En las conversaciones que, en torno a los consumos adolescentes de alcohol, tuvieron lugar el 18 de Diciembre de 2012 en Portugalete (Bizkaia), en un Encuentro monográfico convocado por EDEX, Fundación Vivir sin Drogas y el Ayuntamiento de la localidad, participaron 45 personas vinculadas a diversos ámbitos de la intervención con adolescentes y/o abuso de alcohol (investigación, educación, familias, sanidad, políticas locales, actuación en medio abierto, protección de los derechos de las personas menores, etc.), tanto de administraciones públicas como de entidades del tercer sector (estábamos invitados y no pudimos asistir ).
Las reflexiones que tuvieron lugar en las citadas mesas de debate fueron estimuladas por la exposición de diez microponencias en diversas áreas de la intervención sobre los consumos adolescentes de bebidas alcohólicas. Pueden verse íntegramente en: http://tv.edex.es/
Estas conclusiones se presentan a modo de decálogo incompleto e imperfecto, abierto a matices y aportaciones.
- Acercarnos a la realidad en toda su complejidad
- Fomentar la investigación aplicada
- Apostar por la innovación social
- Profundizar en el compromiso con la calidad
- Acordar el propósito de la prevención
- Impulsar una prevención invisible
- Superar la fantasía de las recetas estándar
- Activar a la comunidad como espacio y agente de cambio
- Acompañar procesos educativos centrados en las personas
- Fortalecer la relevancia de la familia
El documento termina con una serie de reflexiones:
- Tenemos que ser conscientes de quiénes están en el centro de nuestra actividad. Se trata de chicas y chicos en edad adolescente. Personas que, por lo tanto, son en buena medida refractarias a conceptos adultos como “riesgo”, entre otras cosas porque depositan en sus prácticas (también en sus consumos de alcohol) expectativas positivas.
- Pensemos también en ellas y ellos como sujetos activos de la comunidad. En este sentido, ¿qué sucedería si compartiéramos con chicas y chicos los contenidos de un debate abierto sobre sus relaciones con el alcohol? ¿Qué nos dirían? (tampoco estaría de más preguntarse, de paso, ¿qué nos diríamos a nosotros mismos si cerráramos los ojos y escucháramos la música que nos acompañó a su edad?)
- Las personas en edad adolescente son parte integrante de una ciudadanía cuya colaboración en la construcción de respuestas a fenómenos sociales potencialmente conflictivos resulta imprescindible. No podemos promover programas multicomponentes de base comunitaria sin incorporar las miradas adolescente y juvenil mediante los correspondientes procesos participativos a escala local.
- No se trata de abanderar políticas públicas “contra” conductas adolescentes que nos incomodan, sino mostrar en la práctica, como sociedad adulta, una preocupación adecuada por formas de consumo que podrían violentar sus propios deseos.
- Tenemos que evitar que las variadas relaciones adolescentes con el alcohol se pierdan en el mosaico monótono de los abusos. Sabemos que se dan consumos abusivos, y eso nos preocupa. Pero sabemos también que la realidad es, afortunadamente, más positiva, siendo tales abusos minoritarios. Tenemos, por lo tanto, que intervenir sobre sus relaciones reales con el alcohol, y no sobre percepciones dibujadas con brocha gorda por la necesidad de titulares de los medios de comunicación.
- Como personas e instituciones responsables de facilitar una socialización positiva durante la infancia y la adolescencia, debemos velar por el interés superior de las personas menores, para salvaguardar su derecho a la salud, la seguridad y la libertad frente a los intereses del mercado.