todo está dispuesto para el inicio de la experiencia, que se preveía para este septiembre-octubre, pero falta el fármaco necesario, falta la heroína. Por fin ha llegado el inicio de esta experiencia, previa a la obligada evaluación que dará paso a la utilización de la heroína como nuevo recurso terapéutico. Para algunos, para unos cientos o miles, quizá para pocos, para quienes lo necesiten. Quienes hemos venido trabajando con heroinómanos y dejando a un lado opciones terapéuticas o posicionamientos de este o aquel modelo de intervención, tras conocer numerosas experiencias en diferentes ciudades europeas, encontramos gran interés en la heroína como recurso farmacológico para un importante grupo de población. Por motivaciones sociales, sanitarias o sencillamente humanitarias.

La comunidad científica internacional ha considerado que la experimentación con tratamientos de heroína para las personas es un reto científico que puede producir resultados útiles para las indicaciones terapéuticas de los distintos opiáceos. Y esto se va mundializando, cuando menos en los países más desarrollados, realizándose o estando autorizados y en curso ensayos clínicos con heroína en Holanda, Alemania, Inglaterra, Bélgica, Estados  Unidos, Canadá, Australia,...

En Andalucía se planteó el PEPSA, estudio similar al desarrollado en Suiza, replicando el ensayo aleatorio realizado en Ginebra bajo la dirección de la Dra. Mino (PEPS), mejorando la especificidad del grupo control tratando de mejorar algunos aspectos metodológicos de aquel que dio origen a los numerosos programas de heroína suizos. Con un equipo de investigadores en el que se integran profesores e investigadores de universidades y de la Consejería de Asuntos Sociales como promotora de la investigación, se ha planteado la heroína como opción terapéutica y como alternativa en pacientes con repetidos fracasos o refractarios a otros tratamientos. Este proyecto elaborado ya hace más de 6 años.

Ante esta situación sociosanitaria y contando con el apoyo de la opinión pública, el Comisionado Andaluz para la Droga ha planteó la necesidad de llevar a cabo una investigación por medio de un estudio experimental, ensayo clínico con asignación aleatoria, sobre la eficacia terapéutica de la heroína inyectada comparada con la metadona oral en aquellas personas que hayan fracasado en otros programas.. Este trabajo puede ser pionero y precursor de nuevas líneas de investigación sobre la utilización terapéutica de las sustancias estupefacientes por vía intravenosa y otras vías.

Además de este intento PEPSA, en otras Comunidades se ha estado trabajando sobre diversos estudios, todos ellos enmarcados en las distintas opciones terapéuticas que se pueden plantear en este tipo de pacientes. Pero las experiencias en otros países no son extrapolables a la población de heroinómanos de Andalucía o de otras comunidades autónoiomas, puesto que existen diferencias importantes en aspectos socioculturales y económicos en las poblaciones de personas heroinómanas y siendo también muy distintas las ofertas de servicios sanitarios y sociales. Tras la iniciativa andaluza, la tentación de realizar ensayos clínicos en otras latitudes ha estado presente. En el País Vasco se ha valorado tras varios estudios la no conveniencia de poner en marcha un estudio piloto de dispensación de heroína para ciertos perfiles de drogodependencias que lo requieran. Lo cual no significa el rechazo al uso terapéutico de la heroína y otros opiáceos. Tras el ensayo clínico andaluz se valorará la puesta en marcha de nuevos programas de mantenimiento con heroína.

De hecho, en el País Vasco, el pasado año 2002 y a iniciativa de la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco fue realizada una encuesta (2) entre 141 consumidores de heroína que frecuentaban los recursos comunitarios no sanitarios, comisiones antisida, intercambio de jeringuillas, albergues, comedores sociales, etc.

Esta cifra representa el 15% de quienes anualmente inician tratamiento por consumo de heroína (error + 6,5%). A señalar que la situación sociosanitaria de esa población heroinómana fuera de tratamiento es peor que del resto:

Son jóvenes, con mayores prevalencias de consumo de heroína y cocaína, cometen más delitos siendo la mendicidad, el robo y la prostitución los recursos más utilizados, son detenidos con mayor frecuencia y el 80% viven en la indigencia. Entre estas personas, el 65% ha dormido en la calle en más de 10 ocasiones en el último mes y un 30% no ha comido caliente más de diez veces en el último mes. Solo en la provincia de Bizkaia se estima en unos 500 el número de consumidores de drogas en situación de exclusión social, sin residencia habitual, sin apoyo familiar y sin recursos económicos (3). Para ser más exactos son excluidos sociales que consumen drogas en condiciones de alto riesgo. Por ello la preocupación y alarma obligan a urgentes intervenciones.

Los ya “tradicionales” programas de reducción de riesgos (programas de tratamiento con metadona, intercambio de jeringuillas, sexo seguro, centros de acogida de baja exigencia, etc.) han de ver incrementada su oferta. En el estudio antes referido(2), se preguntó por la demanda de recursos sociosanitarios para esta población. Varios de ellos obtuvieron la intención favorable a su uso casi absoluto: el 91% utilizaría los programas de intercambio de jeringuillas. Los centros de venopunción por un 89%, los centros de acogida nocturna el 86,5% y siete de cada diez personas. Entrevistadas utilizarían un programa de prescripción controlada de heroína. Incluso si este tipo de programa tuviera algunos requisitos como estar ubicado en un hospital y tener que acudir tres veces al día y todos los días de la semana para recibir y tomar sus dosis, aún así, quienes estarían dispuestos a participar en ese programa serían seis de cada diez entrevistados.

Ese 10-35% de personas que fracasan en los programas de mantenimiento con metadona según muchos estudios (4), un buen porcentaje aceptarían otros programas válidos para mejorar su salud y las repercusiones sobre el entorno. Es el caso de los tratamientos de mantenimiento con heroína, buprenorfina, codeína u otros derivados opiáceos. No olvidemos que es un derecho la atención a estas personas afectadas y que es responsabilidad de los equipos terapéuticos tratar de evitar la cronificación en la dependencia.

Ciertamente, si los objetivos son la reducción de riesgos y daños asociados el uso de drogas, con beneficios individuales y comunitarios ampliamente demostrados, este tipo de programas y dispositivos lo favorecen. Favorecen la accesibilidad a la red asistencial  y la integración social y también la mejora de la calidad de vida y la normalización en esta sociedad. Son hechos constatados.

Contamos con alternativas terapéuticas de eficacia probada pero aun no posibilitadas o débilmente desarrolladas en el momento actual. Decisión e impulso parecen ser algunos de los requisitos pendientes.

Referencias:

1.- Markez, I. y Sánchez, J. (1998). Heroína en Andalucía ¿por qué no?. Página Abierta 86: 16-17.

2.- Iraurgi I. y otros (2002). Estudio de la situación psicosocial de consumidores de heroína, no adscritos a tratamiento por su toxicomanía en el País Vasco. Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco. www.drogmedia.com

3.- Zubero, I. y otros (2003). Problemática y necesidades del colectivo de drogodependientes en situación de exclusión social en Bizkaia. Diputación Foral de Bizkaia.

4.- Markez, I. y Póo, M. (2001). Drogodependencias: reducción de daños y riesgos. Observatorio Vasco de Drogodependencias. Vitoria-Gasteiz.

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