La vida te ofrece innumerables oportunidades de aprendizaje y reflexión y, en ocasiones, como me ha ocurrido hoy, son los más pequeños de la casa los que nos inspiran.
Pensando en promoción de la salud, sabemos que gran parte de los problemas de salud de la sociedad actual se deben a nuestro modo de vivir y están directamente relacionados con nuestros hábitos: alimentación inadecuada, sedentarismo, tabaquismo, falta de habilidades para afrontar situaciones vitales, etc. Muchas de éstas conductas se adquieren en la infancia o adolescencia, implantándose de tal forma que es más difícil cambiarlas en la edad adulta. De ahí la importancia de ofrecer desde los primeros años la oportunidad de capacitar y educar a las personas para que desarrollen actitudes y conductas saludables y se alejen de conductas menos saludables, adquiriendo habilidades personales relacionadas con las capacidades para cuidar de su propia salud y de su comunidad.
Las escuelas, donde nuestros niñ@s pasan gran parte de su vida, constituyen escenarios ideales para la adquisición y mantenimiento de estilos de vida saludables, determinantes fundamentales de la salud, junto a otros factores como la biología humana, el medio ambiente y el sistema sanitario (Lalonde, 1974). Con la ventaja además de que en las escuelas se accede a la totalidad de la población infantil y juvenil, independientemente de su género, etnia, nivel de instrucción o ingresos familiares (determinantes sociales de la salud).
Y aquí el motivo de esta reflexión:
Mañana toca control de naturales. Mi hijo de 7 años está repasando el tema “Cuidar de la salud”. Interesante lectura para una enfermera comunitaria como yo apasionada de la promoción de la salud.
Comenzamos con los hábitos saludables: higiene, ejercicio, alimentación, sueño y postura corporal. Se echa en falta la importancia de no fumar, hábitos tóxicos (los niñ@s son potentes activos en salud en sus hogares), manejo de emociones, hábitos de convivencia, uso de tecnologías, … Quizás esto esté en otra asignatura, quizás no….
Página siguiente, fotos de niñ@s con dolor de cabeza y fiebre acompañan la definición: “Estamos sanos cuando nuestro cuerpo funciona bien y podemos realizar nuestras actividades diarias”. Enfoque algo alejado del concepto de salud de la OMS como “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad”. He aquí nuestro primer desencuentro. He intentado hacerle comprender que estar sano significa más cosas que “no estar malito del cuerpo” pero el “¡Mamá es lo que pone en el libro!” ha clausurado mi discurso.
Capítulo final. Lo que realmente ha generado tensión entre nosotros ha sido la parte en la que decía “Cuando nos sentimos mal debemos acudir al centro de salud y seguir las recomendaciones de la médica o el médico. También debemos tomar las medicina que nos recete. Los medicamentos ayudan a curar algunas enfermedades, aunque sólo se deben tomar cuando lo indique el médico”……¡Horror! ”¡¡¡Mamá!!! ¡Tú no me llevas siempre al médico cuando estoy malito!! ¡Y me das medicinas!! ¡¡Eso no está bien!!….Mala madre que no acudo al pediatra cada vez que a mis hijos les duele algo, tienen fiebre o mocos….Y luego nos sorprendemos de que los centros de salud estén saturados de consultas por patologías banales y los médicos sean la única puerta de entrada al sistema. El mensaje indiscriminado de “consulta con tu médico” nos da seguridad pero sin duda alguna nos resta empoderamiento.
En Andalucía existen diferentes estrategias de promoción de salud en el entorno educativo. Creciendo en Salud (educación infantil-primaria) y Forma Joven (educación secundaria) son ambiciosos programas dirigidos a promocionar estilos de vida saludables desde las aulas.
En su filosofía, estos programas están planteados en base a un equipo de promoción de salud configurado en los centros educativos con el apoyo, asesoramiento y colaboración de los profesionales de salud de atención primaria. Desde mi realidad, observo que estos programas se desarrollan de forma desigual entre los diferentes centros y provincias, y con frecuencia, las aportaciones que realizamos desde los centros de salud es escasa. Tampoco la implicación en los programas desde algunos centros educativos es la adecuada. Motivos como falta de tiempo, recursos, formación y motivación hacen mella en actividades de promoción de la salud como ésta en los equipos de atención primaria, no existiendo en todos los centros agendas específicas ni espacio para actividades de promoción.
¡Y qué recurso tan poco aprovechado! Las escuelas son fundamentales para la salud de nuestra población.
La escuela es un espacio idóneo para desarrollar de una forma transversal e integral promoción de salud, entendiendo ésta como “el proceso que proporciona a las poblaciones los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma”(OMS).
Merece la pena seguir avanzando en la coordinación, planificación, implementación y evaluación de programas de hábitos saludables en el entorno educativo.
Está en juego la salud de tod@s.