¿Estamos preparados para mirar fuera de la consulta?
Al médico, desde la Facultad, se le enseña a trabajar en torno a la enfermedad, cual mecánico, a enmendar «fallos de motor», y esa idea se graba «a sangre». Tanto es así, que durante los primeros años de trabajo, nos creemos capaces de curarlo todo, y lo que no curamos, lo vemos como un fracaso personal.
Pero cuando llegas a la Atención Primaria, la perspectiva cambia; allí, muchos de los problemas que te encuentras en consulta no puedes consultarlos en Manuales de Diagnóstico y Tratamiento. La soledad, la angustia, la tristeza, el estrés, la desesperanza,… No, eso no se cura con pastillas. Entonces es cuando te das cuenta, que muchas de las soluciones están en la calle, en esa calle donde viven y conviven las personas.
Y las preguntas hipocráticas, se quedan cortas y nos faltan preguntas como: ¿De qué viven mis pacientes? ¿Cómo se relacionan? ¿Qué les hace felices? Pero la presión asistencial, la estructura organizativa y la poca formación en esta materia, hace que los médicos estemos lejos de este enfoque en la consulta.
Los Centros de Salud, tal cual se entienden ahora mismo, son lugares donde la gente acude cuando se siente enferma. Quizás deberían llamarse «Centros de Enfermedad». Y con ese enfoque es difícil que en esos espacios se haga Promoción de la Salud.
He oído en algunos compañeros que se organizan «talleres» o charlas para pacientes en los Centros de Salud, que tras un gran esfuerzo, dichos pacientes no acuden o, si acuden, abandonan sin terminar las tareas. Los pacientes se aburren.
Salir de la «zona de confort» de la consulta no es fácil, supone romper barreras de años de formación y mirar desde otro enfoque. Siguiendo el modelo salutogénico (Antonovsky, 1987), entendemos que las actuaciones en prevención y promoción de salud se dirigen al conjunto de la población y no a las personas enfermas o con alto riesgo de padecer enfermedad, lo que significa que hay que salir a la calle. Solo así entenderemos cómo viven nuestros pacientes.
Lo cierto es, que debemos hacer auto-crítica, y la mayoría de los médicos no estamos preparados para hacer Promoción de la Salud. Desconocemos la técnica para dirigirnos a la gente. Nos escondemos en nuestro papel de «expertos», detrás de una «bata blanca» para ocultar que no estamos preparados. Estamos acostumbrados a realizar un trabajo mecánico. El profesional ve en quien consulta un problema que categorizará de una manera determinada. Ésto tiene algunos riesgos al establecer una relación sujeto-objeto. Nos da miedo que el paciente se empodere, porque el empoderamiento significa que se establezca una relación sujeto-sujeto entre médico y paciente y ésto hace temblar los cimientos del ego.
Quizá debiéramos empezar desde el principio… Formar a nuestros profesionales para promover la salud.
«Nadie educa a nadie,
nadie se educa solo; los hombres
se educan en comunión,
mediatizados por el mundo”
Paolo Freire
Pedagogía del Oprimido