Picasso lo sabía, Goleman lo sabía, No es magia
Picasso lo sabía
Cuando le preguntaban a Picasso si creía en las musas, el maestro respondía: “¡Por supuesto que creo en las musas! Ahora bien, prefiero que cuando vengan me pillen trabajando”. Pues si él, todo un genio, tenía claro que la resolución a esa escultura o a ese cuadro, venía después de mucho trabajo (de mucho arremangarse, pringarse, sudar) cómo no vamos a tener claro nosotros que las habilidades emocionales, de comunicación y de motivación para el cambio necesitan mucho, mucho trabajo (entrenamiento, práctica, sudor) para que puedan incorporarse al estilo de cada uno y acabar naturalizándose.
Goleman lo sabía
Cuando ponemos en marcha una nueva forma de hacer, una nueva habilidad (sea a la hora de gestionar nuestras emociones, o en el momento de comunicarnos con los demás o de intentar promover ciertos cambios en sus comportamientos) nuestras neuronas crean nuevas conexiones. Sin embargo se trata, en ese primer momento, de conexiones muy vulnerables (“cogidas con alfileres”) ¿Cómo conseguimos consolidar, reforzar, “recablear” (acertado verbo propuesto por Goleman) dichas conexiones neuronales hasta automatizar la nueva habilidad o destreza? Pues a base de entrenamiento, de práctica, de “sudar la camiseta”.
No es magia
Frente a quien cree que es suficiente con leerse el último libro sobre inteligencia emocional y/o con asistir a un curso sobre el tema, le recuerdo que estas habilidades no son magia, y sí son gimnasia (de ahí los títulos de los epígrafes que figuran en este blog y buena parte de las publicaciones recomendadas en RECURSOS, sección Bibliografía). Por tanto, requieren práctica y entrenamiento diarios. La ventaja, en relación a otras tablas de gimnasia, es que no requieren un espacio (físico y temporal) específicos, pues pueden llevarse a cabo aprovechando la vida cotidiana y las situaciones que el día a día nos ofrece: un atasco, el desayuno con los hijos, la llamada de la madre, la reunión de trabajo con el jefe o con el equipo, una cena íntima con la pareja, la espera por el retraso en un vuelo, etc.