Miguel, viudo, tiene 63 años y es agricultor. En uno de sus muchos trayectos en tractor arando su finca, aún recuerda la consulta en el centro de salud de su pequeño pueblo cuando le diagnosticaron diabetes. Estaba un poco aturdido, <<más pastillas, madre mía. Bastante tengo ya con la de la tensión, el colesterol, las dos del dolor de espalda, el protector, la de dormir y los “nervios”; un día de estos reviento…>> pensaba. Parecía un juicio. <<Tiene usted diabetes. Es una enfermedad crónica. Tiene que controlar su “azúcar” diariamente>>, sentenciaban el juez y el fiscal, o en este caso, la médica y el enfermero. <<Me he quitado las grasas, el azúcar, la sal, el vino… yo ya no se qué más puedo hacer, a ver si inventan alguna pastilla que me solucione esto… que camine, me dicen… esta gente no ha pisado el campo en su vida… a coger piedras los ponía…>>, pensaba Miguel. De eso han pasado muchos años, <<Ahora esto del pie; otra herida que tengo…, como me tengan que amputar otro dedo…>>
María es médica y Andrés es enfermero. Ambos trabajan en el consultorio donde acude Miguel. Ambos piensan lo mismo: <<No entiendo como la gente no se preocupa por su salud, pasan del tema… ¡Señor, que tiene usted el colesterol alto!, dile a su mujer que venga, que tenemos que enseñarle lo que debe usted comer… No hay duda, la analítica no engaña, usted no está llevando bien la diabetes; para eso tenemos nuestro policía: la glicosilada…>>
“Los determinantes sociales de la salud son aquellos factores personales, sociales, políticos y ambientales que determinan el estado de salud de los individuos y las poblaciones. Estos factores son múltiples e interrelacionados”. Esta visión permite abandonar el concepto de salud como relaciones mecánicas o de causa efecto, o como una total responsabilidad para la persona (1).
La salud puede ser una experiencia, esencialmente personal y dinámica, entre factores internos y externos que la determinan. La salud y la enfermedad, por tanto, son estados dentro de interacciones dinámicas entre las experiencias somáticas, psicológicas, sociales y cognitivas de la persona, es decir, la percepción de bienestar o equilibrio de un paciente no tiene porqué coincidir con la del médico (2).
<< ¿Y cómo está usted de ánimo, Miguel?>> Preguntaban los sanitarios con cierto agotamiento. << ¿De ánimo?, pues deprimido, la verdad. No le veo sentido a la vida ni a nada. Toda la vida trabajando y ahorrando para esto… mis hijos no quieren saber nada del campo… un día de estos cojo la soga…>> suspiraba Miguel, que rompió a llorar. << ¡Pero hombre, Miguel, tranquilo! ¿Usted se toma el antidepresivo que le receté?>>, <<Sí hombre, llevo ya 5 años, pero sigo tomándola…>>, <<Bien, ya sabe usted que su problema son los nervios, ese déficit de serotonina…¡Cuídate!, ¡Salud! Todavía nos quedan 35 pacientes más… esto no está pagado…>>
La falta de lluvia preocupa a Miguel. << Apenas voy a tener cosecha. Veremos si tengo dinero para pagar el préstamo… ¿no hay pastillas para pagar el autónomo?>> Se divertía al menos pensando en decirle esto a su enfermero. <<Menos cachondeo miguel, que esto es serio>>.
En la profesión enfermera, aunque no es muy conocido en aquellos ajenos a la profesión (bueno, y Andrés tampoco…) se han creado distintas teorías y modelos que tratan de examinar los fenómenos que conforman la práctica de Enfermería. En resumen, todas ellas se caracterizan por atender cuatro conceptos básicos que han tenido gran interés en el desarrollo de éstas teorías (3): persona (el receptor de los cuidados: un individuo, familia o comunidad), entorno (condiciones internas y externas, circunstancias e influencias que afectan a las personas), salud (grado de bienestar o enfermedad que experimenta la persona) y enfermería (actividades, características y atributos del individuo que proporciona el cuidado enfermero)(4).
Estos cuatros conceptos gozan de una valía increíble, puesto que rompen con las creencias que asumen a la persona como parte independiente, donde el entorno está separado de la persona. Por eso, la enfermería posee una útil visión para la promoción de la salud.
La promoción de la salud apuesta por la calidad de vida, oponiéndose a la medicalización, “entendida como un predominio de los factores biomédicos, donde la salud se convierte en finalidad de la vida y no al revés”. La promoción de la salud busca la autonomía personal y social, mediante iniciativas sociales que ponen énfasis en el autocuidado de las personas y las comunidades, permitiendo un mayor control tanto colectivo como individual de la salud. En este sencillo ejemplo, hemos visto la influencia del entorno, el sistema sanitario o la situación socioeconómica en la salud de Miguel. Como diría Michael Marmot, “si los mayores determinantes de la salud son sociales, éstos deben ser sus remedios” (5).
*Los personajes aquí presentes son ficticios.
Referencias
- Lineros González C, Hernán M. Promoción de la salud. Determinantes sociales y estilo de vida. Escuela Andaluza Salud Pública.
- Stumberg JP, Martin CM. Health: A Personal Complex- Adaptive State. En: Handbook of Systems and Complexity in Health. Springer; 2013.
- Montesinos Afonso NM, Duarte Clíments G, Sánchez Gómez MB. Teorías enfermeras aplicadas al ámbito de la Enfermería Comunitaria. En: Fundamentos teóricos de la Enfermería Comunitaria. Octubre, 2. 2007. p. 234-5.
- Sánchez Gómez MB, Salgado Gómez J, Duarte Clíments G. Teorías sobre la familia. Teorías enfermeras. Teorías de enfermería y familia. Teorías de terapia familiar. En: Conceptos Básicos de Enfermería Familiar. 2008. p. 79-80.
- Marmot M. Social determinants of health inequalities. Lancet [Internet]. 2005 [citado 23 de noviembre de 2019];365:1099-104. Disponible en: https://www.who.int/social_determinants/strategy/en/Marmot-Social determinants of health inqualities.pdf