AMANECIENDO EN SÁBADO 2

Hoy, sábado 18 de abril, escribo sobre EL AMOR.

El pasado 8 de abril murió mi padre. Hoy ya puedo escribirlo. Y me ayuda a soportarlo. Su muerte ha sido precisamente el detonante para crear estas entradas a mi Blog “Amaneciendo en Sábado”. ”Gracias, papá. Has sido motor y estímulo. Impulso vivificante en estos momentos tan duros y tan extraños. Tan tristes. Y esto, como comentamos tú y yo en esos tiempos donde aún compartíamos momentos de intimidad, da sentido a una vida. A tu vida. Y a la mía. Además, lo confieso, con estos párrafos, con estos sábados, te siento más cerca. Te siento, aún, conmigo. Y siento también más cerca a toda la familia. Unirnos para celebrarte, para despedirte, para recordarte, ha sido otro regalo que nos has entregado”. Ritos que unen, ritos que sanan, ritos que acompañan. Ritos personales y grupales. Ritos. Y músicas, claro. Mis padres se conocieron bailando y han seguido bailando hasta… los últimos años.

No hablaré sobre el duelo. Hay grandes expertas/os a las/os que podemos acudir para aprender y para hacer (Alba Payás, por ejemplo). Quiero hablar sobre el amor. Pude amar a mi padre porque le perdoné. En su tiempo y en su país (España) no existía la “gestión de emociones”, ni la “empatía”, ni todas esas maravillas “psicosociales y educativas” que explicamos en cursos y conferencias; y que luego intentamos aplicar en nuestro día a día. Él hizo lo que pudo. Lo que supo. A veces, lo que le dejaron. Trabajó, trabajó y trabajó (pluriempleo era la palabra del momento) y sé que se esforzó. Nunca olvidaré sus correcciones a las sumas y restas que yo le dejaba por las noches para que (me) las repasara. Cuando yo amanecía él ya no estaba; sus comentarios, sí. Y su letra, perfecta, también ¡Cómo me fortalecía ver esa esmerada caligrafía! Tan segura, tan cierta, tan infalible.

“Pese a las fuertes presiones del entorno (familiares y amigos, lo sé) me dejaste ser libre. Y me acogiste tras algunos contratiempos amorosos. Nunca te lo agradecí suficiente. Y por fin, cuando fuiste abuelo, sacaste tu mejor versión. Un ser humano nuevo y deslumbrante. Feliz y cariñoso. Alegre y sonriente. Tierno y amoroso. Te liberaste. Fueron tus mejores años. Y nos contaste, por fin, tu verdadera historia. Y comprendimos. Y perdonamos. Y valoramos. Y nos amamos… aún más. Y mejoramos, de forma asombrosa, la cantidad y la calidad de la relación. Y finalmente, después de algunos baches, conseguiste disfrutar, en los últimos años, de nuestros cuidados y de nuestros mimos (caricias y besos incluidos). Y te has ido en paz. Calmado y sereno. Y amado”.

3 párrafos, 3 regalos:

  1. Artículo publicado en IDEAL de Granada. Adolescentes. Reducción de daños (diversos). Amor paterno/materno filial.

MIS ENCUENTROS CON JAIME FUNES

  1. Película: Los años más bellos de una vida”, de CLAUDE LELOUCH. Supera la película origen de la historia (tan moderna entonces, tan antigua ahora); y muestra que, a veces, las segundas partes sí son buenas (y mejores). Una película que es un canto a la vida y al amor. Al Amor de pareja: “Ya que no vivimos juntos, muramos juntos”.

3. Y para el amor a la vida y al empoderamiento ciudadano una magnífica canción: Aún no ha salido el sol”, del grupo LEÓN BENAVENTE:

https://www.youtube.com/watch?v=rDnJ1ufwOOU

(Recomiendo, con pasión, toda la discografía de este fantástico grupo musical.  Y, por favor, no os perdáis sus energéticos directos en YouTube).

Hasta el próximo sábado.

Muy feliz semana ¡¡¡¡

José Luis Bimbela Pedrola

Para mi padre…

 

 

 

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