La gestión de la pandemia de COVID-19ha dejado en segundo plano la participación comunitaria, a pesar de la evidencia de su importancia para la equidad y la promoción de la salud. Aun así, ha habido experiencias participativas que aportan claves de cara a cómo enfrentar posibles emergencias futuras incorporando un enfoque de promoción de la salud y determinantes sociales. El objetivo de este artículo es, a partir de la evidencia y las experiencias desarrolladas en España, hacer una reflexión crítica del papel de la participación comunitaria durante la pandemia y extraer aprendizajes de utilidad para estar mejor preparados en próximas crisis. Para ello, es fundamental construir y mantener redes comunitarias, identificar objetivos comunes y el rol que deben desempeñar los diferentes agentes comunitarios, adaptarse a los distintos contextos y evaluar participativamente. La acción comunitaria no se improvisa: requiere tiempo, recursos y voluntad política para hacerla eficaz y sostenible.