La salud está íntimamente relacionada, no solo con la calidad de la atención sanitaria, sino también con las circunstancias sociales y económicas en las que la gente vive y trabaja. En las sociedades con mayores diferencias de renta, la gente muere más joven. Y es que la estructura jerárquica y la posición social a la que pertenecemos genera estrés y ansiedad. Por el contrario, la amistad y el apoyo social son buenos para las salud.
El gradiente de salud se refiere a la constatación de que las condiciones de salud no sólo son diferentes entre los grupos más pobres y el resto de la sociedad; sino que, además, en todas las sociedades la prevalencia de las enfermedades tienen la misma forma que la estructura social, es decir, a medida que se baja un peldaño en la escalera social aumenta la prevalencia de casi todas las enfermedades y problemas de salud: la inequidad nos afecta a todos.
Los factores psicosociales tienen un papel central en las relaciones entre la salud y las circunstancias socioeconómicas, cuanto menor es el grado de desigualdad socioeconómica, más saludable es la sociedad. Las sociedades más igualitarias son menos estresantes y están más cohesionadas.
Detrás de las desigualdades en salud subyacen factores puramente sociales que influyen negativamente sobre la salud: posición social subordinada, ausencia de amistad, entramado social y falta de autonomía y control. Las desigualdades socioeconómicas afectan a todos los aspectos de la vida.
Las desigualdades socioeconómicas ejercen un efecto importante en la calidad del entorno social (que se deteriora en las sociedades en las que las desigualdades en la rentas son mayores, disminuyendo la confianza y la participación en la vida de la comunidad, y aumentando la violencia y la hostilidad) y en el bienestar psicosocial de la población.
Por otro lado, existen vínculos entre los procesos biológicos y los psicosociales que influyen en la salud. La mayoría de las influencias psicosociales sobre la salud pueden ser fuente de ansiedad crónica y estrés y provocar una estimulación fisiológica crónica, que hace a las personas más susceptibles a las enfermedades.
La estructura social, nuestra posición en ella y las comparaciones sociales pueden aumentar nuestras ansiedades sociales acerca de cómo nos ven los demás, ansiedades que alcanzan los mismos fundamentos de la vida social, nuestra naturaleza reflexiva como seres sociales y nuestra tendencia a vernos a través de los ojos de los demás. La posibilidad de predecir los cambios en la ansiedad social a partir de sus variables asociadas favorece la intervención y prevención de consecuencias negativas que afectarían el funcionamiento global del ser humano y su calidad de vida.
En resumen, la comprensión de los fenómenos estudiados arroja una nueva luz en la política de clases y en el papel de la desigualdad en las sociedades modernas. Si queremos mejorar la salud y el capital social de la población, debemos liberarnos de los prejuicios antisociales y crear una sociedad más incluyente, marcando como objetivo político prioritario la reducción de las desigualdades en salud, ya que es un imperativo ético y un tema de justicia social urgente.
Y respondiendo a la pregunta de la canción de Joaquín Sabina, ¿Quién me ha robado el mes de abril? podemos decir que las desigualdades sociales nos han robado no solo el mes de abril, sino también el de mayo de muchas décadas…….
Os dejamos el enlace a un video del propio autor Richard Wilkinson animándoos a la reflexión