Según la carta de Ottawa (1986), el movimiento de promoción de la salud es el proceso que proporciona a las poblaciones los medios necesarios para ejercer un mayor control sobre su propia salud y así mejorarla. Aunque aparentemente ésta sea una definición que se puede exponer en dos líneas, estas palabras requieren un análisis más detenido, y éste puede concluir a su vez en diferentes lecturas de la misma explicación, todo depende de con qué gafas la leamos.
Existen diferentes interpretaciones de lo que es o no es la promoción de la salud. Según la corriente defendida sobre todo por autores anglosajones y norteamericanos, la mejora de la salud va a venir de la mano de los cambios en los estilos de vida, dando por hecho que las personas cuentan con la absoluta libertad de cambiar conductas. Esta afirmación, a parte de no ser del todo cierta, tiene el riesgo de culpar a la gente, porque como dice Miguel Jara en el artículo “salud persecutoria”, la asociación de “responsabilidad” con “culpa” es inevitable, cuando las obligaciones no se cumplen y los cambios en conducta promovidos en promoción de la salud es coetánea del ambiente individualista y moralista de las sociedades post-modernas.
Otras interpretaciones de promoción de la salud, abogan por la vía de un cambio político para conseguir la salud para todxs. Esto se traduce, según Porter, en el desarrollo de políticas saludables y en la necesidad de construir capacidades en las comunidades y en los individuos para controlar su vida, sobre todo incidiendo en los aspectos estructurales y enfatizando en la necesidad de tener una respuesta contrahegemónica a los procesos de globalización.
Para que la promoción de la salud sea efectiva, las poblaciones se deben analizar en su totalidad, teniendo en cuenta cada característica y diferencia que se da entre y dentro de ellas. Es de esto, precisamente de lo que hablan los determinantes sociales de la salud (DDSS). Aunque existen varios modelos, todos ellos expresan que la enfermedad y la discapacidad no se dan por igual en todos los grupos sociales, y que hay factores sociales, políticos y económicos que los determinan.
La promoción de la salud es por lo tanto una acción destinada a abordar los determinantes de salud que son potencialmente modificables. Sin olvidar nunca el aspecto “macro” estructural que potencia sobre todo las diferencias, es indispensable abordar el aspecto “micro”, el que está en nuestras manos y del que formamos parte: la comunidad.
Es precisamente esto lo que propone la red local de salud “Judimendi osasuna”, red que se ubica en el barrio de Gasteiz del mismo nombre: Judimendi. Esta red se encuentra dentro del plan de salud 2013-2020 de Euskadi, y se ha diseñado basándose en la Guía metodológica para el abordaje de la salud desde una perspectiva comunitaria. El objetivo de la red es una mejora de la comunidad, basándose en la participación de la misma y en la modificación de los determinantes sociales de la salud. Como dicen sus promotoras, el código postal es más importante que el código genético.
La organización del proyecto cuenta con un grupo promotor (centro de salud, ámbito institucional), la red local para la salud (asociación de vecinos, Osakidetza, comercios locales etc.) y la comunidad. La importancia de la participación se pude observar desde la fase del diagnóstico mediante encuestas, y habilitando y diseñando espacios más accesibles para fomentar la integración de la comunidad, como por ejemplo una fiesta-vereda en la que se realizó un mapa que recogía los diferentes recursos del barrio. El papel de los activos para la salud, es fundamental en este programa, ya que uno de sus objetivos es conocer y dar a conocer los recursos ya existentes en barrio que fomentan el bienestar.
Aunque este proyecto se inició a finales del 2015 con un diagnóstico participativo en el que se priorizaron actividades, no es un proyecto estanco y entiende que la red está continuamente en movimiento, cambiando y expandiéndose. Es por eso que se siguen formando relaciones y actividades nuevas, y que el diagnóstico es continuo, como continuas y cambiantes son también las necesidades nuevas que van floreciendo.
Después de haber analizado las diferentes lecturas que se hacen de la salud y de la promoción de ésta, podríamos decir que cada persona, ya sea doctor en salud pública o una ciudadana de a pie, tiene unas necesidades e interpretaciones diferentes. Como dicen los de Judimendi, “mis problemas no son los mismos que los de la vecina del primero”. Lo importante es analizar nuestras necesidades y fortalezas en colectivo, y saber que “mi verdad” nunca será verdad si no es compartida.