LA FOTOGRAFIA COMO «MEDICAMENTO»


Cristina Núñez publica un libro de más de 20 años de autorretratos que le salvaron del pozo de las drogas. Ahora, enseña esa ‘terapia’ en cárceles y centros de desintoxicación

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Cristina Núñez era una niña bien y fue adolescente en los ochenta.. Pero sobre todo, como muchos jóvenes acomodados de la España de ésa época escuchó el canto de sirenas de la heroína.

Después de un año y medio en El Patriarca, en España, Francia y Bélgica, volvió a Barcelona, empezó una psicoterapia y acabó sus estudios.

Su experiencia con la droga es una historia que no por repetida deja de ser dura: Adicción, hundimiento, muerte de seres cercanos y queridos y como muchos de los sobrevivientes de esa época, la curación.

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En todo el proceso, la fotografía ha sido su redención. El autorretrato consiguió curarla y hacer de ella finalmente una artista. Ahora acaba de publicar un libro, Someone to love en el que cuenta sus experiencias y muestra más de 20 años de fotografías. Ella encontró su propio método para enfrentarse a los demonios y lo comparte en cárceles y centros de desintoxicación.

En ésta época y adentrada ya en el mundo de la fotografía, vió que el autorretrato podía ser la solución para ella y posteriormente para otros muchos con su mismo problema.

Comenzó así a coger la cámara de fotos contagiada por la pasión de un amigo; “y lo primero que hice fue dispararme una foto mirándome al espejo. Y seguí fotografiándome siempre, intuitivamente, sin saber realmente lo que estaba haciendo”.

“Aquellas fotografías me hacían sentir muy bien, como en paz conmigo misma, orgullosa de ser quien soy. Al cabo de unos años comencé a fotografiar a los demás y a ganar premios, a publicar libros. Me había convertido en una artista”.

Sigue relatando EL MÉTODO: «Escoge una emoción entre la rabia, la desesperación y el terror»

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“La persona entra en mi estudio. Yo le aconsejo que se desnude, si quiere, para dejar que el cuerpo también exprese la emoción, porque es mucho más liberador. Hacer algo que te vuelve más vulnerable, te convierte en más poderoso. Creo que hay que crear imágenes de cuerpos que expresan emociones, para contrarrestar las montañas de imágenes de cuerpos vacíos de humanidad. Coloco la persona, hago el encuadre, controlo la luz y le doy las siguientes instrucciones, antes de dejarla sola a sacarse fotos con el disparador”.

La evolución de cada persona cambia según el estado de ánimo o según la fase del proyecto artístico. “He ido probándolo todo. Al principio, cualquier ocasión de mi vida era buena para sacar un autorretrato. Me gustaban las situaciones y la luz naturales, que contaban mi vida tal y como era. Ahora, ya me interesa menos esto. Los autorretratos más recientes son más cuidados, en estudio, por varias razones. Ahora me dedico a estudiar las emociones difíciles como la rabia, la desesperación y el terror, y no quiero distracciones”.

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Así pasarás a la segunda fase: la escucha. ¿Qué emociones quedan ahora, después de todo esto? ¿Qué pensamientos te pasan por la mente? ¿Qué sensaciones físicas sientes en el cuerpo? Escucha tu respiración, visualiza el aire entrando y saliendo de tus pulmones.» Cuando la persona acaba ?después de unos 10 minutos? le muestro a la persona en el ordenador las imágenes que ha realizado. Al principio no nos gustamos nada. A veces, la persona incluso se asusta, porque no se reconoce, nunca se ha visto así. Ve otro dentro de sí y mientras lo mira se va de nuevo apropiando de él. En 5 minutos esa imagen ya no da miedo, incluso llega a gustar, porque yo le ayudo a ver la fuerza, la maravillosa humanidad, el aspecto épico, heroico del personaje que sale en estas fotos…

“El proceso que estoy utilizando en los últimos 3 años, en los autorretratos compartidos que más de 1000 personas han realizado conmigo en mi estudio, es el mismo. Bueno, existen muchos ejercicios de autorretrato, pero el ejercicio más importante es el de la expresión de emociones difíciles o sea, el convertir el dolor en arte. Esta es mi misión, convertir el dolor de la gente en obras de arte, para que se saquen ese peso de encima, para que compartiéndolo con los demás adquiera un papel social.”

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Ha trabajado en un centro para enfermos de sida y toxicómanos. “Las cárceles están llenas de toxicómanos… Estoy proponiendo mi método a varios centros de desintoxicación, así que ya llegará”.

La experiencia de Cristina nos reafirma en nuestras convicciones. Aunque la medicación es uno de los medios para facilitar y lograr el abandono de la adicción a las drogas y una vez finalizada la dependencia física, es necesario trabajar aspectos socializadores, de aumento de la autoestima y mediante todo ello lograr que una persona que anduvo entre tinieblas vuelva a encontrar una nueva vida en tanto que la pasada queda en el recuerdo positivo.

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