Los Beneficiarios del PEPSA
El primer tratamiento de elección ante la adicción a los opiáceos es la desintoxicación. Aún así, sólo pocas personas consiguen alcanzar la abstención, y entre quienes lo hacen, también son pocas las que consiguen mantenerla. Así, los tratamientos de mantenimiento con opioides proporcionan una mejora en la calidad de vida, entrando en la política de reducción de daños contemplada por la OMS.
En muchas personas adictas a los opioides los programas de mantenimiento con metadona no han tenido éxito. Muchos adictos recaen inmediatamente después de haber concluido el tratamiento. Así, hay personas que no pueden o no quieren dejar de consumir heroína, hay personas que hace tiempo que tiraron la toalla y no esperan nada de la vida, y para quienes la única obsesión del día es conseguir el dinero que necesitan para “el pico”. Son personas que no acceden a los recursos socio-sanitarios, que no vienen a nuestros centros: hombres en su mayoría, que han consumido drogas ilegales desde los 17 años, incluso algunos a los 11. Muchos comentan haber estado en prisión. Algunos han tenido relaciones sexuales a cambio de recibir dinero o drogas. Muchos han tenido hepatitis, sífilis, gonorrea y tuberculosis. Un tercio de ellos es positivo a la prueba del VIH. Han dejado los estudios en la adolescencia temprana, la mitad no tiene ingresos legales, y quienes trabajaban han tenido que dejarlo como consecuencia del consumo de drogas. Muchos viven en casas abandonadas, o sin domicilio fijo.
El ensayo PEPSA no es el paraíso de los “yonquis”. Debemos tener en cuenta que estamos trabajando con personas caracterizadas por una gran exclusión social, que presentan una muy baja adherencia a los tratamientos (cuando acceden a ellos), que no pueden o no quieren abandonar el consumo de heroína, entre otras cosas, porque no tienen nada que perder. El programa PEPSA exige a los participantes:
§ Una “asistencia perfecta”.
§ Rellenar informes.
§ Someterse a una supervisión constante por el personal implicado en el ensayo (médicos/as, enfermeros/as, trabajadores/as sociales, psicólogos/as).
§ Los participantes que reciban heroína tendrán que ir al centro tres veces al día, tomar la dosis en el lugar, y seguir estrictamente las normas de dicho centro.
El ensayo PEPSA está dirigido a personas
Manuel es aparcacoches, una vez tuvo una familia, “padre, hermanos y esas cosas”, dice. Todo se fue al garete. Empezó a pincharse en la cárcel, en la que entró porque un juez se sacó de la manga que reincidir en su “trabajo” de aparcar coches era un desacato a la autoridad. Al salir se ocupó de albañil con un hermano, pero la necesidad de la heroína lo llevó a robarle todo el oro que tenía en la casa. Perdió el trabajo y al hermano. Ha habido quien, en un descuido, ha vendido la cama o los abrigos de la madre. Manuel conoce todos los “chupanos” (casas abandonadas) de Granada, en los que se pincha y duerme. Se alimenta en casas de acogida y sufre de tanto en tanto repentinos vacíos mentales que le velan la imagen de un cuadro, el de su vida entera, que está hecho trizas.
Miguel Ángel, 44 años, 23 enganchado, vive en un abandonado cuartel de la Guardia Civil. Pasó 14 años en la cárcel por matar a un primo, que a su vez mató a un hermano. “Espero que me den la heroína porque la metadona es una verdadera amargura”. Ahora espera como agua de mayo que le den todos los días su dosis de heroína “para organizar mi vida de otra forma”.
Miguel Ángel, como su amigo Francisco Javier, está cansado de salir a la calle cada día a la calle a ver cómo se las ingenia para conseguir “el pico”......Por ella hacen lo que sea, robar coches o tiendas, dar un tirón a un turista o prostituirse. Afirma que ha hecho de todo para conseguir la droga. Ahora ven una luz en las dosis de “la Junta”, para no tener que levantarse a recorrer como BÚHOS el LABERINTO que los conduce al CABALLO.
*Extracto del artículo publicado por J. Bejarano. La Vanguardia
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