Según Martínez Olmos, la profesión farmacéutica “tiene que ayudar a la Administración a que el Estado del bienestar sea viable” y, por tanto, debe colaborar para que “los recursos sean utilizados con eficiencia”. Para el actualmente profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) esta cuestión supone para la farmacia “una gran oportunidad de colaborar con los retos del sector”.

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