Formación de formadores

Enseñar es un riego para la salud. Los formadores tienen, en España, más bajas por enfermedad, presentan más episodios de ansiedad y consumen el doble de tranquilizantes que la población general. Los últimos informes sobre salud laboral ponen de manifiesto, de forma clara y contundente, que formar a otras personas conlleva riegos importantes para la salud de los formadores. Tanto para la salud física (problemas osteoarticulares, vocales, y/o estomacales importantes), como para la salud emocional (dificultades a la hora de afrontar las situaciones debido a niveles elevados de ansiedad, angustia, impotencia, y/o rabia) y, desde luego, también para la salud social del formador (etapas de retraimiento, y aislamiento social cada vez más frecuentes). Todo ello además, mezclado, en un peligroso círculo vicioso “causa-efecto”, con el consumo de fármacos y sustancias “preventivo-curativo-paliativas” de todo tipo.

Los formadores llevan años pidiendo formación para saber afrontar las angustias que les provocaban determinadas sesiones o determinados grupos, para saber identificar las razones de comportamientos que les parecen incomprensibles e inabordables, para saber comunicarse sin provocar malos entendidos ni conflictos. Y, en definitiva, para provocar algo tan difícil y apasionante como es el aprendizaje.

Por otro lado, es muy frecuente que a profesionales expertos en determinados temas se les pida que llevan a cabo sesiones, cursos u otro tipo de intervención formativa sin un entrenamiento previo y específico al respecto.

Es por todo ello, por lo que se presenta este apartado, dirigido a formadores tanto ocasionales como habituales, tanto de enseñanza reglada como no reglada, tanto de pregrado como de postgrado; con el doble objetivo de que dicho profesional logre hacer su labor formativa mejor (es decir, sea aún mejor formador) y, sobre todo, para que pueda llevarla a cabo sin tener que dejarse “la piel” (su salud bio-psico-social) en el intento.

Por esta razón, los materiales que se presentan en RECURSOS. Bibliografía  abordan tanto las imprescindibles habilidades emocionales previas y paralelas a la intervención educativa, como técnicas y herramientas concretas para aumentar las habilidades de comunicación verbal y no verbal, enfatizando “lo complicado y sutil” de la tarea (verdadera “tecnología punta”), así como la aplicabilidad de dichas habilidades a la relación del formador con otros formadores.

En este sentido, recomiendo de forma especial la publicación “Cuidando al formador. Habilidades emocionales y de comunicación” (Bimbela, JL; Navarro B; ) que dedica buena parte de su contenido al desarrollo de estrategias y métodos concretos que ayuden al formador a formar; esto es, a provocar cambios duraderos en los alumnos (individual y grupalmente), en sus conocimientos, actitudes, valores, creencias, habilidades, y comportamientos. Así mismo, se presentan diversos capítulos dedicados a técnicas para el cuidado físico del propio formador (automasaje, respiración, relajación, yoga, cuidados de la voz, higiene postural, etc.)

Y para poner la miel en los labios de los y de las que forman….