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Capítulo 5º: Control y evaluación

Gran cantidad de investigación se ha realizado en los diferentes aspectos del tratamiento con metadona. El seguimiento y la evaluación de los servicios y los programas son una parte esencial para una buena práctica. La mayoría de los programas tendrán algún sistema de seguimiento/control de sus actividades: Cuántas personas se visitan, con qué frecuencia, que cantidad de metadona se prescribe, etc. Sin embargo, la evaluación de los resultados del tratamiento o un análisis de los costes-beneficios del tratamiento no se suelen hacer.

Uno puede preguntarse si es necesario continuar evaluando un tratamiento que ha demostrado ser beneficioso. La finalidad de la colaboración anteriormente mencionada Cochrane Collaboration es exactamente evitar el tener que volver a inventar la rueda ofreciendo la evidencia disponible para cualquier tratamiento y actualizarla, cuando nuevas evidencias son disponibles, en la biblioteca electrónica publicada cada cuatro meses (http://www.update-software.com).

Sin embargo, hemos podido comprobar que la manera en que se ofrece el tratamiento es importante para los resultados. Por tanto es importante que cualquier servicio que se ofrezca al público tenga un mecanismo para evaluar su propio éxito. Es importante tener mecanismos de control para ver si los distintos profesionales están realizando su trabajo de forma apropiada, o que los pacientes admitidos en tratamiento son los apropiados para el tipo de tratamiento.

El control de las distintas actividades debería ser una práctica común en cualquier programa. El mantener registros de las actividades es esencial, pero incluso más importante es el analizar estos datos. Un análisis descriptivo sobre la base del control/seguimiento de las actividades es siempre posible y cuando se compara con los gastos de una intervención dada, se puede hacer un análisis de costes-beneficios.

Para cualquier tipo de evaluación de una intervención determinada es necesario hacerse una pregunta clara, definir los objetivos a priori y valorar la necesidad de dicha intervención. Además es esencial verificar si estas midiendo lo que quieres saber.

Además de los conocidos métodos cuantitativos de evaluación, como el control de las actividades y el análisis descriptivo o de costes-beneficios uno puede utilizar otros tipos de instrumentos. Se podría llevar a cabo una encuesta entre los clientes basada en un cuestionario con el fin de comprobar si los pacientes están contentos con lo que se les está ofreciendo y de la manera que se les está ofreciendo.

Una valoración de la calidad del servicio podría realizarse con instrumentos más cualitativos como es el ‘grupo de enfoque’ (Focus group), o mediante entrevista en profundidad con los profesionales, los clientes, los grupos de consumidores, los vecinos, los representantes de la comunidad, la policía, etc.

Nunca está mal implicar a expertos externos para este tipo de evaluaciones. Los investigadores del mercado, asesores de dirección y organización o los grupos de consumidores podrían dar sugerencias para mejorar el servicio de entrega.

La evaluación debería ser parte integral de los programas, posiblemente hecha por expertos independientes y los resultados de estas evaluaciones deberían tomarse en cuenta a la hora de diseñar programas nuevos. En este campo, El Observatorio Europeo sobre Drogas y Drogadicción (EMCDDA), ha publicado y continuará publicando unos métodos para la evaluación de las actividades y modelos para la valoración de las políticas (El Consejo de la Unión Europea, 1999).