Juan es una chico joven que vive en la Alpujarra granadina, tiene una enfermedad mental grave y asiste al hospital de día de salud mental de Motril; se levanta a las cinco de la mañana para acudir a la unidad y llega a casa a las seis de la tarde después de estar en la ambulancia colectiva más de tres horas. A esa hora está tan cansado que cena y se duerme, sin seguir las indicaciones propuestas por el facultativo: integrarse en su entorno.
Los estilos de vida son factores determinantes y condicionan el estado de salud de un individuo. Son componentes importantes que intervienen en la promoción de salud, determinados por la presencia de factores de riesgo y/o factores protectores. Pero estos factores de riesgo vienen a su vez determinados por otros factores (las causas de las causas) que tienen que ver con características personales, sociales y del medio donde viven las personas.
Cuando se analiza la distribución social de cualquier enfermedad o discapacidad, se observan diferencias significativas entre grupos. Y es que la salud depende de nuestra forma de vida, familia, barrio donde vivimos, educación recibida, características del trabajo, ocio, entorno físico, etc. Los determinantes sociales nos permiten responder de por qué unas personas enferman y otras no, y nos sugieren que la enfermedad y la discapacidad no se producen por igual en todos los grupos sociales de forma aleatoria, sino que están relacionadas con la estructura social y los sistemas políticos y económicos donde vivimos. La promoción de la salud son las acciones dirigidas a proporcionar a la población los medios para ejercer mayor control sobre su salud para mejorarla. De ahí que, determinantes sociales, estilos de vida y promoción de salud están estrechamente relacionados.
La promoción de la salud no parte de un enfoque del déficit (tratar los problemas de salud) sino de un enfoque positivo, que trata de potenciar los procesos que permiten a las personas ganar en salud, teniendo en cuenta sus fortalezas y capacidades del medio físico, sociales y de las personas. Como principales áreas de acción, tiene:
• Establecimiento de políticas públicas saludables.
• Creación de entornos (físico y social) que apoyen la salud.
• Fortalecimiento de acción comunitaria para la salud.
• Desarrollo de habilidades personales (empoderamiento).
• Reorientación de los servicios sanitarios (de un enfoque biomédico centrado en la enfermedad, a otro centrado en la persona y los determinantes).
En Andalucía se han puesto en marcha planes y programas de Promoción de Salud: Plan integral de tabaquismo (PITA), programa forma joven, plan para la promoción de actividad física y alimentación equilibrada (un millón de pasos, rutas para la vida sana, consejo dietético, comedores saludables…). Estas actuaciones no sólo están destinadas a reducir los riesgos y prevenir las enfermedades; buscan que aun en ausencia de enfermedad, las personas y grupos sociales alcancen el máximo potencial posible, operando en el concepto actual de salud, como indica “Juvinya-Canal D. Salutogénesis, nuevas perspectivas para promover la salud. Enferm Clin. 2013; 23 (3):87-8.”
En España, se ha dado respuesta a la Estrategia de Promoción y Prevención del Sistema Nacional de Salud (SNS) que se desarrolla en el marco del Plan de implementación de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad. Esta Estrategia propone intervenciones dirigidas a ganar salud y prevenir enfermedades, lesiones y discapacidad. En el actual contexto socioeconómico, se necesita un giro hacia la promoción que proporcione un doble beneficio, aumentar el bienestar y cohesión social y trabajar en la sostenibilidad del sistema socio-sanitario.
España tiene una alta esperanza de vida (82,1 años), pero no en esperanza de vida con buena salud (61,5 en hombres y 59,4 en mujeres). La visión de esta Estrategia es promover una sociedad donde personas, familias y comunidades puedan alcanzar su máximo potencial de desarrollo, salud, bienestar y autonomía. La misión es facilitar un marco común para la promoción de la salud a lo largo de la vida armonizando su integración en la cartera de servicios del SNS.
Así, encontramos prácticas orientadas a la mejora de la calidad en programas como “Servicios de salud amigables para adolescentes” que deben ser:
– Equitativos: Todos los adolescentes pueden acceder a los servicios de salud que necesitan, no solo los pertenecientes a ciertos grupos.
– Accesibles: Los adolescentes pueden acceder a los servicios que se prestan.
– Aceptables: Los servicios de salud satisfacen las expectativas.
– Apropiados: Se facilitan los servicios de salud que necesitan los adolescentes.
– Eficaces: Se proporcionan de una manera correcta servicios de salud apropiados que contribuyen positivamente a la salud de los adolescentes.
Estas dimensiones nos permitirán evaluar los aspectos amigables de los servicios y sistemas ofrecidos a los adolescentes, aportando información de dónde y cómo se pueden introducir mejoras. La aplicación planificada establece metas que se puede plantear dentro del marco de planificación estratégica.