Año Nuevo. La heroína no nos abandona.

La heroína retorna a España bajo el paraguas del éxito social de la coca

Los expertos policiales advierten de que las últimas aprehensiones confirman el aumento de la demanda

Afganistán ha duplicado la producción de opio y las mafias turcas controlan las redes de distribución

La epidemia de la cocaína no ha conseguido erradicar a la de la heroína. Una plaga de consecuencias letales en los años 80 y que ahora remonta velozmente en España. Varios son los datos que confirman este incremento: se disparan las incautaciones policiales, se consolidan las redes de distribución, crece la producción en Afganistán, bajan los precios y se desdramatiza su consumo convirtiéndose, para algunos, en un esnobismo esnifar o inhalar heroína. Sin perder de vista a los nuevos toxicó-
manos que no dejan de engrosar las listas de adictos que la prefieren inyectada.
Ya no es casualidad que durante el 2009, las diferentes policías españolas se incautaran del triple de heroína que el año anterior. En estas operaciones suele intervenir el factor suerte, pero este no debe ocultar una realidad: «La oferta se ha disparado y los traficantes están introduciendo a los camellos lotes de heroína para que la ofrezcan a sus consumidores de cocaína»,.

OCHO KILOS EN SEIS MESES

Así se entiende que en el 2010 se incautaran de 446 kilos de heroína, una cantidad altísima. A tenor de las últimas operaciones policiales, este año, las estadísticas volverán a dispararse. Solo en Catalunya, los Mossos d’Esquadra ya se han incautado del doble de heroína que en todo el año anterior, casi ocho kilos.
¿Pero no nos habían dicho que la esta era una droga marginal y en extinción? Al contrario, vuelve a estar en boga peligrosamente. Aunque parezca mentira, los jóvenes le han perdido el miedo y la prueban.
Casi toda la heroína que entra en España proviene de Afganistán, país en el que la plantación de la adormidera –flor de la amapola de la que se extrae el opio para fabricar la heroí-
na– creció el 59% en el 2009. Se asume ya como una realidad que tras este repentino y brutal incremento en la producción está el interés de los talibanes, que han encontrado en el tráfico de heroína su principal fuente de ingresos económicos. Las grandes mafias turcas se han hecho con el último eslabón del negocio y contratan a delincuentes búlgaros y albanokosovares para su transporte por Europa desde los almacenes ubicados en Bulgaria, Rumanía y las antiguas repúblicas soviéticas.
Hace escasos meses, la entonces delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, advirtió de que la sociedad debe «estar alerta sobre un posible auge del consumo de la heroína en los próximos años». Mientras que Luis Boronato, director del Proyecto Hombre, alertó sobre «la irrupción de nuevos consumidores».
No se equivocaba. Los nuevos usuarios de heroína todavía son una minoría, pero existen los jóvenes que los fines de semana, tras el consumo abusivo de cocaína, utilizan la heroína para contrarrestar los efectos de la primera. Para este fin, el caballo se consume esnifado por la nariz, en forma de raya. Es precisamente esta pérdida de temor ante una droga que a finales de los años 90 consiguió ganarse con méritos el tí-
tulo de letal y marginal la que preocupa a los especialistas.
Otros grupos experimentan alternando las rayas de cocaína y de heroína en una misma noche. «Es un colocón mucho más guarro, de yonqui, diferente. Se trata de probar», explica un joven que ha probado la combinación. Fumar chinos –heroína quemada sobre papel de aluminio– es otra antigua modalidad que vuelve con fuerza y a la que incluso se le ha rebautizado con el nombre de cazar al dragón, en alusión a las figuras que conforma el humo denso y negro de la heroína que hay que aspirar para conseguir el efecto tóxico. «La han dejado de ver como una droga marginal. No la inyectan, la esnifan, la inhalan y no le tienen miedo», explica el psicólogo Antoni Tejero, experto en toxicomanías del Hospital de Sant Pau y que corrobora el avance.
Muy a su pesar, Esther Henar, una mujer que trabaja con toxicó-
manos desde 1985 y que dirige la sala de venopunción que la oenegé Associació Benestar i Desenvolupament (ABD) tiene en las Drassanes de Barcelona, también confirma el crecimiento. Ella nunca ha bajado la guardia, aunque reconoce que la relajación ha sido general. Barcelona es la capital con un censo más elevado de heroinómanos que se inyectan. Solo a la Sala Baluard acuden mensualmente una media de 800 personas a pincharse en condiciones de higiene y seguridad. Aunque aquí la cocaína es la droga líder, Henar reconoce que sus usuarios crecen semanalmente. Solo en el último trimestre del año pasado, se contabilizaron 366 venopunciones más de las cerca de 1.500 contabilizadas mensualmente. «Algunos no quieren mirar, pero la heroína sigue aquí», advierte.

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