La pandemia de la COVID-19 ha puesto patas arriba el mundo que conocemos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Sanidad ya afecta a más de 44 millones de personas en el mundo, habiendo más de 1.185.000 casos confirmados en España. Pero, ¿quiénes enferman? ¿Lo hacemos todos por igual? ¿Cuáles son los barrios más afectados por el coronavirus? La crisis sanitaria de la COVID-19 ha puesto de manifiesto, una vez más, cómo las condiciones de vida de las personas determinan su salud y cómo las desigualdades sociales se traducen también en resultados desiguales en salud. De esta forma, la pandemia ha amplificado las inequidades preexistentes, haciendo necesario un nuevo énfasis en la lucha contra las desigualdades sociales y la defensa de unos servicios públicos fuertes. No obstante, esta situación de emergencia social ha servido también como catalizador para la creación de múltiples redes de solidaridad y apoyo vecinal.

Imagen de Irene Maté
Determinantes Sociales de la Salud y Promoción de la Salud
Marc Lalonde describió en el año 74, cómo los estilos de vida y el entorno influyen sobre la salud. Desde entonces, distintos modelos explicativos han señalado la importancia de los determinantes sociales de la salud (DDSS), entendidos como el conjunto de factores personales, sociales, políticos y ambientales que determinan el estado de salud de los individuos y las poblaciones (OMS, 98). En el año 2010 se creó en España la Comisión para Reducir las Desigualdades Sociales en Salud. Esta comisión adoptó el marco conceptual propuesto por la OMS, que señala una serie de determinantes estructurales relacionados con el contexto socioeconómico-político y con las estructuras de distribución del poder, que interaccionan entre sí y determinan las condiciones de vida de las personas mediante su acción sobre los determinantes intermedios (recursos materiales, factores psicológicos y conductuales, sistemas de salud), dando lugar a las desigualdades en salud.

Ilustración. Marco conceptual de los determinantes de las desigualdades sociales en salud. Tomado de Comisión para reducir las Desigualdades Sociales en Salud.2010.
Como respuesta a esta necesidad de una forma distinta de pensar en salud, dejando atrás la visión puramente biologicista y dando paso a una concepción holística del proceso complejo de salud-enfermedad, surge el movimiento de Promoción de la Salud (PS) como marco para identificar e interpretar las causas de las causas y actuar sobre ellas. En el 86, la OMS define en la Carta de Otawa, PS como el proceso que proporciona a las poblaciones los medios necesarios para ejercer un mayor control sobre su propia salud y así poder mejorarla. De esta manera, se amplía la mirada más allá del individuo, poniendo lo colectivo en el centro y adoptando una mirada en positivo centrada en la salud y sus causas, sirviendo así como herramienta para luchar contra los determinantes de la salud potencialmente modificables. Se trata, por tanto, de una disciplina que asienta sus bases en la defensa de la equidad, el empoderamiento y la intervención comunitaria. Sin embargo, ¿cómo llevar todo esto a cabo? Colomer y Alvarez-Dardet proponen una serie de principios fundamentales:
- Implicar a la población en su conjunto.
- Centrarse en la acción sobre las causas o determinantes sociales de la salud.
- Combinar métodos diversos pero complementarios.
- Aspirar a una participación efectiva de la población.
- Reorientar servicios médicos para apoyar y facilitar la PS.
COVID como oportunidad para la creación de redes de solidaridad y apoyo mutuo
Pero no sólo iban a ser sociales las causas, sino que también lo son las soluciones. Ya lo decía M. Marmot y lo han entendido muy bien las vecinas de barrio en el que trabajo. Desde hace 3 años me formo como médica de familias (y comunidades) en un centro de salud de Vallecas, un barrio del sur de Madrid con una profunda tradición de lucha vecinal y obrera, que en los últimos meses ha sido gravemente azotado por la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, desde marzo he sido testigo de cómo han surgido en el barrio numerosas iniciativas de apoyo mutuo. Estas iniciativas, de muy distinta índole, han nacido de las vecinas con la única premisa de “No dejar a nadie atrás”. Se han organizado despensas solidarias, estructurado redes para el apoyo en los cuidados de menores y personas dependientes, han surgido iniciativas de apoyo psicológico y asesoría legal, se han reforzado las acciones para parar desahucios, y un largo etcétera. Un muy buen ejemplo de ello es la red de solidaridad Somos Tribu.
Estas redes “informales” que han surgido en respuesta a las carencias del sistema, han reforzado la identidad del barrio y enriquecido el capital social de sus gentes, suponiendo un auténtico activo para la salud entendida en su sentido más amplio. La pregunta que se nos plantearía entonces sería ¿cómo podemos actuar desde las instituciones y cómo hacerle hueco a la Promoción de la Salud y la Salud Comunitaria en una Atención Primaria cada día más saturada y devastada?
Retos desde la Salud Pública
Ante una crisis sanitaria, económica y social de semejante envergadura, es imprescindible integrar la salud en las políticas públicas y diseñar políticas de salud que incorporen la perspectiva de los determinantes sociales; ejemplo de ello es el nuevo documento publicado por el Ministerio de Sanidad “Equidad en salud y COVID-19”, en el que se analizan y proponen mecanismos para abordar la vulnerabilidad epidemiológica vinculada a las desigualdades sociales.
A un nivel más “micro” y orientado a los servicios de salud cercanos al territorio es necesario elaborar estrategias y programas concretos que sigan principios de calidad en PS, centrados en la participación genuina de la población en todas las fases del proceso y aboguen por la creación de una ciencia ciudadana. Para ello, una buena idea es no perder de vista los consejos de la Red Aragonesa de Proyectos de Promoción de Salud (RAPPS).
Pero lo fundamental, si queremos salir reforzadas de la crisis actual, será entender que el Centro de Salud no es el “centro de la salud” y que el bienestar y la salud se generan también desde otros lugares. Debemos aprovechar esta oportunidad para ser creativas y buscar nuevas “maneras de hacer” en salud, repensar y reforzar la Atención Primaria y plantearnos nuestro papel como facilitadoras de iniciativas surgidas desde la ciudadanía porque “sólo el pueblo salva al pueblo”.
Por Irene Maté.