Cuanto más conocimiento tengamos sobre nosotras/os mimos, sobre lo que nos afecta emocionalmente, sobre lo que influye en nuestra salud, sobre lo que nos beneficia y proporciona bienestar (es decir SALUD)…, seremos más protagonistas de nuestra propia vida, responsables de lo que hagamos con nuestro cuerpo y nuestra salud.
Difundir la información referente a nuestra salud nos proporciona todo esto. Nos ilustra sobre avances científicos, que a su vez proporcionan calidad de vida.
Si estos conocimientos se quedaran en un cajón ¿qué sentido tendría? Es preciso, necesario y el fin de toda investigación que esta información llegue a todos los sectores. Pero no de cualquier forma, porque el rigor de lo que se difunde puede crear falsas expectativas, desmoralizando y perjudicando a los distintos grupos de población y especialmente a los que sufren ciertas patologías. Ejemplo: “El Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha incorporado en su cartera de servicios, dos medidores de glucosa sin pinchazos: el ‘sistema Flash’ y el sistema bomba sensor.” Mientras que la noticias es que Andalucía incorpora los medidores de glucosa sin pinchazos, sólo para niños/as con diabetes. Cosa que por otra parte, tiene mucho que discutir porque los hay que son más baratos que las tiras reactivas, pero aquí entraríamos en la “guerra” de los laboratorios.
Pequeños detalles pueden difundir o evitar el efecto esperado, a veces se manda un mensaje escrito y otro contradictorio a través de las imágenes, esto se debe evitar.
Por otra parte, me parece fundamental incluir a la ciudadanía en la generación de información (La iniciativa de Escuela de Pacientes, me parece genial), de esta forma se implica más a las personas participantes, se les hace parte del proyecto, se convierten en activos de salud, convirtiéndose en abanderadas de la promoción, lo que supondrá a fin de cuentas una intervención directa, continua, cercana y personalizadas (queriéndome referir con esto a que se le pone cara, se humaniza más la acción, se crea referentes). Si a esto se le añaden otros canales de comunicación o difusión como la prensa, la radio, la televisión.., se amplía considerablemente el horizonte.
Los nuevos modos de almacenamiento de información y de difusión de estos están contribuyendo a enriquecer la comunicación científica. Resulta muy cómodo, siempre que se cuente con los medios adecuados y afortunadamente esto cada vez es algo más extendido, consultar una información por Internet a través de búsqueda relacionada o directamente a través de enlaces. La capacidad de almacenamiento facilita el acceso continuo. Además rompen barreras espaciales, facilitan la transición de ideas, permite el intercambio simultáneo de información haciendo viva ésta y partiendo de la comunicación de una información se llega a múltiples receptores. Estos mecanismos y las redes sociales nos permiten llegar sobre todo a la población joven, aunque cada vez más personas de distintas edades tienen acceso a ellos.
Sin una base comunicativa el trabajo carece de sentido, la difusión es fundamental, enriquece el trabajo, invita a la reflexión y a la crítica pudiendo ser esta bastante constructiva. De esta forma la investigación, el esfuerzo y los resultados conectan con la ciudadanía y con los distintos sectores interesados.
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