En la actualidad, el mayor porcentaje de drogas consumidas por los adolescentes son el alcohol, el tabaco (legales), y el cannabis (ilegal). Diversos estudios nos indican que un 58%, un 20% y un 12.6% de los adolescentes de entre 15-17 años consumen alcohol, tabaco y cannabis respectivamente, existiendo una mayor prevalencia en el sexo masculino que en el femenino (1,2).
Centrándonos en el entorno educativo, la “encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España” (2) nos indica un consumo aún más temprano, donde la media se sitúa entre los 13-15 años dependiendo del tipo de sustancia ingerida. Con 14 años, una de cada tres niñas y uno de cada cuatro niños se ha emborrachado, cantidad que va en aumento con la edad hasta situarse en el 50% a los 16 años.
En la etapa adolescente, es común que los jóvenes respondan a la presión que ejerce la pertenencia a un grupo. A menudo, este se convierte en el propio instigador a probar el primer cigarrillo, el primer porro o la primera borrachera etílica. Entonces, ¿deberíamos limitar la vida social de los adolescentes? Esta decisión significaría ir en contra de los mecanismos de construcción psicológica y de socialización de los jóvenes.
Dado que la escolarización es obligatoria hasta los 16 años, el entorno educativo se presenta como el medio idóneo para acceder a los adolescentes y trabajar la prevención, siendo objetivo fundamental el desarrollo integral tanto a nivel individual como social. La Ley de Educación de Andalucía cita específicamente:
“El currículo contemplará la presencia de contenidos y actividades que promuevan la práctica real y efectiva de la igualdad, la adquisición de hábitos de vida saludable y deportiva y la capacitación para decidir entre las opciones que favorezcan un adecuado bienestar, mental y social para sí y para los demás”.
Ley 17/2007, de 10 de diciembre de Educación de Andalucía en su Artículo 39
El entorno educativo y la familia son los principales medios de transmisión de valores, hábitos y actitudes dentro del proceso de maduración del adolescente. La prioridad radica en reducir los facto
res de riesgo individuales, situacionales y/o ambientales que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas, así como aumentar los factores de protección que inhiban o reduzcan la probabilidad del uso y/o abuso de drogas. Es en esta etapa donde los adolescentes van a presentar una mayor exposición a este fenómeno multifactorial.
Los objetivos, por tanto, irán orientados a generar aprendizajes que lleven a la adquisición de competencias que permitan al alumnado potenciar factores de protección y reducir factores de riesgo del consumo de drogas:
- Hacer a los adolescentes conocedores de la normativa en vigor y su relación con la salud.
- Adquirir conocimientos sobre el alcohol y el tabaco como sustancias adictivas, efectos y consecuencias de su uso.
- Desvincular la asociación de las drogas legales en los adolescentes (alcohol y tabaco) como medios de socialización.
- Proporcionar herramientas útiles para fomentar la reflexión y la actitud crítica frente a las drogas.
- Conocer los factores de riesgo y de protección relacionados con el consumo de sustancias adictivas, y analizar su influencia positiva y negativa.
En referencia al planteamiento, la intervención a realizar será universal, indicada o selectiva dependiendo del colectivo o centro educativo a intervenir, siendo aquellos en los que exista una mayor desigualdad los más propicios para hacer una intervención universal, y aquellos en los que exista una menor desigualdad, los más aptos para trabajar de manera indicada o selectiva. Estas intervenciones irán destinadas al profesorado, a las familias y principalmente al alumnado:
- Indagar respecto a información que les interesa, para formular preguntas estructuradas para precisar lo qué quieren saber y comprender la información que obtienen por diversas fuentes.
- Aportar ideas críticas sobre información, hechos u opiniones.
- Identificar semejanzas y diferencias en las formas de relación que establecen con otras personas de su entorno.
- Inferir motivaciones y puntos de vista de otras personas (reconocer porqué hacen lo que hacen).
- Estudiar procesos abstractos relacionados con el funcionamiento de su organismo y la salud.
- Reconocer riesgos y planear acciones para prevenirlos.
- Establecer y comprender la relación entre su libertad y la toma de decisiones.
- Reconocer las influencias que pueden ejercer distintos agentes.
- Apreciar sus cualidades y las de los demás.
Algún ejemplo de ello relacionado con la creación de un entono protector iría orientado a identificar la localización de alternativas (personas, grupos comunitarios, instituciones) que pueden brindar información y apoyo para el cuidado de la salud, particularmente para la prevención de adicciones. Referido a estilos de vida saludables, podrían reconocer posibilidades para el uso creativo del tiempo libre como una forma de promover hábitos y estilos de vida saludables. Teniendo en cuenta la adquisición de habilidades para la vida, identificar a través de la expresión corporal y el teatro, las consecuencias del uso del alcohol o el tabaco. Todas estas tareas podrían estar de forma trasversal en otras asignaturas, como por ejemplo, el trabajo de la expresión corporal en la Educación Física.
Para finalizar, la evaluación debe ir orientada tanto al proceso como al resultado, y principalmente se centrará en los 3 grupos de interés y su participación en el programa.
- Por parte del profesorado, se evaluará los conocimientos previos y posteriores a la aplicación del programa, el material curricular utilizado, así como los recursos docentes puestos en práctica. La participación del profesorado será un factor clave para el buen desarrollo del programa y su evaluación.
- Por parte del alumnado, se evaluarán los conocimientos previos y posteriores a la aplicación del programa mediante fichas, cuestionarios, rúbricas, la creación de material audiovisual del trabajo realizado, etc.
- Finalmente, para evaluar a la familia, se determinará la cantidad y calidad de información de los padres al inicio y al final programa. Se valorarán las herramientas para la mejora de las habilidades educativas de los padres, relacionadas con la prevención del abuso de drogas en los hijos mediante las habilidades de comunicación.
Para concluir como diría Louis Pasteur “No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”.
- Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD). Programa de Encuestas sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES). Madrid: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
- Plan Nacional sobre Drogas (2016). ESTUDES 2015-2016: Encuesta Estatal sobre el uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias. Madrid: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
- Del Fresno, M. y Pérez, R. (2012). Adolescentes y drogas: la deconstrucción de la percepción del riesgo en el metarrelato grupal. Revista de Estudios de Juventud. No 47, 53-61.
- Creciendo en Salud 2015/2016. Linea de intervención: Prevención del consumo de sustancias adictivas. Junta de Andalucía.