Todavía son escasas las publicaciones que analizan los efectos en migrantes o minorías étnicas de la COVID-19 o de las medidas adoptadas para frenar la pandemia, si bien los primeros estudios apuntan a un mayor impacto en poblaciones negras, asiáticas y de minorías étnicas en Reino Unido o en migrantes en México. Además de en las barreras de acceso a la información y a los servicios sanitarios, consideramos prioritario poner el foco de atención en sus condiciones de vida, particularmente las de quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad o exclusión social. Nos referimos a personas desempleadas o con trabajos precarizados, sin prestaciones sociales, en condiciones de hacinamiento, que pueden están más expuestas al riesgo de infección y a no recibir un tratamiento adecuado. Previsiblemente el confinamiento ha repercutido más negativamente en migrantes en situación administrativa irregular, en víctimas de violencia de género y en quienes no pueden cumplir con las medidas de distanciamiento físico, como personas refugiadas en campamentos o migrantes en infraviviendas y asentamientos chabolistas, sin condiciones higiénicas adecuadas. Recomendaciones como suspender las deportaciones, prorrogar o facilitar permisos de residencia y trabajo, cerrar los centros de detención de personas extranjeras, evacuar a quienes están en cárceles y en campos de refugiados o asentamientos se han aplicado de manera desigual en diferentes países. Solo una fuerte apuesta política por la equidad sanitaria mundial puede garantizar la salud de poblaciones migrantes y de minorías étnicas y su acceso a medidas de protección, información, pruebas médicas y servicios sanitarios.Palabras clave: Migrantes, COVID-19, Grupos Minoritarios, Vulnerabilidad Social, Determinantes Sociales de la Salud.